Michael

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Blanco y negro, las velas poco a poco fueron acercándose una a la otra. El barco danés, con su característico emblema de dragón, estaba lleno de hombres armados, corpulentos y con gran experiencia en el combate. Ambas naves, eran danesas, la única diferencia era el color de sus velas, y el corazón de cada capitán.

De brazos cruzados, Odín, uno de los más grandes marineros de la época, observaba atentamente como el otro barco no desviaba su curso y como era vigilado por dos tripulantes enemigos muy peculiares. "Jóvenes valientes", pensó mientras se quitaba su capa blanca y desenvainaba su espada. Dirigió la vista a su tripulación, y simplemente dijo "estaros atentos".

Las velas negras lograban que el barco alcanzará más velocidad. La brisa, provocaba movimientos en el ondulado cabello negro de Michael y en la coleta roja de Khalid. No dejaban de mirar el barco enemigo y no quitaban los ojos de encima del capitán.

Desde el camarote, no se podía saber que ocurría en las afueras, se sentía totalmente aislada y sola en ese momento. El silencio inundaba aquella pequeña habitación, solo podía escuchar las olas del mar golpeando el barco. Camina por todo el lugar, solo se pueden dar unos pocos pasos dentro de ese minúsculo cuarto. No hay nada para comer, beber o coger, solo un gran cofre color rojo. "Estos chicos están obsesionados con el rojo", fue la idea que vino a su mente en ese instante. Avanzó hacia él, se puso de rodillas, notó que no tenía ningún candado y lo abrió. Se sorprendió mucho al ver lo que había dentro, eran prendas de vestir para la guerra femeninas y un arco con una gran cantidad de flechas. Tomó con sus manos las ropas, eran bastante toscas, pero sencillas, sus arrugas, cortes, manchas y dobleces daban a indicar que alguien más las utilizó. No hay espejos donde poder verse y saber si ese estilo la beneficiaba a ella. Al cambiarse, se cuelga el arco con la cuerda hacia adelante y el cuerpo de madera a la espalda. Con pasos lentos, abandona el camarote mientras se hace una especie de moño con su larga cabellera.

Khalid tenía la mirada fija en el barco enemigo. La tensión se podía cortar con el filo de una espada. Escuchó unos pasos a su espalda, volteó muy rápido, como si se tratara de algún enemigo. Sus ojos verdes quedaron fascinados al ver lo que se acercó por su espalda. La joven chica rubia parecía toda una guerrera, las botas de piel color café, los pantalones y el abrigo eran del mismo color y su nuevo peinado lo dejó aún más deslumbrado.

-¡Oh my god! –Gritó Khalid –Te ves espectacular

-Gracias –Se mira a sí misma de arriba abajo –Pero, no es tiempo de abrigos, es verano, esto me está ahogando

-No problem –Toma su hacha y corta las mangas del abrigo de Masha, las cuales caen al suelo y dejan ver sus pálidos y desnudos brazos –¿Mejor así?

-Sí, con esto me encuentro mucho mejor, ¿tú qué opinas Michael? –El joven solo se voltea, la observa un segundo y reubica su vista en el barco enemigo

Masha se quedó muy sorprendida ante su reacción, no estaba acostumbrada a ser ignorada. Trata de acercarse a él, pero es detenida por uno de los brazos de Khalid, quien solo mueve la cabeza de izquierda a derecha en señal de negación.

-Oye Khalid –Habla Michael sin apartar la vista del mar –¿De dónde sacaste esta nave?

-La robé, estaba en el puerto de mi ciudad, era unos daneses que fueron a buscar a chicas de compañía pelirrojas, sabes que donde vengo, son las mejores

-Eres un completo idiota –Continua sin voltearse –No paraba de pensar en ello, condenaste a toda tu ciudad, y encima de eso trajiste a tus hombres, las pobres personas que dejaste atrás están condenadas a muerte

-Don't worry my friend –Se para junto a Michael –Mi padre tenía pensado matarlos de todas formas

La atmósfera cambió por completo. Masha dejó de ser la protagonista, la mente de ambos jóvenes solo se centraba en acabar con el barco enemigo que tenían delante.

El Reino De KoratDonde viven las historias. Descúbrelo ahora