Chapter Two: Mark.

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Daphne

Suelto un suspiro, levanto mi espalda de la cama y rasco mi mejilla. Mis pies pisan el suelo, camino hacia el único baño de la casa.

Me arrastro hasta llegar, prendo la luz y cierro la puerta detrás de mí. Abro la llave, mojo mi rostro, luego tomo el cepillo de dientes y me los cepillo. Arreglo mi cabello, tomo mi bolso pequeño de cosméticos que mamá me regaló para mi cumpleaños número 13.

Humecto mi rostro con crema facial, me pongo un poco de corrector, rubor, luego encrespo mis pestañas y por último me pongo brillo labial.

La puerta del baño se abre de golpe, doy un saltito.

Miro por el reflejo del espejo a la persona que entra sin permiso, y pongo mis ojos en blanco al ver a mi hermanastro recargado en el marco de la puerta, cruzado de brazos. Mirándome como si fuera la culpable de que lo hayan reprobado, pero a la vez como si fuera un juguete de perro, y él el perro.

Lo siento, perros

—¿Tu mamá no te enseñó a golpear la puerta antes de abrir? —pregunto de golpe, guardando el brillo labial en mi bolso pequeño.

—Sí —camina hasta quedar justo detrás de mí, pegando su pecho a mi espalda—, pero no con mojigatas.

Mi mirada lo fulmina, ahorca, apuñala, y todo lo que tiene que ver con homicidio por el reflejo del espejo.

—¿Ya dejaste de admirarme?

Suelto un suspiro, cerrando mis ojos para calmarme a mí misma. Sí que tiene autoestima.

Me giro, dispuesta a irme y dejarlo hablando solo, pero eso no es posible. Ya que toma mi brazo, cierra la puerta y me acorrala contra ésta.

Y como siempre, el miedo me invade. Pero prefiero no demostrarlo. Así que mantengo mi mentón en alto, mantengo el contacto visual como si no temiera a las cosas que está apunto de hacerme.

—Hoy no dejaste que molestara a los perdedores —su asqueroso aliento mentolado choca con mi boca, ya que él se ha asegurado de agacharse para que su rostro quedara cerca del mío.

Delinea mi invisible mandíbula con su dedo índice, llega hasta mis labios y lame los suyos.

—Ahora atenta a las consecuencias.

Pero antes de que pueda hacer nada, mamá grita desde la cocina. Salvando mi vida, literalmente.

—¡Daphne, necesito que vayas a la farmacia!

Lo empujo con todas mis fuerzas, Mark retrocede. Salgo del baño cerrando de un portazo, muerdo mi mejilla interna para aguantar las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos.

Apenas entro a la cocina, mamá fija su mirada en mí, sus manos dejan de limpiar los trastes y la lástima se refleja en sus ojos.

—¿Qué? ¿Sientes lástima porque dejas que mi maldito hermanastro me toque?

Nunca imaginé hablarle en ese tono a mi madre, ni muchos menos por esa razón.

Cuando nos mudamos aquí, todo era distinto. Jhonny era lo contrario a lo que es ahora. Era cariñoso con mi mamá, la llevaba a todas partes, le daba todo lo que quería. Incluso a mí me caía bien. Mark, era un buen "hermano", ni demasiado odioso ni demasiado cariñoso.

𝐏𝐑𝐄𝐓𝐓𝐘 𝐋𝐎𝐒𝐄𝐑, Stanley UrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora