Capítulo 4: Nemo

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Todo estaba negro.

Totalmente oscuro.

Entonces, poco a poco, comenzó a abrir los ojos.

Penny, finalmente, estaba despertando. Fue abriendo sus ojos, sintiendo todavía sufriendo de cierto dolor en su cuello. Le parecía aún sentir los brazos alrededor de su cuello, algo que ciertamente no era un recuerdo agradable. Notó una molestia en sus muñecas. Estaba maniatada, y le fue imposible aflojar los nudos, aunque sea un poco. Miró a su alrededor, intentando saber dónde se hallaba.

Lo primero que vio es que el lugar estaba mal iluminado y que había muchas más personas con ella. De distintas edades. Jóvenes, adultos, incluso niños. Eso comenzó a hacer que creciera una sospecha en ella, una sospecha que la hizo temblar. Un momento. ¿Y su amigo? ¡¿Y el anciano?!


—¿Lieutenant?—habló comenzando a alzar su voz—¿Viejo Lobber?

—¡Oye! Baja la voz—le reprendió rápidamente la persona a su lado. Una mujer que iría por sus treinta años, bien ejercitada y bastante fornida, de cabello totalmente negro y unos ojos color verde esmeralda—O vas a enfadarlos.

—¿Enfadar? ¿A quiénes?

—¿A quiénes crees, niña? ¿Quiénes te han encerrado a ti y a todos nosotros aquí? Esclavistas, obvio.


Esa palabra causó un estremecimiento en la más pequeña, pues confirmaba sus peores sospechas. Vio a la gran cantidad de gente allí presente. ¿Tantas personas había allí? Incluso personas fuertes físicamente, como la mujer a su lado. Lo más seguro es que sus captores tuvieran un surtido decente de armas de fuego y hombres suficientes como para tenerlos a todos así, sin intentar un motín.

Su mirada siguió recorriendo todo el lugar y se dio cuenta de en dónde se hallaba. Les habían colocado en el plan. Es decir, el piso debajo la cubierta del barco, teniendo el mismo casco del barco como paredes. Lentamente y con cuidado, se puso de pie. Sus ojos, que ya empezaban a adaptarse a la mala iluminación, comenzaron a buscar a sus compañeros, entre todas las personas presentes.


—¿Lieutenant?—repitió, pero ahora en voz baja. El intenso silencio del lugar, donde solo se escuchaban leves crujidos de madera y el suave murmullo del mar, hicieron que su voz se escuchara mucho más claramente.

—Penny—escuchó que le respondían, cosa que la alivió enormemente. Reconoció rápidamente a su mejor amigo como el propietario de esa voz—No llames la atención. Hablaremos después, pero de momento solo no nos metamos en problemas.


La de cabello rosado sabía que cuando su amigo hablaba así, lo hacía en serio. Cuando dejaba de lado su tono amigable y tomaba uno más serio y dando órdenes, es porque realmente él sentía que la situación en la que se hallaban era de lo más jodida. Y no estaba equivocado.

Penny decidió hacer caso y tomar asiento nuevamente. Miró de reojo a la mujer a su lado. No quería estar de malas con la persona con la que estaría obligada a tener cerca.


—Perdón por lo de antes. Yo... Acababa de despertar de una asfixia.

—Tranquila. Lo entiendo. Solo no lo hagas de nuevo. O sino, no tendrás problemas conmigo solamente, sino con la mayoría aquí. Todos aquí intentan no enfadar a los cabrones que nos atraparon.


Esas palabras decían mucho. Penny iba a tener que adaptarse a eso. Ella no quería estar allí, ser vendida a alguien como esclava de trabajos pesados o... Algo peor. El solo pensar en la posibilidad de que quisieran aprovecharse de ella como una mujer la espantó. Quería escapar, pero no podía hacerlo sin meterse en líos y probablemente acabar atrapada otra vez y castigada o hasta asesinada. Y si lograba escapar. ¿De qué serviría eso? Estaban en un barco en medio del océano. ¿Qué haría? ¿Recorrer decenas de kilómetros a nado?

Brawl Stars: Una Botella en el MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora