Capítulo 2: Sigüid

64 9 12
                                    

Desde que el día comenzó, Penny supo que algo no iba a ser normal. Que algo había cambiado.

No se imaginaba cuánto.

Para empezar, cuando despertó, tuvo la mala suerte de girarse justamente lo suficiente para caer de la cama. Con su tamaño, no era normal que eso pasara.

El día estaba soleado, eso ya era más normal. Aunque la gente parecía un tanto inquieta. Para ser tan temprano, había muchas personas por las calles, la mayoría parecía querer ver los periódicos. ¿Qué estaba pasando?

—¡Penny! ¡Querida! ¡¿Ya estás despierta?!

—¡Sí! ¡Ahora mismo bajo!

No tardó en ponerse sus botas y salir corriendo hacia las escaleras, las cuales bajó lo más rápido posible para llegar al piso inferior, donde la esperaba una mujer un poco rellenita, pero con un buen encanto. Tendría alrededor de 25 años. Tez bronceada, una cara con facciones juveniles y unos ojos castaños. Su corto cabello negro estaba bien peinado, incluso para ser de mañana.

—Ya estabas volviendo a tardarte, dormilona—la reprendió con una pequeña sonrisa en sus labios—Deberías dormir más temprano.

—Pft. No es necesario, tía Sigüid—le respondió la menor, encogiéndose de hombros—Mi horario de sueño es perfecto. Solo con el desayuno, almuerzo y cena, acabo con energías para tooodo el día.

—Como digas, pequeña—respondió la mujer, tocándole la nariz con uno de sus dedos—Te tengo preparado tu desayuno. Jugo de manzana con pan y mantequilla.

—¡Jugo de manzana!—exclamó Penny, a punto de saltar de alegría.

Cuando Penny acabó su desayuno, no tardó en ponerse de pie, y despedirse justo antes de salir por la puerta principal hacia el exterior y comenzar a correr por las calles rápidamente. Aún le faltaba el descubrir porqué había tantas personas moviéndose por la mañana. Su casa quedaba cerca de los muelles, de modo que cuando fue acercándose, se dio una idea de lo que pasaba.

A sus costas habían llegado decenas de botellas de vidrio, cada una con pergaminos dentro. Había aún personas recogiendo algunas por curiosidad y para despejar el lugar para poder seguir en su trabajo.

Curiosa como ella sola, Penny no tardó en acercarse al agua y esperar hasta que una de esas botellas estuvo a su alcance. Su mano se movió rápidamente, ganándole a otro par que se habían acercado con ella en espera de tomar alguna botella, y se alejó corriendo para que no se la quitaran. Corrió a más no poder. ¿A dónde? Bueno. Esperaba encontrar a Lieutenant en su casa. Sino, tocaría buscarle. Quería desvelar a su lado lo que sea que esa botella estuviera guardando.

En unos cuantos minutos había llegado hasta la casa de su amigo. Aunque su corazón latía con fuerza por la rapidez con la que se había lanzado, pero estaba muy entusiasmada como para pararse a descansar solo por eso. Rápidamente empezó a tocar la puerta, aprovechando ese breve momento de pausa para comenzar a recuperar el aliento.

La puerta no tardó en abrirse, mostrando a un hombre bronceado de cabello negro, cuyos ojos verdes se fijaron en la pequeña de piel pálida enfrente de él.

—Oh. Penny. ¿Buscas a Lieutenant?—le preguntó con cierta tranquilidad.

—¡S-... S...!—se llevó una mano al pecho, luchando para poder llenar sus pulmones con aire—¡Sí! Vengo... Por él... Uf...

—Lo imaginaba—habló el mayor, volteando para entrar a su casa y buscar al menor.

Penny se enderezó un poco una vez hubo recuperado del todo el aliento y comenzó a golpear el suelo con su pie, impaciente. Luego de unos cuantos minutos, la puerta volvió a abrirse.

Brawl Stars: Una Botella en el MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora