★Capítulo 46★

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Cinco años después:

_______: ¡Vamos Vicente, que el avión ya ha aterrizado!

Vicente, que estaba dormido abrió los ojos hasta que se dió cuenta de lo que había dicho anteriormente y se levantó de golpe

Creo que tenía incluso más ganas que yo de llegar a Japón

Bueno, antes de narrar mi vuelta a Japón, es necesario hacer un mini resumen sobre los acontecimientos:

Después de mi partida de Japón -cuya despedida fue lo más triste que presencié jamás- Vicente y yo nos mudamos a Barcelona para lograr estudiar en una Universidad en la que sí había conseguido entrar

Al principio mantuve el contacto con todos, hacíamos videollamadas de vez en cuando, pero conforme pasó el tiempo, nos volvimos personas más ocupadas y dejamos de hablar durante un largo periodo de tiempo, cosa que no cambió nada, porque las amistades no se rigen por el número de tiempo que hablas con ellas ni por la distancia

¿Y en cuanto a Kou? Como acordamos, no nos solíamos hablar, sabíamos que sería duro mantener una relación a distancia durante cinco años, así que decidimos que lo mejor sería seguir nuestros caminos hasta mi llegada. Cosa que no quitaba que de vez en cuando subiéramos distintas fotos o historias a nuestras redes sociales a modo de indirecta, aunque conforme el tiempo pasó no sabíamos si esas indirectas eran unilaterales o iban dirigidas realmente hacia el otro.

En cuanto a mis estudios, me esforcé en todo lo posible para conseguir una de las mejores notas de la Universidad, de cara a conseguir un buen trabajo en Japón, porque sí, no pensaba quedarme en España a vivir después de tantos años en Japón. Tras un arduo trabajo y noches en vela estudiando logré terminar la carrera y ser contratada casi de inmediato en un hospital de Tokio, consiguiendo mi objetivo.

Y ahora sin más, volviendo al presente:

Tras salir del aeropuerto y dejar nuestras cosas en un hotel -teníamos pendiente comprar un apartamento todavía- fuimos camino al hospital para hablar sobre mi contrato de trabajo

_______: Vicente, quédate aquí y no te levantes por nada del mundo, ¿entendido?

Vicente suspiró y asistió tras rodar los ojos, cosas de preadolescentes

Dicho eso, me levanté para entrar en la Sala donde estaría una trabajadora del Hospital para instruirme

Llamé a la puerta nerviosa y tras una invitación a entrar la abrí, tras la puerta estaba una chica de unos cuarenta años sentada, con mirada amable

— Buenos días, ¿______ ______?

______: Sí, soy yo

— Pase, no se quede aquí de pie

— Pase, no se quede aquí de pie

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Attention (Kou Mabuchi y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora