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Lee Minho. Un chico con un magnetismo hechizante, una gran labia y elegancia. Era bueno en prácticamente todo. Solo tenía un pequeño defecto. Tenía un muy extraño pasatiempo, le gustaba crear falsas personalidades para así adaptarse a la de su interés romántico del momento. Al crear esa falsa compatibilidad, la otra persona se haría más dependiente a su compañía. A Minho le gustaba ver hasta donde eran capaces de llegar las personas por él.

Minho nunca podía ser honesto. Siempre creaba una máscara nueva, hasta el punto de desconocer su verdadero ser. Había escondido a su verdadero yo, en lo más recóndito de su ser; cubierto con miles y miles de capas de inmundas mentiras. Un actor de primera.

Había salido con muchos tipos de personas diferentes. Mujeres en su mayoría, pero también uno que otro chico ingenuo necesitado de atención.
La chica con la que salía en ese momento, era de familia acaudalada, aparentemente amable y comprensiva. Hueca y superficial en realidad; con unos excelentes modales y una belleza admirable, pero con un molesto trastorno obsesivo compulsivo por el orden. Demasiado controladora para su gusto.
Ese día era su aniversario de tres meses, y la había invitado a cenar a un lujoso restaurante con vista al mar.

-Felices tres meses cariñito. Me has hecho la mujer más feliz del mundo durante todo este tiempo. No puedo creer lo rápido que pasó el tiempo -expresó con un tono falsamente dulce que resultaba irritante.

-Sí, a mi también -respondió, careciendo de emoción alguna, a lo que la joven hizo una mueca de disgusto, pero pronto recuperó la compostura.

-Tengo planeado un itinerario para cuando cumplamos un año. Iremos a hospedarnos a un lujoso resort, después iremos en yate a...

Minho dejó de prestarle atención. La chica planeaba cada salida con sumo cuidado y detalle, si algo se salía de su control, o no salía como ella lo planeaba, hacía un enorme alboroto. Minho estaba harto de soportarla y ser condescendiente. Sus relaciones no llegaban a durar más de seis meses, la fecha de caducidad se estaba acercando. Ya no era divertido. No tenía nada más que ofrecerle. Minho ya había estudiado y analizado a fondo cada rincón de su personalidad, ya no había más por escarbar. Era un juguete que después de un par de semanas de usarlo con emoción, había perdido cualquier interés.

-Pensé que quizás después de eso podríamos ir a comprar recuerdos costosos para mis amigas. Son unas falsas e hipócritas pero aún así-

-Terminemos -dijo con el tono más frío y seco que pudo, mientras la miraba indiferente.

-¿Q-qué? -respondió anonadada. Su rostro se deformaba debido a la conmoción.

-Estoy cansado de ti, eres muy irritante. Lo que decían de ti era cierto. Eres demasiado insoportable. Me cansé de ti. Adiós -Minho se levantó de la mesa y se dispuso a levantarse con gesto triunfador.

-¡Espera! -lo detuvo por el hombro-. Esto es muy repentino... Nunca pareciste dar señales de que te fastidiaba estar conmigo. Todo parecía estar tan bien... n-no entiendo...

-Escucha Hyejin, durante todo este tiempo solo fingí ser el novio perfecto comprensivo que tú patético ser necesitaba, pero ya me cansé, eres aburrida e irritante. Tu estúpido TOC es... como decirlo... En fin. Me cansé de tu manera tan asfixiante de querer controlar todo. Hasta nunca.

-¡Hijo de perra!

Ya estaba acostumbrado. Salió del restaurante con una sonrisa victoriosa. Al menos no había recibido una bofetada, o ser bañado con algún tipo de bebida. Aunque era claro que se lo merecía.

(...)

Al llegar a su casa, sacó su elegante libreta donde anotaba a detalle, cada aspecto de las personas con las que salía. Anotaba cada característica que le pareciera entretenida. Posteriormente tachaba sus nombres cada que terminaba con ellas.

[v] La chica introvertida sin autoestima
[v] Chica de la tienda de conveniencia
[v] Chico del bar
[v] Chica Rica con TOC

Y así la lista continuaba con más y más personas. Minho empezaba a cansarse. Las personas solían ser demasiado predecibles. Muchas eran parecidas, parecían carecer de personalidad y criterio propio. Empezaba a aburrirse de no encontrar algo que fuera un poco diferente. Algo que se saliera un poco del molde convencional en el que solían encasillarse las personas. Había salido con todo tipo de personas, aún así ya todas le parecían lo mismo; sin nada nuevo que aportarle.

(...)

Al día siguiente, en la universidad; Minho vagaba perezomamente por el campus, bajo las miradas indiscretas de varias personas. Minho estaba acostumbrado a la atención, no era algo nuevo.

Minho decidió ir a estudiar un poco en la biblioteca, ya que no había ningún objetivo digno de su interés.

Tomó asiento y sacó sus libros, no sin antes dar un vistazo hacia todas las personas a su alrededor, dedicando una que otra sonrisa coqueta por ahí.
De repente, su vista se fijó en un chico bajito bastante peculiar. Este lucía un cabello castaño brillante que cubría parte de su frente. Demasiado ordinario, sudadera y jeans negros. Lo que llamó su atención fue su mochila llena de pines y llaveros de personajes de anime.

-Interesante. Un otaku -pensó.

Nunca había salido con un otaku, por alguna razón la idea le parecía divertida. Ese tipo de personas solían ser introvertidas, solitarias; por lo cual su único refugio eran dibujos 2D.
El chico caminaba con seguridad, lo que no hizo más que incrementar su curiosidad sobre él. Tomó asiento a varios asientos de él, se encontraba alejado, pero aún así Minho podía escudriñarlo perfectamente como todo un depredador.

Minho no sabía demasiado sobre ese tipo de personas obsesionadas con personajes ficticios. Por alguna razón pensó que ese tipo de personas eran las más fáciles de enamorar y las más dependientes.
Esa sensación se encendió en su estómago, como el que compra algo nuevo y novedoso.
Minho había encontrado por fin algo peculiar para escapar de su terrible aburrimiento.

Sería pan comido.

¿Qué podría salir mal?

False personality || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora