To Slay A Dragons [SoRiku] AU

Capítulo 2. El dragón de escamas azules.

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La mañana siguiente amaneció con un profundo escalofrío, y Riku estaba agradecido por el desayuno caliente que le trajo Xion. Ella le ofreció una tímida sonrisa cuando él le dio las gracias de nuevo. 

-Lord Ansem todavía está dormido.- susurró. -¿Quizás a Sir Riku le gustaría empezar temprano?- Ella lo miró a través de sus pestañas, sus ojos llenos de conocimiento.

Riku se rió entre dientes. 

-Si mi caballo puede estar listo, entonces creo que lo estaré.- Xion asintió y salió de la habitación.

Riku no lo sabría, pero cuando Lord Ansem se enteró de que el joven caballero había emprendido su viaje   antes de que él dejara su cama, se puso furioso.

El viaje desde Twilight Bastion había sido fácil, solo unos breves tres días. Riku estaba agradecido, porque tanto él como su montura lo dejaron frescos y fuertes para el último tramo de esta aventura en particular. Continuó hacia el norte, adentrándose más en las montañas, y el camino fue duro y desagradable. Incluso con el sol subiendo más alto en el cielo, el aire seguía siendo frío. El viento al menos fue disminuido por los árboles, pero si el dragón se posaba sobre la línea de árboles, estaría en problemas. Sin embargo, según la información de Lord Ansem, eso parecía poco probable.

Francamente, Riku no estaba seguro de dónde estaba exactamente la guarida del dragón, ni sabía qué tipo de señales buscar. Sabía cazar y sabía cómo rastrear, pero un dragón era una bestia que nunca antes había encontrado. Tal vez esperaba tierra quemada en alguna parte, pero también había oído hablar de dragones que comandaban otros elementos, por lo que no sería útil si el fuego no era el elemento de este. Ansem no había hablado de fuego, solo de ganado robado.

Poco después del mediodía, Riku escuchó el tintineo del agua y ajustó su trayectoria para encontrar la fuente. Incluso los dragones necesitaban agua, pensó, y aunque podría haber más de un cuerpo de agua, esto era al menos un comienzo. No tardó en encontrar el agua helada cayendo sobre un lecho rocoso. Allí se detuvo, tomándose un tiempo para desmontar y mordisquear sus raciones mientras inspeccionaba el área. No vio nada fuera de lo común, solo los signos habituales de caza y vida salvaje. Decidió continuar, aunque lentamente, por las orillas del manantial, paseando a su caballo. Después de pensarlo un momento, recuperó su arco y su carcaj de la silla, manteniéndolos a mano para la caza menor. La comida empacada estaba bien, pero necesitaría carne si la búsqueda se extendía por más de un par de días.

Al anochecer, cazó una liebre, y poco después acampó, un poco lejos de las orillas del arroyo. El fuego que había encendido para cocinar su cena crepitaba alegremente y, después de comer, se arrulló hasta que se durmió mejor que en el castillo. Incluso con los peligros de las tierras salvajes, al menos estaba al aire libre, no atrapado dentro de los mismos muros que ese inquietante señor.

Riku se despertó bruscamente al amanecer, y le tomó un momento encontrar la razón. Todavía metido inmóvil en su saco de dormir, dejó que sus ojos recorrieran su pequeño campamento mientras su mano se curvaba alrededor de su cuchillo. Su caballo estaba donde la había atado. El fuego se había reducido a brasas. Sus ojos se volvieron a mirar a su caballo y a la persona que le rascaba detrás de las orejas. La persona que no había percibido al principio.

El extraño era pequeño, con su perfil comparado al de Riku, la cabeza y el rostro en su mayoría escondidos en las sombras de una capa oscura con capucha. Las manos que acariciaban a su caballo estaban enguantadas con un material de zafiro brillante que Riku nunca había visto antes, y murmuraba algo suave y reconfortante para su montura. Riku se puso en cuclillas, teniendo cuidado de minimizar el susurro de la lana mientras se preparaba para un ataque.