¿Qué es eso?
Se oyen cantos alegres y pendencieros. Hay ruido de voces (la mayoría masculinas) entonando aquellas letras y siguiendo el ritmo como mejor pueden, aunque siempre hay algunos más ebrios que otros que no pueden diferenciar ya la re de la fa. Pero, aun así, las voces siguen cantando.
—Quince hombres sobre el cofre del mueeerto~
Yooo jooo jooo. Y una botella de ron~
La bebida y el diablo se llevaron al reeesto~
Yooo jooo jooo. Y una botella de ron~
La naturaleza de la canción delataba perfectamente el tipo de personas dentro de aquella taberna. Todos tenían ese aire que solo un marinero puede tener. Ya sean lobos de mar o con menos experiencia, casi todos los clientes mostraban indicios de su vida en altamar.
—¡Otra! ¡Otra!
Unos cuantos alzaron sus voces exigiendo otra canción con la cual podrían acompañar sus bebidas.
—¿Conocen la saloma de Jimmy el Jonás?
Aquella voz había sido distinta al resto. Era femenina y con un tono muy jovial. Provenía de una joven mujer que estaba sentada tranquilamente en una de las mesas, aunque con la silla volteada levemente mientras apoyaba su codo en la mesa. Sus delgados labios mostraban una ancha y confiada sonrisa. Vestía una camisa de color blanco, debajo de una casaca de lana negra sin abrochar. Vestía también unos pantalones holgados color marrón, y un par de botas que parecían ser nuevas, con lustroso cuero azul y unas hebillas brillantes. Como era costumbre en las mujeres navegantes, llevaba su cabeza cubierta por una pañoleta para impedir que en algún atraco la agarraran del cabello. En su caso, el pañuelo era de un color totalmente rojo, muy típico.
—¡Obvio! ¿Quién no se la conoce? Es perfecta para pasar el rato.
—Entonces, ¿Por qué no una entonadita? Todos juntos. Vamos. ¿Me permiten liderar la letra?—preguntó la jovencita, sin borrar aquella sonrisa.
—¿Por qué no? Pareces tener espíritu. ¡Muéstranos lo que tienes!
La mujer se puso de pie mientras algunos aclaraban sus gargantas. Uno de los presentes volvió a tomar su guitarra, y empezó a tocar las notas, mientras otros hicieron un pequeño coro con sus gruesas voces. Y la joven pirata, de, pie, empezó a cantar.
Cien piratas navegan en el fondo del mar
Cien piratas que beben solo agua con salSe quejan y quejan los cien sin pararPues los muertos no pueden beber ni yantar
¡Hey! ¡Jimmy hey!
¡Jimmy hey! ¡Jimmy oh!No eras tú el Jonás,
Que lo era otro señor . . .Sus estómagos rugen sin descansar
Entre los sargazos se han ido a sentar
Sus barbas son algas, sus pies de coral
Si cruzas sus aguas uno más tú serás.¡Hey! ¡Jimmy hey!
¡Jimmy hey! ¡Jimmy oh!No eras tú el Jonás,
Que lo era otro señor . . .
De una granja de esclavos el buen Jimmy escapó
Para poder fugarse se hizo polizón
En un sucio balandro después se alistó
Y boga que boga de allí se marchó.¡Hey! ¡Jimmy hey!
¡Jimmy hey! ¡Jimmy oh!No eras tú el Jonás,
Que lo era otro señor . . .El joven grumete las aguas surcó
Y de los cien marinos ni uno lo tocó
Pues era mujer con disfraz de varón
Y da mala suerte una hembra al timón.¡Hey! ¡Jimmy hey!
¡Jimmy hey! ¡Jimmy oh!No eras tú el Jonás,
Que lo era otro señor . . .Y así se relata la historia real
De cómo escapó nuestro Jimmy del mal
Los cuatro piratas del Crazy Cod
Que nunca supieron que el viento sopló
Por unos fantasmas del fondo del mar
Que ya no podían beber ni yantar
Ni otros menesteres ¡Ay qué pena dan!¡Hey! ¡Jimmy hey!
¡Jimmy hey! ¡Jimmy oh!No eras tú el Jonás,
Que lo era otro señor . . .Los piratas que viven te deben un favor.
Una risa se escuchó, dándole fin así a la canción, mientras la guitarra iba volviéndose más lenta hasta dejar totalmente de sonar.
—Bonito tema. ¿A que sí?—preguntó la mujer, tomando asiento directamente encima de una de las mesas, ignorando ciertas miradas no muy amistosas por esa acción. Probablemente alguno le habría hecho la bronca, pero no querían pleitos en aquel momento—Imagino se saben los muchos rumores que hay sobre la historia que narra esta canción. Y sobre nuestro, o. mejor dicho, nuestra querida Jimmy. La grumete que se disfrazó de varón y emprendió una pequeña aventura.
—¡Por supuesto! Aunque la mayoría son solo leyendas. Ni siquiera se es seguro que esa Jimmy se haya llamado nunca así. O que siquiera exista o haya existido—respondió otra mujer, aunque no tan joven como aquella desconocida—Aunque las historias que se cuentan de ese personaje son interesantes cuanto menos.
—¿Quisieran escuchar la verdadera historia?
Algunos ojos se posaron entonces sobre aquella jovencita. No podían negarlo. Se habían interesado. Aún si era solo una delirante, o se burlaba, algún cuento nunca viene mal. La chica se movió un poco, poniéndose más cómoda aún en la mesa. Metió su mano bajo la casaca que llevaba y sacó una moneda de un centavo, la cual lanzó al aire un par de veces antes de cerrar completamente la mano en donde la atrapó.
—He de suponer que conocen también sobre Penny. La Tigresa de los Mares.
—Sí. Y también de cuentos y rumores de que es ella esa Jimmy. ¿Es todo lo nuevo que vienes a traer?—preguntó uno de los que más se había molestado con el descaro de la chica al sentarse sobre la mesa en la que estaba.
—A calmar esos humos—respondió la chica, volviendo a lanzar su moneda al aire. Cuando cayó sobre su mano, la atrapó entre su índice y su pulgar, antes de impulsarla de golpe. La moneda rebotó contra la frente de quien acababa de hablar antes de ser atrapada al vuelo por su dueña—No me gusta que se pongan groseros cuando yo hablo.
El sujeto se llevó rápidamente una mano a la frente, sobándose. Eso había dolido.
—Ahora sí, déjenme continuar. Es verdad sobre cómo suelen relacionarlos. Pero estoy muy seguro que esta historia es distinta. Y que nunca antes la han escuchado. Y, antes que vengan a hacerme preguntas estúpidas, voy a comenzar.
Así que, por favor, quiero que lo primero que se imaginen sea, nada más y nada menos, que el mar.
El intenso azul del mar.
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Brawl Stars: Una Botella en el Mar
FanfictionLas tabernas son el lugar donde salen a la luz los rumores, cuchicheos, cuentos, historias, leyendas, etc. Donde a veces se escucha a gente pelear por una estupidez y luego cantar como si se conocieran de toda la vida. Y no hay mejor lugar como éste...