No podía creer que hubiera llegado ese momento de mi vida en el cual tenía que tirar piedrecitas a la ventana del cuarto de mi novia.
Hacía un frío que calaba los huesos, y yo tan sólo pensaba en que estaba cansada de que me hubiera ignorado esos días.
¿En qué maldito momento se me ocurrió que salir a la una de la madrugada para ir a verla sería buena idea?
En el momento en el cual mi pecho dolía demasiado como para poder pasar otro día más sin escuchar su voz o sentir su piel. En ese momento.
Tenías la manos rojas al estar congeladas, pero sobretodo, por los golpes que había estado dando a la pared. Puñetazos llenos de rabia. No podía soportarlo más. Tenía que verla.
Lancé una última piedra, esta vez más grande y a poco estuve de romper la ventana. Me asusté por el golpe que había dado, temiendo que sus padres lo hubieran escuchado y me escondí detrás de un coche aparcado.
Me puse en cuclillas y asomé despacio mi cabeza, con cuidado de no ser vista.
Y ahí estaba. Charlotte. Más guapa que nunca. Con su pelo recogido en un desarmado moño. Sus mechones rojos cayendo suavemente por sus mejillas, y esos ojos verdes que me volvían loca reflejan un brillo impresionante con la luz de la farola.
Tardé un momento en reaccionar y rapidamente salí de detrás del coche para ponerme a su vista.
- ¿Se puede saber que haces aquí a estas horas? - dijo bajo para no meter mucho ruido.
¿Que qué hacía ahí? Era obvio que quería hablar y estar con ella. Aunque parecía que no le agradaba mi presencia.
Se pasó un momento la mano por la cara y suspiró.
Ese suspiro me dolió. Era ese tipo de suspiro que alguien hace cuando esta cansado, cuando no tiene ni ganas de hablar. Y en ese momento parecía que le daba igual si estuviera o no con ella.
Agaché la cabeza un momento y me metí las manos en los bolsillos, dispuesta a irme.
- ¿Vas a subir, o no?
Levanté la vista de nuevo y la miré pensándomelo un momento. ¿En verdad iba a subir? ¿Iba a subir después de que me hubiese hablado así?
Al final opté por hacerlo. No perdía nada, y además, para ser sincera, moría de ganas de estar con ella.
Escalé lo más rápido que pude la pared de ladrillos, apoyando mis pies en los barrotes de la ventana de abajo. Menos mal que tenía práctica, porque si no me hubiera pegado una buena hostia.
Me ayudó a subir tomándome de las manos y acabé por meterme dentro de su habitación, cayendome sobre ella.
Pude apreciar más de cerca sus ojos, mientras mi pelo caía a un lado y mantenía mis manos a cada lado de su cabeza. Era ese glorioso momento en el cual yo la miraba a los labios y ella a los mios, entonces ahí nos besábamos como si lo hubieramos estado deseando mucho tiempo.
Pero eso no pasó.
Ella se levantó apartandome y rodeó su cuerpo con sus brazos, como queriendo calmar su frío.
Más frío sentía yo en ese momento, dentro de mí.
- Lo siento.
Es lo único que pude decir.
No sabía exactamente qué hacer, porque además no pensaba que lo que hice hubiese sido para tanto. Pero ese pensamiento me lo guardé, sólo hubiera empeorado las cosas.
Permaneció callada. Como una dulce tortura que me proporcionaba.
Y digo dulce porque mientras ella estaba en silencio, mirando hacia en verdad ninguna parte, yo podía observar su cuerpo con detenimiento, sin dejarme ningún detalle. Dios. Era tan preciosa.
Instintivamente me mordí el labio, y me acerqué lentamente hacia ella.
Alzó la vista, mirándome, y se movió un poco queriendo evitarme.
Pero por suerte detrás de ella estaba su mesa, así que no tenía mucho por donde retroceder.
Estaba cansada de su comportamiento. Yo no me merecía eso. No merecía su mirada fría. Ni sus suspiros cansados. Ni tampoco su forma de hablarme como si le diera igual mi existencia. No. No me lo merecía. Y sinceramente, tenía ganas de mandarla a la mierda.
Pero ahí estaba. Con ese aspecto inocente y a la vez sumamente bello. Ese aspecto que tiene todas las noches, que no sé como lo hace, pero que podría hacer que cualquier perdiera la poca cordura que le queda.
Asi que me dió todo igual.
La cogí de la cintura subiendola al mueble, colocándome entre sus piernas.
Me miró de una forma extraña. Entre sorprendida y como si se lo hubiera visto venir.
Apoyé mis manos a los lados de sus piernas, tomando el borde de la mesa y me acerqué a ella con intención de besarla.
Giró el rostro.
Se estaba haciendo la difícil.
No tuve más remedio que tomarla bruscamente de la barbilla y hacer que girara su rostro, para poder besarla con intensidad.
Se resistió un momento, pero al final cayó rendida en mis besos, dejandose hacer y apoyando sus manos en mis hombros, rodeandome la cadera con sus piernas.
Tomé sus costados y bajé mis besos a su cuello, empezando a chuparlo, creandole marcas con mis labios.
Ella gemía.
Le encantaba eso.
Y yo sabía que le encantaba.
Y supongo que solamente quería que olvidara lo sucedido. U olvidarlo yo también.
Aunque sabía perfectamente que ese amor me intoxicaba. Y ella era mi veneno. Y no me cansaba de tomarlo.
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Memories with her
Romance«Amar tanto a alguien hasta el punto de querer vivir cada segundo de tu vida a su lado. Crear recuerdos encontrados.»