Capítulo 2

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En tan sólo una semana se había empezado a notar el frío adecuado al mes de Noviembre.

Ese día no sólo el viento hacía que mi pelo me comiera practicamente la cara, si no que también nevaba. Nevaba lo suficiente como para que se escuchara el ruido de mis pies al pisar la nieve. Como cuando comes un chicle que esta demasiado duro. Exactamente así.

Salí a la calle con mis botas marrones, un abrigo azul oscuro que me llegaba hasta el cuello y me puse el gorro de mi abrigo, tapándome practicamente la cara.

Caminé un buen rato, observando los adornos de Navidad, ya puestos en lo alto con los cables conectandolos de una casa a otra. Inspiré hondo el aire frío de la mañana y me paré en la farola enfrente de la cafetería donde había quedado con Charlotte.

Había llegado 10 minutos antes para poder fumarme un cigarrillo. A Charlotte no le gustaba que fumara, asi que lo hacía cuando ella no me veía y asi no pudiera reprimirme.

Saqué el cigarrillo y empecé a fumarmelo, sin ninguna prisa. Al cabo de menos de dos minutos ya estaba tosiendo. No es bueno mezclar un catarro junto al frío que me calaba hasta los huesos y un cigarrillo, por muy bueno que estuviera.

En verdad esas últimas semanas había estado muy estresada. La razón principal de todo esto era..

- ¡Mel! - la voz de Char me sobresaltó e instintivamente tire el cigarrillo al suelo en el segundo, pisándolo y cubriéndolo de nieve posteriormente.

Se acercó a mí despacio, pudiendo comprobar desde la lejanía lo guapa que estaba. Llevaba un abrigo blanco, igual que sus guantes y su gorro. Que llevara practicamente todo blanco junto a su piel tan clara hacía que se mimetirazara con el ambiente.

Al estar lo suficiente cerca de mí, rodeó dubitativa sus brazos en mi cuello y me besó. Tomé su cintura y me dejé llevar por el suave sabor de manzana de sus labios. Se separó despacio.

- Antes de salir me he comido una. - me sonrió al saber perfectamente lo que estaba pensando.

- De todas formas tu sabor natural no se puede comparar con nada.

Noté como sus mejillas enrojecían, algo que me volvía practicamente loca, porque su piel era tan blanca que se le notaba demasiado y me parecía lo suficientemente adorable como para comerle la boca en ese mismo momento.

No lo hicé porque sé que ella aún no quería que nos comportaramos así delante de los demás. Quería que fueramos un poco más.. mmmh.. discretas.

- Has fumado, ¿verdad? - me soltó de repente.

Me limité a mirarla ladeando ligeramente la cabeza.

- He notado el sabor nada mas besarte - añadió- por eso lo he hecho.

- ¿Acaso no has decidido besarme porque.. mmh.. no sé, porque me quieres? - bromeé dedicandole una sonrisa.

Me miró con cara impasible, como si hubiera dicho algo malo. Dirigió su mirada a la cafetería y, sin decir nada, tomó mi mano y tiró de mí hasta que entramos en ella.

Nos fuimos a nuestro lugar de siempre, un sofá cómodo y largo pegado a la pared junto a la ventana. Se sentó enfrente de mí, en el sillón, pero inmediatamente la cogí de la cintura y la senté entre el hueco de mis piernas en el sofá. Besé su cuello y uní mi mejilla a la suya.

Solamente bajó la mirada un momento y se rasco su nariz roja por el frío.

Desde un momento supé que le pasaba algo, pero lo ignoré en ese instante para intentar pasar un rato agradable con ella.

Pedimos dos chocolates calientes, ella con tres nubes, como siempre, y yo con nata. Veía caer los copos de nieve por la ventana mientras notaba a Char entre mis brazos tomando su chocolate a sorbitos.

- ¿Crees que podrías quedarte aquí en Navidades? - susurré de forma casi inaudible, sabiendo que suponía hacer esa pregunta.

Se quedó un rato en silencio. Casi pude escuchar su respiración pausada entre el murmullo de las tantas personas que estaban en la cafetería.

- Ya hemos hablado de eso..- miró a otro lado como queriendo acabar así con la conversación.

Sabía que todos los años, en Navidad, ella se iba con sus padres a New York a visitar a su familia. Le había preguntando que si podía quedarse conmigo estas navidades, para no estar tanto tiempo separadas.

- ¿No has convencido a tus padres? - añadí.

- Es imposible que me dejen.

- O sea que ni siquiera lo has preguntado. - inspiré hondo sin apartar mi mirada de la ventana.

Noté como se separaba de mis brazos incorporandose en el sofá.

- Ni siquiera te conocen, Mel, no me van a dejar a tu cargo.

- Será porque no has tenido el valor de presentarme a ellos. - solté de repente, sin darme cuenta de lo que acababa de decir.

Me miró y pude ver como sus ojos reflejaban tristeza. Antes de que pudiera decir algo, se levantó del sofá cogiendo su gorro y sus guantes, poniendose el abrigo y miró hacia la puerta.

- Tengo que irme, le prometí a mi madre estar en casa antes de las una. - salió por la puerta mientras yo la observaba desde el sitio.

"Soy gilipollas", murmuré para mí misma.

Noté como mi móvil vibraba  y lo saqué para encontrarme con un mensaje.

Ultimamente has estado ignorándome. Necesito hablar contigo. Te echo mucho de menos.. - A.

Inspiré hondo.

De acuerdo. Dime hora y lugar.

Memories with herDonde viven las historias. Descúbrelo ahora