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Hacer una felación tan profunda sin provocarse arcadas ya era bastante admirable de parte de Hyungwon, pero que usara la lengua de forma tan perfectamente correcta para estimular los puntos justos, era jodidamente increíble.

Las piernas de Wonho parecía que podrían ceder en cualquier momento, por lo que tomó asiento en la cama, mordiéndose el labio mientras miraba como Hyungwon lo seguía obedientemente sin detenerse siquiera un poco por el cambio de posición.

Fue gracias al cambio de posición que notó que aquel travieso chico había estado todo el tiempo aprovechando de nuevo su posición para seguir jugando con su propia entrada al mismo tiempo que lo complacía expertamente con su boca. Los ojos de Wonho estaban plagados de lujuria por la persona que tenía enfrente.

Quería morderlo más, marcar su cuerpo de todas las formas posibles y hacerlo llorar hasta que rogara por piedad, para finalmente besar sus labios hasta que se le agotaran las lágrimas. Hacerlo suyo, tanto que cuando Hyungwon quisiera estar con otra persona, al cerrar los ojos, lo viera a él y que deseara tenerlo encima, maltratándolo y castigándolo como solo él sabía hacerlo, porque aunque luciera delicado y frágil, la verdad era que a ese tipo le encantaban las cosas difíciles, la rudeza y la sangre.

— Basta. —gruñó tirando de su cabello, pero el delgado intentó volver a meter el miembro en su boca— ¡He dicho basta! —le ordenó apretando su cuello con una mano para finalmente abofetear la bonita cara que ya estaba hecha un desastre de saliva y líquido preseminal.

Hyungwon sonrió levemente y se lamió los labios, intentando desafiar sus ordenes de nuevo.

Entonces, Wonho tiró de su cabello hasta que el menor no tuvo más opción que ponerse de pie, pero automáticamente se acomodó sobre su regazo, sin dejarle opción.

— Hazlo ya... —susurró en algo que parecía más un gemido que otra cosa— fóllame, te lo suplico...

El mayor lo miró fijamente un par de segundos con la mirada nublada de lujuria. Era Hyungwon quien estaba suplicando, pero realmente era él quien sentía que ya no podía soportarlo más, por lo que sin poder evitarlo, envolvió aquel delgado cuerpo en sus brazos, apegando su cara a la piel del delgado, aspirando el aroma del gel que le gustaba impregnado en su cuerpo.

Se sentía tan frágil, como si lo estuviera tentando a romperlo completo.

Aquel íntimo abrazo duró un par de segundos, pero después sus manos bajaron a aquellos pequeños glúteos donde seguramente el escozor seguía tan presente como cuando le dio el latigazo. Pero eso no lo detuvo para tomarlos entre sus manos y separarlos fuertemente, arrancando quejidos lastimeros del menor.

— Si realmente quieres que te folle, abre tus piernas para mí. —susurró contra la piel de su cuello.

Hyungwon siseó en respuesta, y lentamente dejó que sus rodillas se resbalaran por la sábana, abriendo lentamente sus piernas, hasta que su cuerpo bajó lo suficiente para chocar con el erecto miembro de Wonho que comenzó a rozarse contra la dilatada entrada que estaba bastante expuesta gracias a que Wonho seguía manteniendo los pequeños glúteos del menor separados hasta su límite.

Sin necesidad de apoyo, aquel húmedo y caliente miembro empezó a meter un poco de su punta dentro del cuerpo del delgado.

— Ah... —siseó Hyungwon con la boca abierta— sí, sí... Así...

Wonho gruñó por las sensaciones y por aquella ronca voz llena de placer que le provocó escalofríos. Quizá Hyungwon no lo sabía pero era erótico incluso por hablar en medio de esa situación, tanto que Wonho se sentía como una adolescente precoz a su lado, aunque no lo demostrara.

— ¿Debo amordazarte también para que no digas nada con esa sucia boca que acaba de chuparmela? —susurró contra sus labios, arrancando un sonoro gemido del menor.

Y sorprendentemente, Hyungwon se sonrojó por esa tontería. Esa era la primera vez que veía a su compañero avergonzado de esa manera en una cama. Le pareció de lo más divertido, por lo que no pudo evitar sonreír, pero también le pareció demasiado interesante como para seguir teniendo paciencia. Entonces, sin previo aviso, tomó la cintura del menor y con un rápido movimiento lo obligó a caer totalmente sentado sobre su miembro.

Hyungwon gritó y se estremeció, jadeando violentamente.

Sin esperar a que se recuperara de las intensas sensaciones, Wonho siguió teniendo entre sus manos aquella delgada cintura y empezó a marcar un ritmo con el cuerpo del delgado que no podía hacer nada más que obedecer al movimiento que lo obligaba a insertarse aquel caliente miembro el lo profundo de su interior, mientras sentía como sus glúteos y piernas eran abiertos casi a su límite.

La zona lateral de la cintura donde Wonho apretaba, comenzó a dejar ver marcas de un intenso color, dibujando perfectamente la silueta de los dedos del mayor. Mientras tanto, Hyungwon trataba de mantener su cordura con aquel profundo movimiento. Sentía sus ojos húmedos pero la corbata le impedía saber si aquellas lágrimas estaban siendo vistas por el mayor, sus manos estaban entumecidas en su espalda pero realmente picaban por rasguñar la musculosa espalda del hombre que lo estaba penetrando de forma tan salvaje, justo como le gustaba.

Perdido en la dulce lujuria, tiró la cabeza hacia atrás dejando a la vista aquel vulnerable cuello donde ya se hacía notar la marca de una dolorosa mordida y varios chupetones hechos por la dulce boca de su acompañante, quien al ver el arte pintado sobre su lienzo favorito, no pudo evitar apreciarlo dejando un camino de besos con delicadeza que definitivamente no combinaban con el desastre que estaba haciendo con la zona baja de ese mismo cuerpo.

Repentinamente, las mismas manos que habían estado aprisionándolo para que aquel miembro se penetrara produndamente en él, fueron las mismas que lo levantaron, obligándolo a dejar salir toda la extensión de su cuerpo, dejando una sensación de vacío dentro.

Agobiado por el reciente abandono, su interior comenzó a palpitar en busca del miembro que estaba saciándolo desde hace rato, necesitado de atención. Pero Wonho tenía otros planes; necesitaba ver a Hyungwon desde todos los ángulos posibles, por lo que lo tiró boca abajo en la cama, levantando su zona inferior para que se apoyara con su las rodillas, y tan pronto como lo hizo, volvió a llenarlo. Esta vez siendo él quien marcara el ritmo.

La mejilla de Hyungwon se frotaba intensamente contra el colchón, pero eso no le impedía soltar los sonidos que demostraban que como Wonho, nadie podía saciarlo.

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