El día transcurrió con normalidad. Pudieron zarpar sin problemas y Asami aprovechó a acomodarse en el espacio de la morena, intentando no invadir demasiado la habitación.
Notó que ambas camas se encontraban con dos metros de distancia entre ellas, por lo que apreció la consideración de respetar su espacio que la morena había tenido.
La hora de descansar llegó, y con ella... un cuestionario.
—Uhm... ¿Korra?—. La morena había ingresado a la habitación hace unos minutos, sin hacer contacto visual con la pelinegra que se encontraba en la otra cama. Esto, a Asami, le había intrigado en muchos sentidos, por lo que se atrevió a llamarla, encontrando aquellos ojos zafiro atravesando su sistema hasta toparse con su alma.
<<Intenso>>
—¿Qué?—preguntó seca, con notable cansancio en su mirada, que camuflaba su frustración y tristeza.
—T-Tu mano...—comentó, notando los nervios recorrerla. La última vez que Korra se dirigió a ella con esas tonadas, desapareció a los días, sin señal alguna de vida, dejándola completamente rota con sus palabras y acciones.
—¿Eh?—continuó, esta vez girando en su eje para poder ver aquellos ojos esmeralda que tanto había echado de menos.
—Tenías tu mano lastimada hace un rato, ¿te curaste?—. Al notar que sólo se encontraba cansada y que no era su intención el tratarla mal, Asami se tranquilizó, continuando la conversación con naturalidad. Korra observó sus manos, notando que la izquierda tenía una herida abierta y sangre seca. Suspiró, pensando en lo que se había acostumbrado al dolor en aquellos años, al punto de no sentir aquellas lastimaduras superficiales—. Dios mío, Korra. Si no lo mencionaba no pensabas tratarte, ¿verdad?—. Ni siquiera se molestó en responder, sabiendo que su respuesta sería una mentira—. Ven aquí—dijo, asomándose a su bolso y retirando de éste un estuche para emergencias.
La morena bufó, levantándose de su cómoda cama y se acercó a la otra cama, colocándose cerca de Asami, sin invadir su espacio.
Le ofreció su mano izquierda, a lo que la ojiverde la tomó, causando escalofríos en Korra. Comenzó a curarla con su cabeza corriendo en pensamientos.
<<¿Por qué no simplemente se cura con agua-control? Lo haría mucho más rápido, fácil y eficiente... ¿Qué te frena de utilizar tus poderes, avatar?>>
Su mirada solía posarse de vez en cuando en lo concentrada que Asami se encontraba mientras desinfectaba su herida y la vendaba.
La extrañaba. Todo ese tiempo que estuvo sin verla, luego de ser tan cruel con ella, luego de decir aquellas palabras, su corazón se rompió. Todo ese tiempo deseaba el verla otra vez, abrazarla como solía, tomar su mano como antes, sentir el olor de su cabello... Todo ese tiempo la extrañó demasiado, y ahora estaba allí, a centímetros de ella, curando su mano, y se sentía aún peor, porque se encontraba aún más lejos de lo que estuvieron desde que se conocieron.
Suspiró con tristeza, llamando la atención de Asami. Observó la perdida mirada de la morena, temiendo por lo que sea que haya pasado todo ese tiempo para que ella actúe de tal manera.
Un día cualquiera, un día normal, donde el sol salía por el horizonte, se dirigió a despertar a su tan querida "amiga" porque tenía una reunión con los superiores de Ciudad República, pero se encontró con una limpia habitación y a la morena terminando de colocarse sus botas.
Unas palabras rudas de buenos días fueron suficientes para hacerle saber a Asami que algo no estaba bien.
El resto del día, no hubo persona que haya salido ilesa de la agresividad del avatar, ni siquiera ella, quién creía que tenían una relación especial, a pesar de no haber aclarado nada.
Sus palabras, sus reacciones ante la simple mención de ella como "avatar", le regalaron una enorme sorpresa a las personas que la rodeaban.
Y colmó cuando retiró sus manos de ella con brusquedad, en un intento de averiguar qué estaba sucediendo.
Y a la mañana siguiente, tanto sus pertenencias como su presencia, desaparecieron de la ciudad.
Se encontraba enojada, obviamente, pero su preocupación era mayor debido a la tristeza que Korra desprendía cada vez que pasaba frente a alguien.
Sus brazos se veían más tensos que de costumbre, sus piernas temblaban ante cada paso que aparentaba ser decidido, y sus labios se sellaban a propósito con los dientes, forzándose a no decir palabras de más.
—Terminé—pronunció con delicadeza, tendiendo la mano de Korra hacia su regazo, sin poder evitar extrañar su tacto, pero pensando en que aún no superaba lo sucedido en aquellos días. La morena reaccionó ante la suave voz de Asami, cruzando su mirada y manteniéndola en su rostro por unos segundos, sintiendo su corazón latir tan fuerte en su pecho.
<<Quiero besarte>>, pensó. <<Quiero abrazarte, sentir tu lenta respiración contra mí y tus brazos a mi alrededor, como antes...>>
—¿Duele?—reaccionó, por segunda vez, notando que se había quedado embelesada. Negó con la cabeza mientras la tristeza hacía aparición en su sistema, como se había acostumbrado que pasaba. Se retiró de esa cama para dirigirse a la suya, colocándose sobre su derecha, dándole la espalda a la pelinegra.
Asami sólo suspiró, pensando en lo mal que digería el encontrarse así con ella, extrañando el estar bien, el no tener rencores y quererse como solían hacerlo.
Se acomodó en su cama, apagó las velas y se giró para dormir, tomándole bastante tiempo para ello.
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—¿Te encuentras bien?
—... No me vuelvas a hablar. No quiero que te comuniques conmigo, ni que te dirijas a mí—. El dolor en su pecho comenzó a esparcirse con rapidez. Intentó frenarla, preguntar otra vez el por qué de aquellas palabras, cuando rechazó su contacto con rudeza—. No me toques, no me hables... ¡No quiero verte!—. Sus ojos zafiro eran demasiado intensos, llenos de furia, tristeza y dolor.
Se despertó de golpe, notando lo mucho que sudaba y lo rápido que su corazón latía, junto a su agitada respiración. La posición fetal parecía la mejor opción entonces, intentando abrazarse a sí misma, intentando consolarse a sí misma, como lo hizo los últimos años.
Korra abrió sus ojos despacio, escuchando al otro lado de la habitación pequeños sollozos, una apurada respiración y pequeños gemidos de dolor.
No había dormido todavía, pensando en las cosas que había hecho y en el daño que había causado, aún sin perdonarse a ella misma, y el escuchar a la persona que más quería, aparte de sus padres, en aquel estado, y más todavía, por su culpa, rompía los ya rotos pedazos de su corazón.
Pieza por pieza.
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Reencuentros [Korrasami]
FanfictionElla había compartido absolutamente todo con ella. Cada mentira y cada verdad detrás de ella, cada chisme, cada secreto suyo... Excepto aquel secreto especial del que siempre tuvo miedo de admitir. ¿Miedo de admitirlo? Tal vez, pero cuando tuvo el...