𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁ℴ 𝒹ℴ𝓈

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Leamos y bailemos.

Estas dos diversiones no harán nunca daño al mundo.

- Voltaire

- Así que... ¿ Empezamos ahora ? - Preguntó Tzuyu sentándose más cómodamente y abriendo la tapa que cubría las teclas del piano para empezar a tocar cuando la otra chica estuviese lista.

- Sí, solo deja que me ajuste las zapatillas - Respondió Sana y a la mayor casi se le salen los ojos de las órbitas cuando observo como la rubio se agachaba como si nada a re acomodar sus zapatillas de ballet dejando a la vista sus hermosas piernas y su trasero en todo su esplendor.

Tzuyu se removió incómoda y tuvo que ajustar su creciente erección en sus pantalones ajustados para que Sana no pensara que era algún tipo de maniática sexual por haberse excitado así frente a ella.

- Listo, empecemos - Dijo la rubio incorporándose y re acomodando con sus delicadas manos el flequillo que había caído sobre su frente.

A la mayor le costó un poco más de lo pensaba el volverse a concentrar en lo que volver debería hacer, sacudió la cabeza un par de veces y despegó su vista casi a regañadientas del cuerpo de Sana para dirigirla a las partituras, colocó sus largos dedos en las teclas y empezó a tocar la melodía que era más sensual de lo que imaginaba

Los movimientos de la rubio eran casi tan sensuales como la música y tuvo que poner realmente mucho esfuerzo para no equivocarse mientras tocaba por andar observando embobada el estilizado cuerpo de la otra chica moviéndose ágilmente por todo el salón.

Sana bailaba realmente bien, hacía todos los movimientos y giros con una perfecta precisión, sus ojos se encontraban cerrados y su ceño fruncido como si estuviese encerrada en algún lugar de su mente preocupándose porque todo le saliera perfecto y Tzuyu no entendía como la rubia con un talento como ese se conformaba con estar en una pequeña academia de baile en ese pueblo en vez de ir a estudiar ballet en una academia como Joffrey que era sumamente reconocida en Nueva York por albergar a los más famosos bailarines.

La otra chica seguía enfrascada en su mundo haciendo giros a la perfección terminándolos en unos saltos que dejaban ver la flexibilidad que poseía gracias al baile, su cabello ondeaba junto con sus movimientos y ella sabía que ese era el único momento en el día en el que se sintió realmente libre y sin preocupaciones.

Podría sonar cliché, pero al momento de bailar sintió como si el mundo a su alrededor se desvaneciera junto a sus problemas y solo quedaban ella y sus pies, casi se creía capaz de volar cuando realizaba esos saltos realmente altos y complicados sin ningún esfuerzo, por eso es que había elegido el ballet por sobre todas las cosas en su vida.

Cuando la canción por fin finalizó Sana respiraba agitadamente con el sudor recorriendo su rostro y su cabello apegado a su frente.

- ¿ Qué tal estuve ? - Preguntó sacando a Tzuyu abruptamente de sus cavilaciones y dejándola sorprendida por haberle pedido su opinión.

- Estuviste realmente perfecta Sana - Respondió con una enorme sonrisa y la otra chica se sonrojó un poco por su alago - Lo único que creo es que deberías dejar de pensar tanto en los movimientos que haces y solo sentir la música.

Sana frunció el ceño y se cruzó de brazos molesta por ese último comentario

- Oh, lo siento no sabía que estaba frente a una experta bailarina de ballet - Dijo con sarcasmo sin borrar la expresión enojada de su rostro.

- Bueno, no soy experta, pero sí sé algunas cosas sobre el ballet, mi madre se encargó de enseñarme casi a la fuerza cuando era pequeña - Explicó Tzuyu encogiéndose de hombros - No te lo dije con ánimos de criticar...

- Por supuesto que no - Bufó Sana rodando los ojos - De todas maneras no creo que seas mejor que yo en el ballet.

- ¿ No ? Bueno, mañana traeré unas mallas y unas zapatillas y veremos si no lo soy.

La suficiencia en las palabras de la chica pelinegra ya estaba empezando a irritar a la rubia cada vez más

- Yo tengo mallas de repuesto, puedo prestártelas para resolver esto de una vez...

- No es por nada Sanake... Pero prefiero traer las mías ya que esas mallas son muy pequeñas para mi.

Obviamente Sana estaba ofendida, es decir, ella no era tan pequeña ¿ Cierto ?

Bueno, como sea, Tzuyu era una completa imbécil y lo seguía demostrando con cada palabra que salía de su boca junto con esa sonrisa burlona que ella deseaba hacer desaparecer.

- Vete a la mierda idiota - Dijo Sana sin ninguna delicadeza recogiendo su mochila del suelo y colgándosela al hombro para salir de ahí, pero la mayor la detuvo de l brazo impidiendo que siguiera caminando.

- ¡ Espera Sana ! Realmente no quise insultarte ¿ De acuerdo ? Solo estaba bromeando contigo.

- Pues no me pareció muy graciosa tu broma - Respondió la rubia zafándose del agarre que todavía mantenía Tzuyu sobre su brazo casi con brusquedad antes de salir del salón azotando la puerta con fuerza haciendo que el sonido retumbara por todo el lugar.

Tzuyu no entendía porque Sana se había molestado tanto, es decir, era obvio que, aparte de su pequeña broma, lo que le había molestado era lo que le dijo sobre su baile, pero en serio no lo había hecho por mal, solo consideraba que la rubia era muy hermosa como para tener sus ojos cerrados y el ceño fruncido tratando de pensar de más en algo que le salía de manera tan natural.

Bufó frustrada sintiéndose como una idiota por haber hablado de más en vez de mantener su bocota cerrada, ahora había arruinado cualquier oportunidad de acercarse más a Sana.

Pero ella se encargaría de que la rubia la perdonara sin importar lo que tuviese que hacer para lograrlo.

𝐋𝐀 𝐁𝐀𝐈𝐋𝐀𝐑𝐈𝐍𝐀 𝐘 𝐋𝐀 𝐏𝐈𝐀𝐍𝐈𝐒𝐓𝐀  |「𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔」 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora