Esperando que sea una pesadilla.

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La familia Styles ya se encontraba fuera del centro de rehabilitación más conocido de la ciudad.
Era un edificio de 3 pisos, en el primer piso se trataban a los pacientes con problemas de drogadicción, en el segundo se trataban a los pacientes con alcoholismo, y en el tercer piso se trataban los transtornos alimenticios.

Cuando Harry se introdujo al edificio no puedo evitar llorar, ya que saber que su destino era estar internado por un año entero en ese hospital y sin su familia lo rompía en millones de pequeños pedazos, hasta dejar solo añicos de lo que Harry fue alguna vez.

—Buenos días— dice la recepcionista, una mujer muy bonita, de tez morena, con un cuerpo perfecto, de estatura pequeña y con unos ojos cafés preciosos, los cuales iluminaban su rostro —¿Tienen alguna cita o vienen a dejar a un paciente?— dijo sin más, como si eso no fuera una de las cosas más dolorosas por las que los parientes tienen que pasar con los familiares enfermos.

—Venimos a dejar a un paciente— contesta la madre de Harry sin poder evitar que la voz se le quiebre y sus ojos se pongan vidriosos —venimos a internar a nuestro hijo, el cual está aquí, detrás de nosotros—
Los padres de Harry dan 3 pasos hacia un costado, dejando descubierto a su  hijo, el cual a pesar de ser alto, tenía un cuerpo muy pequeño, frágil por la falta de alimentos, lleno de marcas pequeñas hechas por el cuando no podía resistir la tentación de comer.

Hola pequeño, ¿Cómo te llamas?— dijo la amable recepcionista. Sin embargo, su sonrisa se fue borrando mientras veía como el chico no contestaba a su pregunta, y en lugar de eso, solo quedaba viendo a la nada, reflejando el dolor, el sufrimiento y el temor en sus ojos.

—No tengas miedo chiquillo, no te haré daño. Solo quiero saber tu nombre— Dijo con una voz dulce pero sería, esperando esta vez una respuesta.

—Mi nombre es Harry Styles, y si me iba a preguntar por qué estoy aquí o como me siento, ahorreselo. Es evidente que no me siento feliz y que estoy aquí por obligación— Respondió de manera tajante, sin verla a los ojos.

—¡Jovencito!— Dijo su padre, con una muy evidente furia en su voz —¡Esa no es manera de contestar, la señorita solo quiere ser amable! Te pido de favor que le ofrezcas una discul-
—NO— Interrumpió Harry —Estoy harto de que todos hagan como que les importa mi vida y mi salud ahora, pero cuando yo estaba sano a nadie le interesaba como me sentía—
Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, una tras otra resbalando lentamente en sus mejillas, transportando en cada gota el profundo dolor que llevaba dentro.

La recepcionista quedó sorprendida, porque, aunque a la clínica llegan personas con mala actitud (por obvias razones), nunca le había tocado alguien con una apariencia tan dulce pero con un rencor tan grande en su corazón.

La señorita se limitó a asentir, a ingresar al paciente y a pedirles que se quedarán en el pasillo, ya que llegaría acompañada del doctor que evaluaría el estado del joven Styles y a finalmente comenzar con el tratamiento de su transtorno.


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