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Jimin un chico de 23 años de edad, peli-rosa, amable y sencillo, trabajaba como doctor en uno de los reclusorios más prestigiosos y grandes de Corea, era uno de los más asegurados del país, Jimin al ser nieto de uno de los guardias jubilados del lugar había entrado a trabajar hace una semana, atendía y curaba a los reclusos del lugar, muchos de ellos llegaban desde la gripe más sencilla a los casos como intento de asesinato, apuñaladas, envenenamiento, heridas de bala y ¿como es que un preso puede conseguir un arma? ¡sencillo!

El poder del dinero.

Jimin apenas había comenzado a conocer el lugar y algo que aún no tenía conocimiento era del líder de ese lugar, el cual no era ni el dueño, ni el director del reclusorio, y eso se debía que quien verdaderamente mandaba en ese lugar era un chico, de piel morena, ojos negros, cabello del mismo color, un cuerpo inevitablemente sexy que con solo un golpe podría hacerte desmayar, constantemente pasaba los días en el pequeño gimnasio, así es, el lugar no parecía una prisión, el lugar era como un hotel, por ese mismo motivo el chico tenía músculos ¡un recluso! Llamado Jeon Jungkook.

El chico daba miedo solo con ver sus ojos o escuchar su nombre a quien sea que lo conozca.

Si Jungkook era el que mandaba, ¿por qué no sale del reclusorio?

Bien, la cuestión era porque en ese lugar tenía todo, poder, vida, amigos "muy pocos", ese lugar era su lugar y jamás saldría de ahí, fuera de esas instalaciones no tenía nada, absolutamente nada.

Fue condenado a 13 años de prisión los cuales solo iba cumpliendo un año, ¿motivo?, asesino a su padre, en su defensa, uno de los motivos era que su padre secuestraba niñas menores de edad para prostituirlas, también traficaba droga, asesinaba personas, en resumen era un monstruo.

Su madre deshizo toda esa organización de tráfico, secuestro y por ende los asesinatos, pero lo que les beneficia es la gran fortuna que dejó su padre con billones de dólares para cada uno de los dos, su madre lo apoya, ella a cada cierto tiempo deposita en su cuenta una cierta cantidad para poder tener comodidades dentro del reclusorio, es por eso que nadie se mete con él, porque con una cierta cantidad de dinero mandaría a matar a alguien sin mancharse las manos, si te metes con él o con alguno de sus amigos estaría muerto en cuestión de segundos.

Prefería pasar su tiempo ahí dentro que salir a ver el mundo tan podrido qué hay fuera, aunque uno que otro recluso quiere terminar con la vida de Jeon, estaba muy consiente de eso.

Como ese día que intentarían atentar contra su vida.

_Mierda Nam te dije que cada vez que vengas a mi celda, toques antes, maldito maleducado- pronunció hastiado.

_Ya cállate dibujitos, vengo hablar contigo.

Nam lo apodó "dibujitos" por los diversos tatuajes de su brazo derecho hasta los nudillos de su mano, parte del cuello y en su pecho, un dragón con la cola finalizando en parte de atrás de su cuello.

_Ahora que es lo que quieres- Jeon dejo a un lado un cubo de rubik le encantaba jugar con eso, quizás solo quizás en su desesperación destrozaba el pobre juguete, armándolo como un puzzle.

_Te dije que te calmaras- viro sus ojos luego de suspirar- escuche a ji soo y a wonho que planeaban hacerte algo hoy en la noche.

_Esos idiotas que se jodan.

_¿Qué harás?- pregunto curioso.

_Les daré una lección- sonrío.

_¿Como?, podría avisarle a Taehyung, es bueno con los cuchillos, podría ayudarte, sabes que esconde uno en su celda.

_Bien, avísale, también a Jin se que le encanta jugar, Yoongi es un perezoso de mierda, podría cuidarnos la espalda.

_Bien también le avisaré a Hoseok distraerá a los guardias, las cámaras serán su atención.

Tras las rejas 📍kookmin📍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora