II. La asociación de los factores determinantes.

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Kohaku reconoció que estaba cansada, hambrienta y acalorada después de la tediosa jornada escolar. El estorboso maletín no hizo más que agregar un peso extra a su desgaste físico, psicológico y mental; el único consuelo que tuvo fue la certeza de una ducha tibia y una cama suave que aguardaba en su pequeña habitación.

Con Ruri durmiendo en la casa de una amiga por tareas de la universidad y Kokuyo fuera de la ciudad hasta el día siguiente, el silencio y la tranquilidad son la mejor compañía que Kohaku pudiera tener esa noche. El estado de ánimo no la predispone a una sesión de cocina improvisada para la cena, por lo que pasar por el supermercado de camino a casa no es una opción y Kohaku podría arreglárselas con un poco de ramen instantáneo o en su defecto, con una pizza.

Cualquier cosa estaría bien.

Ella lanzó un ligero bostezo cuando echó un vistazo a la salida del instituto, vio a Chrome entre un grupo de estudiantes a quienes ella identificó como los demás miembros del club de ciencias. Kohaku también fue consciente de la presencia de Senku con ellos y cómo éste ni siquiera dignificó una mirada hacia ella a pesar de lo cerca que estaban.

Cuando la proximidad fue casi inminente, él simplemente levantó la mano en un gesto de despedida hacia el resto y se retiró sin más.

Kohaku sintió la indignación rezumando en cada poro de su piel.

—No te preocupes, Senku-chan sólo está un poco estresado por el proyecto en el que está trabajando. —Gen estaba tan cerca de Kohaku que su repentina presencia la hizo estremecerse por el susto.

¿Un poco de "estrés"? Tal hostilidad en un sujeto no debería ser consecuencia únicamente del estrés. Pensó ella.

—Como sea, no es que me importe.

— ¿Te has rendido tan fácilmente Kohaku-chan? —Hubo un pequeño tinte de diversión en el tono de Gen que ni siquiera se tomó la molestia en disimular.

Existen pequeños detalles, gestos y expresiones que las personas no pueden ocultar con facilidad de Gen.

— ¡Ja! No quiero a un sujeto como él cerca, encontraré a alguien mejor capacitado y con mejor actitud para que me ayude.

La opción más sensata para Kohaku es pagar por asesorías y asistir después de clases, en el mejor de los casos podría pagarle a algún compañero o compañera para que le ayudara; dejando a Chrome de lado, Kinro parece la mejor opción.

Conoce al hermano mayor del pervertido de Ginro lo suficiente para saber que a diferencia del primero, Kinro se toma enserio las responsabilidades de ser un estudiante. Después de todo, por algo es el presidente de la clase su grupo de segundo año.

—Te puedo asegurar que no encontrarás a un mejor candidato que Senku-chan, sólo debes apelar al lado correcto y aceptará —una sonrisa zorruna se formó en el semblante de Gen antes de volver a hablar—. Podrías ofrecerle algo a cambio Kohaku-chan, ya sabes, un pago que él no esté dispuesto a rechazar. A Senku no le interesa la remuneración económica, así que quizá podrías tratar de persuadirlo por otros medios.

La mirada de Gen se estrechó en ella el tiempo suficiente para saber lo que estaba tratando de insinuar. Y la sola idea fue simplemente asquerosa, es un precio que Kohaku no estaría dispuesta a pagar.

—Eso no va a pasar, no voy a ofrecerle sexo a cambio de su ayuda.

Kohaku le dio una mala mirada a Gen antes de emprender el camino hacia la salida, su decisión es irrevocable. Pero Gen no la iba a dejar escapar de él tan fácilmente e inmediatamente le dio alcance para caminar al lado suyo, ignorando adrede el gruñido de advertencia de Kohaku.

La Paradoja del afecto involuntario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora