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«¡No puedo creer cuánto cambió mi vida!» pensó Kumara mientras recordaba lo abrumadora que era la responsabilidad que le había otorgado su adorada abuela e imaginaba lo aterradores que podrían llegar a ser todos los peligros que suponía el protege...

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«¡No puedo creer cuánto cambió mi vida!» pensó Kumara mientras recordaba lo abrumadora que era la responsabilidad que le había otorgado su adorada abuela e imaginaba lo aterradores que podrían llegar a ser todos los peligros que suponía el proteger a la pequeña piedra que se encontraba guardada en su bolso.

Después de observar el impactante atardecer al borde del acantilado y sentir una suave corriente de viento, ayudó a Sinhala a descender por un pequeño pero empinado camino hasta una zona que estaba prácticamente escondida del resto de la isla.

Al llegar a la orilla, Kumara pudo sentir cómo la brisa le desordenaba un poco su ondulado cabello y la tranquilizaba en medio de tanto sufrimiento e incertidumbre. Desde que era una niña adoraba la sensación de tranquilidad que le daba observar el mar y por un momento olvidó todas las cosas malas que habían pasado y se enfocó en los recuerdos más maravillosos en su adorada isla y sobretodo en el mar.

Mientras observaba a su nieta divagar entre pensamientos, Sinhala entró a una pequeña cueva en donde se encontraba una pequeña barca, que ella misma había escondido años atrás. Con muchos sentimientos encontrados, comenzó a acomodar en aquel lugar algunos alimentos deshidratados, mantas para las noches más frías y un par de herramientas necesarias para la supervivencia de Kumara.

—¿Granny?, ¿dónde te encuentras? —preguntó una preocupada Kumara al no encontrar a su abuela cerca suyo. Al ver la entrada a la cueva supo a donde se había ido su abuela y decidió entrar.

La pequeña cueva en la que se encontraban era absolutamente hermosa, su conexión al mar la hacía no solamente un lugar con acceso a una vía de escape sino la convertía en un auténtico refugio donde después de días llenos de todo tipo de emociones, Kumara y su abuela se permitieron respirar en paz y disfrutar del reflejo del sol en las cristalinas aguas de la cueva.

No obstante, aquel momento de tranquilidad no duró mucho al ver cómo el sol se escondía y tras recordar que las había llevado hasta ese lugar.

—Kumara, no puedes olvidar ningún detalle de lo que te diré a continuación, así que por favor escúchame atentamente: debes viajar en esta barca hacia Crisa hoy en la noche ... —explicaba Sinhala hasta que se vio interrumpida por su angustiada nieta.

—Espera Granny, ¿no irás conmigo? Si voy a lograr mantener la piedra a salvo debes estar a mi lado. Además, no soy capaz de dejarte sola en medio del peligro —declaró Kumara con una mirada de valentía y amor que Sinhala solía reconocer en los ojos de su hijo.

Sinhala se conmovió por la fuerza de su nieta y reafirmó su decisión de no viajar con ella. El camino que le esperaba a Kumara como protectora de la piedra de Lamka era largo y complicado y sabía que por más que ambas no lo quisieran admitir ella solo retrasaría y pondría en riesgo a Kumara. Además, sabía que eventualmente Kumara encontraría la manera de reunirse con ella.

—Por más que lo último que deseo en este momento sea separarme de ti, no puedo viajar contigo cariño. Debo buscar sobrevivientes en la isla y ayudarlos —le dijo Sinhala con dulzura.

—La luna te ayudará a navegar, utiliza la brújula y solo ve hacia el norte. Deberías llegar al sur de Crisa en la mañana. Cuando estés ahí sigue el río y encontrarás a gente que te ayudará a llegar a alguna ciudad —le indicó Sinhala.

Ambas se miraron y supieron lo mucho que les costaría estar separadas, y Kumara besó la frente de su abuela con ternura y tristeza por tener que separarse.

—Está bien Granny, pero cuídate mucho y prométeme que nos volveremos a ver —le gritó Kumara despidiéndose con una mano mientras que con la otra empujaba a la barca y luego se subía en ella para comenzar su travesía.

Tras unas horas de estar en alta mar, Kumara se sintió tan sola y triste como un ser humano es capaz de sentirse. No sabía cuándo volvería a ver a su abuelita o si ella estaría bien sola. No lo quería admitir, pero tenía miedo de lo que iba a pasar con ella si fallaba en su misión y no tenía la menor idea de quién estaba tras los ataques a su isla. Todo lo que conocía se había evaporado en cuestión de días y no tenía a nadie quien le enseñara como ser más fuerte o que la protegiera de la adversidad.

En ese momento, un recuerdo de su padre y ella de niña navegando juntos pasó por su cabeza y recordó que él le había prometido que estaría a su lado siempre que ella lo recordase y encontrase a la estrella más brillante. Kumara comenzó a mirar las constelaciones y entonces cuando encontró lo que buscaba, sintió que si tenía a alguien y que además tenía el apoyo de su padre en esta nueva aventura. Kumara se prometió a si misma que debía resistir y luchar para llegar a ser igual de valiente que él.

Las condiciones de navegación de ese día se podrían considerar casi perfectas: el viento soplaba en la dirección a la que Kumara se dirigía y la luz de la luna era tan intensa que le daba buena visibilidad pese a ser de noche, lo que tranquilizaba un poco la alborotada mente de Kumara. Sin embargo, el estrés y cansancio acumulados tras varios días de constante ajetreo y estado de alerta le pasaron factura y comenzó a dormitar un poco.

De un momento a otro, Kumara se despertó del trance en el que se encontraba al sentir un brusco cambio de dirección que ella misma había causado al apoyarse entre sueños en el timón y al intentar retomar el control resbaló e hizo que la piedra que se encontraba en su bolso cayera al suelo.

Cuando Kumara se agachó y recogió la piedra, el oleaje comenzó a azotar su barca con una fuerza que cada vez se hacia mayor, llegando al punto de casi volcarla. Asustada volvió a meter la piedra de Lamka en su bolso y desesperada por no caer al mar, se sostuvo del timón. Lamentablemente, Kumara no pudo reaccionar lo suficientemente rápido como para evitar que el mástil sea golpeado por una ola enorme y que este se vea gravemente afectado. 


P.D. Gracias por todos sus comentarios y votos! Me siento muy feliz que les esté gustando la historia y espero que sigan disfrutándola en los capítulos qué vienen. ¿Qué creen que pase con Kumara después del accidente en su barca?, y ¿cuáles son sus teorías sobre el repentino cambio de oleaje? jijiji

La última sobrevivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora