Kristen no era virtuosa. Al menos, según lo que había estado estudiando durante el verano para su clase de Filosofía, no reunía las características necesarias para serlo. Ni siquiera tenía éxito en la sociedad, y debido a su tendencia antisocial, pensaba que alcanzar aquel éxito era, si no imposible, demasiado difícil.
Sí se podía relacionar con la gente, pero solía hablarles en tono cortante para descartar cualquier intento de conversación que hubieran tenido, porque no le interesaba hablar con nadie nuevo. Estaba contenta con su vida y, aun así, sufría. Como cualquier otro humano.
Tenía a Max, su única y mejor amiga. Y no parecía necesitar más.
Maxime Waters era muy amable y dulce con la gente en general. Para Kristen, en general, eras un problema solo por existir. En efecto, eran el fuego y el agua.
Se reflejaba la calma y amabilidad en su forma de vestir: petos vaqueros y monos, camisetas de colores cálidos y vivos... Su cabello castaño oscuro no llamaba mucho la atención, pero sus oscuros ojos asiáticos sí lo hacían cuando ella sonreía, consiguiendo deslumbrar a la gente. Sus labios estaban siempre pintados de rosa para intentar disimular los rebeldes dientes.
Sin duda, aquella delicadeza y paz no existían aún en Kristen, quien era puro fuego. Kristen Fernández era más bien testaruda, con los oscuros y ondulados cabellos hasta la cintura. También sus ojos eran oscuros, al igual que su piel latina. Solía actuar de puro instinto: podía llegar a ser violenta si ella creía que la situación lo requería, excepto cuando Max estaba cerca. Y en este momento, no lo estaba.
— ¡Desgraciado! —exclamó furiosa, en su lengua materna.
Su mano, cerrada en un puño, ya había tomado el impulso necesario para aterrizar en la cara de ese pobre chico. A él solamente le dio tiempo a girarse hacia ella instintivamente para ver qué había ocurrido. Fue tan dramático que podría haber sido cámara lenta. Se podía apreciar la sorpresa del muchacho, su miedo. Había puesto los ojos en blanco, y luego, rápidamente, los había cerrado con fuerza. Seguramente estuviera apretando la mandíbula, y todo su cuerpo, en general, preparándose para recibir el mínimo impacto. Aun así, Kristen era realmente fuerte y le dolería de todas formas.
Su puño aterrizó por error -o por suerte- en su nariz, que se desplazó de su lugar original, dejando ver un chorro de sangre que caía lentamente.
Sí, le había roto la nariz. Desde luego no era lo que había esperado, pero ante aquella imagen del pobre muchacho, solo pudo contenerse la sonrisa que amenazaba con asomarse completa y ampliamente. Pobre nariz, pensó irónica Kristen, no tenía la culpa de formar parte de él. Ciertamente, la imagen resultaba cómica, por su repentino cambio físico.
Se llevó las manos al lugar de aterrizaje, con dolor en el rostro -literalmente-, y mientras caía al suelo, sus dos amigos lo sujetaron para que no cayese en el suelo por aquel impulso. Había sido un muy buen golpe. Se incorporó, con las manos aún en su sangrienta nariz. Uno de sus amigos la miró con desprecio mientras que el otro sacaba un montón de pañuelos de su mochila.
— Tú —gritó—. ¡¿Estás loca?! ¡Le has roto la nariz!
— No me había dado cuenta —respondió borde e irónica, como solía hacer.
— Eres un monstruo asqueroso. Qué mierda que tengamos que soportarte aquí... Has salido a tu padre —comentó.
Kristen no conocía a su padre, pero rondaban por el instituto unos rumores sobre aquello, y la mayoría de la gente, aprovechaba la situación para dañarla, pero ella estaba dispuesta a devolvérselo. Eso había ocurrido con el muchacho desnarigado. Y ocurriría ahora con éste otro.
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VERDAD Y JUSTICIA
FantasyLa venta de Cura ilegal nunca había sido tan masiva, y Scott necesita encontrar pruebas para castigar al culpable. Así da con Kristen, quien está confusa a causa de los rumores esparcidos por el instituto últimamente, creándole interrogantes que res...