Capítulo 6

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Entre que me pasé el día viendo películas, durmiendo, viendo la tele y comiendo, se hizo de noche, y me sentía una completa mierda de aportación a la vida.

¿Qué coño me pasaba? Todo iba mal en mí. Todo iba mal con ella. Todo iba simplemente eso, mal.

Salí a la calle para tratar de difuminarme con el viento que hacía, pero eso no pasó.

Andaba con mis manos en mis bolsillos, observando las luces de los semáforos y las farolas que se reflejaban en la carretera mojada de las calles. Siempre me ha parecido algo hermosamente curioso.

Alcé la vista al cielo, observando sus nubes de tono azul oscuro, y lancé un suspiro, como queriendo que le llegara a la vida en sí, provocando unicamente que saliera vaho de mi boca.

Agaché la cabeza de nuevo, pero en el camino pude diferenciar una figura apoyada en una de las farolas que presidían la calle.

No podía ser.. ¿Megan?

Aligeré un poco mi paso y llegué hasta esa persona, que resultaba ser, efectivamente, Megan, con una borrachera cojonuda al parecer.

- Megan, ¿se puede saber qué has hecho? - me puse en cuclillas delante de ella y le tomé de las mejillas, haciendo que sus ojos oscuros se centrasen en mí y no en la luz de la farola.

Por un momento me miró algo desorientada, ladeando tanto la cabeza que parecía que se le iba a caer. Y luego la tenía entre mis brazos, llorando.

Dí un largo suspiro.

La noche no hace más que mejorar.

No sabía que hacer en ese momento, asi que decidí llevarla hasta el banco que había al lado. La tomé del brazo, pasandolo alrededor de mi cuello y dejé que su cuerpo reposara en mí hasta que la senté.

Seguía llorando asi que simplemente me senté a su lado y dejé que apoyara su cabeza en mis piernas, apoyando una de mis manos en su cabeza.

Mierda. No podía dejarla en ese estado en la calle, y si la llevaba a su casa seguramente le echarían una bronca de la que no se olvidaría jamás.. ¿pero por qué me preocupaba por eso? No me iba a afectar a mí.

Hasta que caí en la cuenta de que los padres de Megan me conocían al haber salido juntas, y precisamente no es que me tuvieran en muy alta estima. Digamos que mi yo de antes era peor que mi yo de ahora, y eso es decirlo todo.

Pensé entonces en llevarla a mi casa. De todas formas mis padres no volvían hasta dentro de una semana y la tenía para mí sola.

Al dejar mis pensamientos a un lado, pude darme cuenta de que Megan había dejado de llorar, y que ahora dormía placidamente con su mejilla apoyada en mis piernas.

- Joder, Meg..- resoplé y eché mi cabeza hacia atrás un momento, cerrando mis ojos.

- ¿Se ha quedado buena noche, no?

Abrí mis ojos y parpadeando un poco volví a colocar mi cabeza como antes, observando delante a una chica que miraba arriba, justo como había hecho yo antes, degustando un cigarrillo con un paquete de Malboro en la otra mano, que seguidamente se metió en el pantalón.

El humo no me dejó ver por un momento su rostro, pero cuando el viento se lo quito de la cara pude observar unos ragos finos y afeminados.

Si, definitivamente era una chica, a pesar de que su corte de pelo tipo chico podría hacer dudar siendo de noche. Tenía el pelo algo despeinado por la parte de delante, echado hacia arriba. Me parecía jodidamente sexy. Su pelo castaño contrastaba con el tono rubio de la parte delantera de su cabello.

- ¿Acaso tú también estás borracha?

Tardé un segundo en procesar que esa pregunta iba para mí. La miré.

- ¿Es.. a mí?

Volteó su cabeza y abrió sus brazos a los lados.

- ¿Acaso hay alguien más en esta calle? No es que este precisamente abarrotada, ¿sabes? - se río algo sarcástica, de una manera, que no sé por qué, me dió la sensación de que era algo muy suyo.

Volví a mirar entonces a Megan, que seguía completamente sopa.

La chica acabó su cigarillo, y lo tiró al suelo pisandolo con su botas martens negras.

Se acercó al banco en el que estaba sentada, y a medida que lo hacía yo trataba de decir algo al darme cuenta de que no había articulado casi palabra, por alguna extraña razón.

Actué de forma rápida y me incorporé, no sin antes tomar de la cabeza a Megan, dandole unas cuantas palmaditas en la cara para que espabilara.

- Vamos, Meg, no te duermas. - la volví a tomar de su brazo, llegando justo esa chica a mi lado.

- Vaya, menuda noche se ha dado, ¿no? - se volvió a reir de la misma manera en la que se rió antes - ¿por qué no has controlado un poco a tu chica?

- No es mi chica. - contesté secamente- es tan sólo una amiga, y me la tengo que llevar a casa. Además, no sabía que estaba aquí, me la acababa de..

- Tampoco te he dicho que me cuentes tu vida. - me cortó en un segundo.

Entorné los ojos y fruncí notablemente el ceño. ¿De qué coño iba esta chica?

Para mi sorpresa se rió de nuevo.

- Tranquila, no me mates con la mirada. Tan sólo bromeaba. - se colocó al otro lado de Megan, haciendo que su brazo rodearan su cuello- te ayudo, sólo guíame y yo te sigo.

Tardé un momento en reaccionar. Moví mi cabeza y empecé a caminar, tratando de que Meg no se cayera al ir caminando casi arrastrando los pies.

- ¿Por qué me ayudas? Ni siquiera me conoces. - logré decir después de un rato.

- ¿Acaso tengo que conocerte para ayudarte? - contestó mirándome.

Le mantuve la mirada un rato, hasta que volví a desviar mi mirada hacia delante. Creo que pude escuchar como esbozaba una sonrisa para sí misma.

Estaba claro que esa chica decía lo que pensaba directamente.

Al final llegamos a mi casa, y mientras esa chica sujetaba a Megan, yo abrí la puerta.

La volví a sujetar para que no se cayera, porque estaba claro que se estaba quedando dormida de nuevo.

La chica me hizo un gesto con la cabeza, y se dió la vuelta apunto de marcharse.

- Espera - me miró de reojo- esto.. gracias por la ayuda - dije demasiado bajo.

Sonrío de alguna manera.

- De todas formas tú no la ibas a pedir. - volvió a comenzar a caminar y se alejó por las calles.

¿Qué cojones significaba esa respuesta? Me irritó que no dijera un simple "gracias" y ya está.

Noté como me pesaban los ojos un poco y entré en casa, dejando las llaves en su sitio y cerrando la puerta, algo costoso al tener a Megan casi encima de mí.

Decidí tumbarla en el sofá y echarle una manta grande por encima, ya que llevarla a mi habitación suponía subir las escaleras, y eso si que no lo iba a hacer en su estado.

Ya había hecho demasiado por ella, asi que subí las escaleras hasta mi cuarto y me tiré en la cama, sin quitarme la ropa, sin tan siquiera arroparme. Simplemente deje que el sueño me invadiera, pasandoseme por la mente esa extraña chica de risa peculiar.

Memories with herDonde viven las historias. Descúbrelo ahora