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El mundo ha cambiado después de
la llegada del virus ENIA, los niños
dejaron de serlo para convertirse
en armas del gobierno, solo un
pequeño porcentaje de los infectados
sobrevivió, y ha...
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Sentí que un balde de agua helada me caía directamente a la cabeza, en un rápido impulso terminé por alejar con toda la fuerza de mi poder a YoonGi, provocando que esté quedara tendido sobre el suelo.
Creí que lo había matado, pues impacto tan fuerte que era lo más obvio, pero este tan solo se carcajeó para después levantar su torso con lentitud y quedar sentado sobre el piso sin dejar de fulminarme con la mirada.
El pánico me invadió por completo cuando ví el brillar de sus ojos color ámbar y la sonrisa maquiavélica que se había dibujado en su rostro, mientras se acercaba a mi, a gatas, cuan león a su presa.
Estaba perdido, el día de hoy terminaría siendo algún animal, cerré los ojos y esperé pacientemente la punzada cerebral indicio de la manipulación, pero en lugar de eso sentí la mano fría y delgada de YoonGi sobre mi rostro.
─Abre los ojos... ─dijo en un susurro.
Le obedecí y abrí los ojos encontrándome con esa mirada gatuna tan enigmática como temible.
─¡Puta madre JiMin, piensas matarme!, ¿Qué carajos te pasa? ─Exclamó con furia, tomando mis hombros para sacudirme fuertemente.
Fastidiado lo tomé de ambos antebrazos alejándolo nuevamente de mí cuerpo.
─¿Qué carajos te pasa a ti?, Dices que confíe en ti, pero te la pasas mintiéndome en asuntos de suma importancia. ─Expresé molesto imitando la posición que él comúnmente utilizaba para alejar a las personas, me postré con firmeza en el suelo colocando ambos brazos frente a mí cuerpo para cruzarlos sin apartar la mirada de su rostro.
Él se postró de igual forma, observándome de pies a cabeza con un gesto en el rostro difícil de descifrar.
─¿De verdad crees que tú y yo tuvimos sexo? ─Inquirió incrédulo.
Medité por un segundo mi respuesta, encarándole firmemente.
─¡Sí! ─Afirmé. ─El encontrarte con el miembro flácido fuera de tu pantalón y miles de papeles arrugados en el piso a tu alrededor lo corroboran ─aseveré seguro de mis palabras hasta ver la reacción de gracia dibujada en su rostro.
Intentaba contenerse, pero no pudo más y explotó riendo a carcajadas.
─¡Ay no JiMin!, tú debes andar con un casco igual al de Magneto el de los X-Men ─mencionó entre risas sosteniendo con firmeza su abdomen.
Me sentí mal y confundido, por supuesto sabía quien era Magneto, pero no entendí a detalle la comparación o referencia que trató de decirme.
Él de nueva cuenta se acercó a mí colocando ambas manos sobre mis hombros masajeando en círculos pequeños con sus dedos, me gustaba el tacto, pero sentí que de alguna forma trataba de distraerme por lo que me alejé y tomé asiento en el sillón.
