Capítulo 3

360 35 2
                                    

—¿Por qué estás haciendo tanto ruido? —preguntó Onodera abriendo los ojos, obligado por el constante golpeteo de los muebles.

—Estoy buscando una cuerda para atarte a la cama antes de que siquiera intentes escapar de mí —jugó Takana que, aunque sí sentía esa imperiosa necesidad de atarlo para siempre a él, no haría nada que el otro no permitiera, sólo buscaba ropa para terminar de vestirse.

—No lo recuerdo todo —soltó de pronto Onodera, incorporándose un poco—, pero estoy seguro de que dejaste una marca en mi nuca.

—Sí —respondió Takano—, hace diez años lo hice también y eso no te detuvo los pies. ¿Vas a irte de nuevo?

—No lo haré —aseguró Ritsu, encarando el sombrío rostro del hombre que amaba más que a nada en la vida—, recién regresé, y mi negocio está dando buenos resultados, no voy a dejarlo todo, ya no soy un inmaduro crío de quince años.

Takano sintió respirar con esa respuesta, pero todo fue una ilusión, había demasiado miedo en su corazón como para que el aire entrara en él. Se estaba sofocando, tenía atoradas mil cosas en la garganta, diez mil en la cabeza y cien mil detrás de los parpados.

—¿Por qué te fuiste? —cuestionó el mayor, sin poder contener más su llanto ni la desesperación.

Los días de pasión ardiente habían calmado sus impulsos, así que ahora eran puro sentimiento. No podía estar complacido ni siquiera cuando parecía que lo había recuperado, porque no estaba seguro de que hubiera sido así. Es decir, el otro no estaba siquiera interesado en salir corriendo luego de lo que habían vivido, no tenía idea de cómo debía interpretar eso.

—Yo... quería que me amaras.

—Yo te amaba, aún...

—No me amabas como quería que me amaras.

—No sabía amar de esa manera.

—Lo sé, ahora lo sé, pero en ese entonces no lo entendía, y me sentí abrumado por la necesidad de un amor más profundo del que me ofrecías. Quería que fueras mío para siempre y no sentí que lo quisieras también, por eso pensé en dejarte libre, pero, no sé, creo que fue el miedo de perderte, de que te olvidaras de mí, de que yo no significara nada en tu vida, así que usé tu celo para amarrarte a mí y, cuando entendí lo que había hecho, me aterré y salí corriendo. Tú no me buscaste.

—¡Lo hice! Te busqué por todos lados, pero era como si nadie en el mundo conociera a Oda Ritsu, como si hubieras salido de la nada y luego vuelto a ella... ¿Qué? ¿Por qué tienes esa cara?

Takano había detenido su desesperado alegato al ver al hombre en su cama mirarle con los ojos muy abiertos tras quedarse sin aire por algunos segundos.

Entonces, un tanto furibundo, escuchó la razón de no haber podido encontrar a Oda Ritsu jamás, aún cuando lo intentó por años enteros.

» ¡Oye! —gritó molesto el azabache—. ¿Entonces eso quiere decir que en estos 10 años ni siquiera sabía tu verdadero nombre?

—Lo siento mucho —se disculpó Onodera eufóricamente—, fue una tontería de la juventud. Ahora pienso que es muy vergonzoso.

—Ya veo, con razón no pude encontrar por ningún medio a Oda Ritsu —concluyó Takano Masamune, sintiendo como su sangre volvía a hervir de rabia—. ¡Ah, maldición! ¡No había estado tan molesto en mucho tiempo! ¿Cuál es tu problema?

—Lo siento mucho.

Esa escena medio cómica despejó el ambiente de incomodidad en el que habían despertado ambos. Y también los complacía, pues, cada segundo que pasaba sin que Ritsu dejara la cama, se afianzaba en Takano la certeza de que el otro no desaparecería de nuevo, y en Ritsu, sabiendo que el otro le había buscado, se desvanecía la amargura de haberse sentido como alguien que no merecía ni siquiera que su amado le buscara.

—¿Por qué rayos nos comportamos de esa forma? —cuestionó Takano, completamente vestido ahora, dejándose caer en la cama que ocupaba su desnudo compañero.

—Éramos muy jóvenes —respondió Ritsu—, yo era muy ingenuo y bastante caprichoso, tú eras...

—Un idiota —completó Masamune—, era un completo idiota. Pero, sabes, estaba aterrado de que te convirtieras en alguien indispensable para mí y luego no resultara lo nuestro y te fueras dejándome atrás. No había visto que el amor funcionara, no creía que el amor funcionara, tenía miedo de amarte.

—Creo que lo que te daba miedo era admitir que me amabas —resolvió Onodera doblando las rodillas y recargándose a ellas—, estoy seguro de que me amabas entonces.

Takano miró con sorpresa a un chico irreconocible, a pesar de que su rostro no había cambiado demasiado. Tal vez era verdad que la juventud y la inexperiencia había sido la única culpable de todo. Habían madurado.

—Te amaba entonces —confirmó Takano—, y te amo ahora.

Ritsu sintió sus mejillas arder, sobre todo cuando todos esos te amo, de los días anteriores, que la lujuria no le había permitido escuchar, se activaban en su consciente.

El ojiverde respiró profundo, no sabía si debía también revelar sus sentimientos, pues eso no les aseguraría un felices para siempre, ¿o sí?


Continúa...


El próximo capítulo es el final, según mis cuentas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El próximo capítulo es el final, según mis cuentas... era una historia corta y linda, sin mucho drama pero con mucho amor. ¡Deseo la estén disfrutando!

PARA SIEMPRE MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora