Capítulo 1: Tan solo una ilusión

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NOTA INICIAL: ¡WOW! Jamás pensé que tendría tantos votos/comentarios/vistos en el prólogo, más porque no le  la di difusión necesaria jajaja Muchas gracias a todos los que le dieron la oportunidad a esta historia con solo leer el prólogo, leí todos sus comentarios y espero que el resto siga siendo de su gusto ;;

Ahora, les traigo lo que sería el primer capítulo. ¡Espero que lo disfruten!

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Lo primero que Jiang Cheng sintió fue el aroma inconfundible a lotos, eso solo tenía una explicación; estaba en su hogar, el Muelle de Lotos.

Lo segundo que sintió fue la comodidad de la cama donde estaba recostado. Se sentía tan agusto que, a pesar de estar despierto, no quería abrir los ojos.

Solo por unos cuantos minutos más quería disfrutar la sensación de paz de estar muerto.

Y no solo por esto; recordaba muy bien los hechos antes de caer en la inconsciencia.

–A-Cheng, ¿estas despierto? – escuchó una suave voz, una que jamás olvidaría y que siempre anhelo volver a escuchar. Lentamente abrió los ojos, y con parsimonia, se giró hasta la dueña de aquella voz; Jiang YanLi, quien le sonrió aliviada al verlo abrir los ojos. –Por fin despiertas; ¡estaba tan preocupada!

Él le devolvió la sonrisa, confirmando que sí, estaba muerto, después de todo, ¿cómo era que veía a su hermana mayor muerta, tan hermosa como él la recordaba de joven? No había otra explicación.

–¡A-Cheng! – el rostro de su hermana cambió a una expresión preocupada –; ¡¿por qué lloras?! ¡¿Te duele algo?! – preguntó, sujetando su rostro con aquellas delicadas y suaves manos.

"Ah, estoy llorando...", pensó, tocando su propia mejilla húmeda por las lágrimas con manos temblorosas.

Esto hizo preocupar más a su hermana, quien muy preocupada pensó que se podría tratar de algo relacionado al accidente que Jiang Cheng sufrió jugando en el río con Wei WuXian.

–¡No te levantes, iré por el curandero! – dijo y se levantó, sin embargo, Jiang Cheng no dejó que se fuera, pues rápidamente, y con suma suavidad, la detuvo tomando de su muñeca. Y la miró de frente por varios segundos.

–¿A-Cheng? ¿Estas bien? – preguntó, esta vez también confundida.

Jiang Cheng asintió, y no soportando más, la abrazó, tan fuerte, tan anhelante, que no pudo evitar llorar de nuevo como un niño pequeño en el hombro de YanLi. Su hermana, comprensiva como siempre, no dijo nada, solo le devolvió el abrazo, palmeando su cabeza como si lo estuviera consolando y brindándole una sonrisa que su hermano no podía ver, pero sí sentir.

–Hermana, estoy en casa – murmuró, aguantando lo mejor que pudo sus sollozos, y disfrutando del calor del abrazo de su hermana que tanto había extrañado.

–Así es A-Cheng, bienvenido – respondió risueña y aun sujetando a su hermano, siguiendo el juego de este.

Cuando por fin se separó de ella, sintió un mareo que hizo que su hermana lo volviera a recostar en la cama. Acostado, se dio el tiempo de mirar a su alrededor; su hermana estaba preparando lo que parecía un paño húmedo para limpiar su rostro aun con lágrimas mientras tarareaba una tranquilizante melodía. Como la había extrañado.

Aparte de ella, todo en ese lugar le era nostálgico. Lo recordaba tan bien, cada muro, cada cuadro, adorno o salpicadura... todo estaba perfectamente guardado en sus recuerdos, y ahora lo veía de nuevo. Este era su dormitorio antes de que fuera destruido en el ataque de los Wen.

Un lienzo en blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora