"Fui a Onomichi hace 5 años, fue en pleno mes de mayo, un fin de semana, y el tiempo hizo que pareciera que ya era verano", Nakai comenzó.
Como ya mencioné, Nakai era estudiante de posgrado cuando asistía a la escuela de conversación inglesa. Incluso después de partir Kyoto y perder el contacto con todos los demás, él era la única persona con la que seguía en contacto. Incluso había ido a cenar a su apartamento en Suidobashi y había comido la comida de su mujer algunas veces.
"La razón por la que iba hasta allí era para traer de vuelta a mi mujer. Ella había...cambiado."
Lo que sigue es la historia de Nakai.
Comenzó dos semanas antes de ir a Onomichi.
Cuando llegue a casa del trabajo las luces estaban apagadas, y el pasillo que conducía al salón estaba tan oscuro como un túnel. Todo parecía muy siniestro. Mi esposa acababa de dejar su trabajo, así que estaba en casa la mayor parte del tiempo, y siempre me avisaba si iba a salir por la noche. Pero no encontré nada parecido a una nota en el salón.
Intente llamarla, pero su teléfono no paraba de sonar.
Espero que ella no haya tenido algún tipo de accidente, pensé con un escalofrió de suspenso, esperando hasta que, por fin, alguien contestara.
"¿hola?", dijo una vocecita.
Una oleada de alivio me recorrió cuando escuche esa voz, pero cuando dijo que estaba en Onomichi me sorprendió. Me informo, sondando claramente irritada, que había salido de Tokio por la tarde y había encontrado alojamiento en Onomichi.
"voy a estar aquí un tiempo" ella dijo.
Me sorprendió. "¿Qué haces en Onomichi?" pregunte, pero solo silencio hubo del otro extremo.
Apretando la oreja más al teléfono, oi débilmente el sonido del agua que goteaba en un lavado.
Una oleado de furia se apodero de mí, tenía una responsabilidad con ella como su marido. ¿Cómo podía irse de casa sin dar una sola explicación? ¿y que iba a decirle a mis suegras si llamaban?
Cuando le dije todo esto, ella suspiro.
"¿responsabilidad? ¿a quién le importa?" y luego colgó.
Me quede boquiabierto, pero al mismo tiempo otra parte de mi pensaba, que lo sabía honestamente. Sinceramente, desde mediados de abril había empezado a sentir que algo no encajaba en su comportamiento.
No podía precisarlo, pero de vez en cuando una mirada fría aparecía en su rostro. Era como si no estuviera allí, y si intentaba preguntarle algo sólo daba respuestas vagas. Si la dejaba en paz, volvía a ser la misma de siempre.
Cada vez que le preguntaba si había dicho algo malo, se limitaba a mirarme confundida. No podía saber si realmente no se había dado cuenta de lo que había pasado o si simplemente se estaba haciendo la tonta.
Sin embargo, había algo que se sentía muy mal en esa mirada fría en su rostro. Por un momento, me pareció que había una persona completamente diferente sentada allí.
Le pregunté si se sentía bien, y dijo que sí. Pero estaba convencido de que tenía que haber una razón para esa mirada.
"Si algo te preocupa, ¿por qué no me lo dices?"
Mi esposa parecía dolida de que le preguntara algo así.
"Si sigues sintiendo que algo no va bien, ¿quizás seas sólo tú?"
"¡No puedo ser sólo yo!"
"¿Pero cómo lo sabes con seguridad?"
Ella estaba convencida de que era mi problema, y yo de que era el suyo. Cuanto más discutíamos, más se encerraba en su caparazón. Yo sabía que había un problema, pero no lograba comprender cuál era realmente. Eso me enfurecía muchísimo.
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Tren nocturno
Misterio / SuspensoNinguno de nosotros pudo olvidarla. Los seis pasamos nuestros días de universidad en Kioto. Hace diez años, en el festival del fuego de Kurama, Hasegawa se desvaneció en el aire. Diez años después, los cinco restantes nos encontramos de nuevo en k...