Falso bienestar

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Disclaimer: Todos los personajes son de la mangaka Rumiko Takahashi. Sólo esta historia es de mi autoría.

[Participando en la dinámica Mix_and_Match_lemon de la Página de Facebook Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma]

Fanfic dedicado a mi amiga preciosa Gaby Obando, con todo mi love.

Amiga esto está escrito para ti, bella. Porque sé cuánto amas a papi Taishō y te lo debía, además del enorme cariño que te tengo. TE ADORO X MIL. Espero lo disfrutes.

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En la humilde choza, calentada por la hoguera en que las maderas chispeaban por el fuego abrasador; el frío del exterior se aislaba por completo.

La anciana comenzaba a dar muestras de mejoría en sus manos después de que durante diez días Izayoi atendiera sus heridas. Ya se le había hecho un hábito sanar las quemaduras en las personas, pues el hacer eso la mantenía con el recuerdo vivo de aquella vez. Pese a haber sido un adiós trágico del cual ya habían pasado poco más de cinco años, se negaba a olvidar ese momento en que pudo ver el rostro de su esposo por última vez.

—Muchas gracias, señora Izayoi. Es usted muy gentil —dijo la anciana con sincero agradecimiento, mientras con la ayuda de su joven curandera se incorporaba del futón.

Pese a que Izayoi era una princesa de mala reputación debido a su historia con el fallecido demonio Inu no Taishō y su hijo de sangre híbrida, InuYasha. La anciana consideraba que la joven y hermosa mujer, poseía un corazón noble que emanaba una gran calidez de su interior; como algo palpable ante quien la tratase. No obstante, la reputación de Izayoi era algo que no le importaba a la anciana, pues sentía que no era la más indicada para juzgarla. Porque si de pecados, malas prácticas o errores cometidos se hablaba, ella misma sería la primera en juzgarse.

—No es nada, señora Haruko. Me agrada poder ayudar —habló la princesa con voz suave—. Además, hoy es el último día en que vendré. Usted está mucho mejor y las hierbas han activado la auto regeneración de los tejidos, así que, ya no es necesario que yo venga.

—Es una lástima, me gustaba mucho charlar con usted —dijo la anciana de voz rasposa y la mujer de largo cabello azabache sonrió enternecida.

Izayoi respondió:

—A mí también me agradan nuestras charlas... Pero si usted lo desea, puedo venir a visitarla de vez en cuando.

—Me haría muy feliz volver a tener aquí su presencia. —Izayoi asintió sonriendo con calidez ante el cariño que le demostraba la anciana. Desde un principio, la mujer de avanzada edad la había tratado con bastante afecto, como si la hubiese conocido desde hace mucho tiempo atrás. Sin embargo, la había visto por primera vez hace sólo diez días, cuando Izayoi la ayudó en el mercado de alimentos: justo en el momento en que la anciana se quemó las manos con agua hirviendo, Izayoi pasaba por el lugar y de inmediato la asistió.

La joven se acercó a la pequeña mesa para guardar las vendas y hierbas sobrantes en su canasto, luego buscó con la vista a la razón de su vida y se incorporó para llamarlo y retirarse de la humilde choza en que vivía la anciana Haruko.

—InuYasha —llamó al pequeño de ropas rojas, cabello plateado y ojos de miel, que se encontraba en un rincón fastidiando a un perezoso gato gris, que en vez de salir arrancando por los tirones de oreja que el niño le daba, sólo bostezaba y volvía a dormir—. Hijo, deja al gato en paz y ve por tu juguete; debemos regresar a casa —ordenó su madre con voz dulce.

—¿Terminaste, madre? —preguntó el niño con una gran sonrisa. Izayoi asintió sonriendo e InuYasha fue por su pelota mediana, pero le intrigaba tanto el felino regordete, que de regreso volvió a tocarlo.

Hasta que mi esencia se desvanezcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora