Chubby [SeHo]

II - JunMyeon

–"Jun, pareces estúpido mirando a ese chico ¿te traigo un balde para la saliva?" – Escucho hablar a alguien, pero sinceramente no le presto mucha atención, todos mis sentidos están dirigidos a alguien más. Es que no puedo dejar de mirar a este chico, SeHun – por lo que recuerdo – claramente lo había visto antes, pero nunca me llamó tanto la atención ­– más bien demasiado – como lo hace ahora.

En comparación a como lucía antes, puedo notar que subió un poco de peso. Le sienta muy bien la verdad, ante mis ojos se ve precioso, todos esos kilitos de más lo hacen ver como un osito. Se ve perfecto.

Y me hace querer estar pegado a él todo el día, abrazarlo hasta que mis brazos se acalambren y me quede profundamente dormido.

Realmente lo quiero.

Se me hace imposible no mirarlo por el resto del día – si me pudiera ver en tercera persona, estoy 100 porciento segurísimo de que mis ojos no pararon de brillar en ningún momento – mientras camina por los pasillos, mientras presta atención en clases, cuando llega la hora de almuerzo y toma asiento en la cafetería con sus dos amigos, hasta cuando llega la hora de irse a casa.

Que, por casualidad, queda a algunas calles de la mía.

El destino nos quiere juntos. Estoy seguro de eso. Tengo pocas pruebas, pero cero dudas.

Como no pude sacarme al precioso chico osito de la cabeza en todo lo que duró mi día, decidí que tomaría cartas en el asunto, por lo que, al otro día, tomo el valor de escribir una carta y acompañarla con un par de bombones para dejarlos en su respectivo casillero y de igual manera dejar un bubble tea con una notita en su escritorio.

Su reacción al encontrarse con los pequeños regalos que preparé con tanto cariño me entristeció, el bubble tea que dejé en su puesto se lo regaló al más alto de sus acompañantes y los bombones los tiró a la basura.

Escuché decir a sus amigos que no creía ninguna de mis palabras, que seguro hice eso para burlarme por lo que me convertía en una mala persona, y si llegara a descubrir quién soy me rompería la nariz. Pero no me voy a rendir.

Eso jamás.