Tercera Parte

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Cuando llegamos, Pauli nos esperaba en la puerta. Le agradecí de todas las maneras posibles a Santiago, el primo de Pau. Y entré a la casa.

_Mi amor, estás llorando, ¿qué te pasó?_ Le dije, muy preocupada, ví sus lágrimas en los ojos...

_Cuando llegué, sólo estaba mi mamá y le conté que venía de la casa de mi novia. Me dijo de todo, y se metió mucho con tu enfermedad. No pude hacer otra cosa, me metí a llorar a mi cuarto...

_A mí me pasó lo mismo... Le dije a mi mamá, y también me dijo de todo, y también se metió con mi enfermedad...

_No puedo seguir así, te amo, y quiero estar con vos, sólo eso, mi amor...

_Yo tampoco puedo seguir, mi mamá me dijo, y cito, "¿Para qué seguís viviendo?"...

_¿Eso te dijo?

_Sí_ Respondí, y me callejón las lágrimas de los ojos...

_Tranquila_ Dijo Pau, y me dio un lindo abrazo..._ Y, perdoname la sinceridad, pero...se fue al carajo...

_Tenés razón, mi amor... Se desubico...

_Se desubico mal...

  Pau me abrazó, yo la abrace más fuerte. Nos quedamos así por un rato. Ninguna hablaba, pero mi cabeza no se callaba. Sabía que mi mamá tenía razón en parte. Me había quedado pensando en ese "para que seguis viviendo?" No podía creer que mi mamá, MI MAMÁ, me lo haya dicho. Sé que si mi propia madre me dice eso, los otros deben querer matarme ellos... Matarme...

_Matarme!_ Dije, y pegue un pequeño salto en la cama.

_Martarte?_ Me respondió Paula, un poco confundida_ No me digas que pensas en suicidarte. Y si lo haces, no podes dejarme así...

_Si, Pau, si lo pensé. ¡Ya me cansé de vivir así! ¡Es la única solución!

_Pero... ¿y yo?

_Y vos... podes venir conmigo. Pensalo: Nos vamos lejos, tenemos nuestra última noche de amor, y no llegamos a ver el Sol, nunca más.

_Es un poco complicado, Malú. No sé si lo podemos hacer... Aunque, ahora que lo pienso... yo no tengo nada que perder. Para todos acá, que yo este o no es lo mismo.

_Si, a mí me pasa lo mismo. Nadie me va a extrañar acá. Además, en el cielo, en el infierno, donde sea que estemos, se que vamos a estar mejor que acá.

_Y vamos a estar juntas...

_Eso sobre todo...

_Vamosno YA mismo, mi amor.

_¿Ahora? ¿Ya?

_Sí, ahora. ¿No era que no había nada que perder?

   Paula y yo juntamos algo de plata, armamos un bolso, y nos preparamos para salir. Llevábamos dos mantitas para que podamos dormir. Una birome, y un papel, para poder escribir nuestras últimas palabras. Dos botellas de cerveza bien fría. Y, lo más importante, dos sogas que a Pauli le habían quedado de cuando era chica. Secamos nuestras lágrimas, nos dimos un dulce beso y salimos de la casa lo más silenciosamente posible. Pau había dejado una nota sobre la mesa, que decía "Me fui. Adiós."

   Partimos sin rumbo, teníamos algo de miedo a que nos roben... Pero, ¿quién va a estar por la calle un martes a la madrugada? Nos metimos en un callejón, el "rinconcito de felicidad" de Paula. Ella, de tantas veces que había ido a ese lugar escapando del mundo, había descubierto una puerta, que llevaba a un lugar pero no sabía a donde. Nos costó abrirla, pero por fin pudimos. Era igual que el callejón que había antes, sólo que ahora había techo. Estábamos en una especie de callejón sin salida, era muy de película. Pero sabía que eso era la vida real. Estaba muy nerviosa. El lugar me daba escalofríos, pero me moría de curiosidad por ver que había después. Paula me tranquilizó. Me dijo que nada malo nos iba a pasar. Nadie conocía ese lugar. Y los que lo conocían, eran sus amigos. No nos iban a hacer nada.

Malu-MalúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora