Capítulo 9

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Han pasado dos días desde el "incidente" en las duchas. Trato de bloquear todos los recuerdos pero siempre vuelven a mi mente.

Esto no se queda así. Me importa un carajo su título, su poder, y que me pueda volar la cabeza. Esto es la guerra. Y en la guerra y el sexo, todo se vale.

He pasado dos días estudiando los perfiles de los sujetos. Me he dado cuenta de que siempre los llamamos así: sujetos. Cualquier misión que deba incluir personas, para nosotros no tienen nombres. Aparecen y desaparecen con la misma rapidez de nuestras vidas y jamás los volvemos a ver, por lo que no vale la pena memorizar una cosa como esa.

—53 –me llama uno de los agentes que irá a la misión—. ¿Le llevas esto a 043?

Me tiende un montón de carpetas.

—¿Qué son?

—Planes de ataque, evaluación de perfiles –mueve las manos, indicando que es algo así como el papeleo de oficina—. Son las cosas que necesita.

—¿Y por qué debo llevarlo yo?

—Pues –lo veo mecerse sobre sus pies—. Porque eres el nuevo, y los nuevos siempre deben hacerlo.

—Ninguno quiere hablar con ella –aclara 67—. Mientras menos contacto mejor.

Pienso un poco y al final me doy la vuelta para irme. No tengo ninguna excusa para ir a la superficie, y no voy a negar que he tenido ganas de volver a verla, porque hay ciertas cosas que debemos resolver. Así que esta es la excusa perfecta.

Entro a mi tubo y empiezo el ascenso. Una vez afuera, entro a la casa y voy directo a la oficina. ¿Por qué ella siempre está aquí? Ni idea, pero es bueno no tener que andar por todos lados buscándola.

—¿Qué quieres? –pregunta sin levantar la vista.

—Me enviaron a traerle el papeleo –respondo.

Continúa tecleando en su computador y me hace una señal para que, supongo, coloque los papeles ahí. Voy a su lado y los pongo en la mesa que me indicó. Me giro hacia ella y no me pone atención. Está enfrascada en quién sabe qué cosa.

Me quedo mirándola unos segundos, es realmente atractiva, bastante.

—Si terminaste te largas –dice aún sin mirarme.

Hay cosas a las que no se les puede dar muchas vueltas, esta es una de ellas. Giro su silla y antes de que pueda decir nada, la beso. Llevo mi mano detrás de su cabeza para mantenerla ahí hasta que sus labios siguen el mismo ritmo que los míos, voraz y salvaje.

A pesar de que debo mantenerme doblado para estar a su altura, no me molesta, y sigo besándola con ansias mientras mis manos bajan por su cuerpo, tocando sus senos por encima de la ropa. Ella me las aparta pero no rompe el beso. Algo me hace pensar que no le gusta ser tocada.

Me arrodillo en medio de sus piernas y los besos y las mordidas continúan, sus manos se enredan en mi cabello y en un movimiento rápido la levanto ligeramente, le bajo los pantalones y se deja caer en el asiento. Llevo los pantalones a sus tobillos y antes de acercarme, pone su mano en mi frente.

—Olvídalo –me dice.

—¿Qué? –esta debe ser la primera (y única) mujer que conozco que pretende negarse a un oral.

—Eso no va conmigo, olvídalo.

Pongo los codos sobre sus rodillas y la miro desde abajo. ¿Es en serio?

—¿Por qué? –pregunto.

—No dejo mi placer en manos de nadie.

—No será en mis manos, será en mi boca –llevo ambas manos detrás de mi espalda en señal de que hablo en serio.

La veo inclinar la cabeza a un lado, como si estuviera pensando y evaluando la situación.

—Sé que eres capaz de alcanzar las estrellas sola –digo acercándome y lamiendo su centro—, pero quiero mostrarte lo placentero que es que te lleven a ellas.

—Bien, suficiente.

La veo ponerse de pie y subirse los pantalones. Literalmente se los sube.

—¿Es broma?

—Si vuelves a hacer una pregunta estúpida, te disparo. Ahora largo.

—No me puedo creer que seas la única mujer en el mundo que no quiere que le hagan sexo oral teniendo un... ¡Carajo!

Llevo mis manos a mi pierna izquierda... me disparó. ¡La maldita me disparó!

—Como dije –empieza—, no amenazo porque sí. Ahora lárgate o el próximo disparo será más arriba y al centro.

Tiene que estar demente, pero evito decir cualquier cosa y como puedo me pongo de pie para salir cojeando. Si será desgraciada.

Atravesar el bosque es un suplicio. Llego abajo y voy directo a la enfermería en donde 911 me recibe con una mirada lastimera.

—Déjame adivinar –se adelanta—. Tuviste una amistosa conversación con 043.

—¿Tan obvio es?

Se encoje de hombros y me pide que tome asiento.

—Como ya tienes la sangre genéticamente modificada, la herida curará más rápido, por eso no te duele tanto como le dolería a una persona con sangre normal. Porque sí, sé que no te duele como el infierno, además, estarás como nuevo para tu misión –me explica—. Solo voy a sacar la bala, suturarte y estarás como nuevo.

—Me imagino que ves esto muy a menudo.

—Más de lo que crees. A veces los agentes piensan que son intocables, que están por encima de todo y, cuando una bala les alcanza, me alegra un poco que eso los obligue a poner los pies sobre la tierra.

Termina en menos de cinco minutos y me pone una crema extraña que reduce el dolor significativamente. Me pongo de pie y me preparo para irme cuando la pregunta de 911 hace que me detenga.

—¿Qué quieres probar?

—¿A qué te refieres?

—He atendido muchas heridas, y esa fue de cerca, y no estabas en ninguna misión, así que, ¿qué es lo que quieres probar?

La miro de forma divertida mientras tuerzo el gesto. Sí, claro. Como si a ella se lo fuera a decir.

—Solo... hice una mala elección de palabras.

—Bueno, como consejo, olvídate de cogértela.

—¿Disculpa?

—Eres el agente con más cojones que he visto para acercarse a ella. La ves como una mujer, no como la máquina insensible y asesina que es. Por eso te digo que, por tu bien, te olvides de tus instintos primitivos y la dejes en paz... a menos que quieras que te use como consolador humano.

—Lo mismo me dijo 328.

Y lo mismo que comprobé.

Se acerca a mí y me da una palmada en el hombro.

—043 tiene un concepto algo perturbado del sexo. Sabe que debe ser placentero, pero ni siquiera en ese aspecto sabe lo que es el trabajo en equipo. Por eso solo se preocupa por ella misma y, si su acompañante tiene la facilidad de correrse con eso pues, felicidades. Pero nunca será su prioridad.

—Iba a preguntar cómo lo sabes, pero...

—Aquí todos la hemos visto follar –termina por mí.

—Claro.

Agente 043Donde viven las historias. Descúbrelo ahora