AMIGOS CON DERECHOS | ROBSTAR.

CAPÍTULO 01

Eres mía, yo soy tuyo, ¿qué más se necesita para estar juntos?

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Todos alguna vez conocimos las reglas que se tienen para los amigos con derechos. Es muy raro cuando ambos rompen la regla principal; sin sentimientos. Pero, este sería uno de esos pocos.

Todo el embrollo comenzó una mañana de un viernes de abril en Jump City. Un grupo de amigos desayunaba juntos en un café en el centro de la ciudad. Bromeaban y reían juntos, pero se sentía cierta tensión entre dos miembros del equipo, habían tenido un pequeño altercado anteriormente. El novio de la chica y ella habían estado peleando mucho, llamando la atención de Dick Grayson, el joven heredero a grandes fortunas.

Kory; la chica, había estado peleando demasiado últimamente con su novio, puesto a que el desaparecía por mucho tiempo y al volver la tachaba de tóxica, sin moral alguna. Ya dándose cuenta de que la pareja había tenido problemas, Dick se acercó dando por terminada la discusión de la toxicidad, iniciando una de infidelidad.

— ¡Yo no sería capaz de engañarte! —se defendió la chica de él, entre susurros con intenciones de que sus demás amigos no se dieran cuenta. Aunque estos ya se hubieran dado cuneta y lo disimulaban muy bien.

—Claro que sí Koriand. Eres capaz de eso y más —reclamó el joven causando que el pelinegro frunza el ceño.

—Kory no es capaz de hacer algo como eso, tú eres otro caso aparte —la defendió causando aún más tensión.

Y ahí se encontraban, desayunando juntos. La pelirroja se limitaba a comer sin decir ni una palabra. El pelinegro fulminaba con la mirada de vez en cuando al novio de ésta, el cual le devolvía las mismas miradas de odio hacia él. Ella se acomodó en su asiento, puesto a que se encontraba sentada en medio de ambos chicos.

— ¡Te quedó hermoso! —alabó la morena el cabello de la azabache, la cual se había teñido las puntas de un púrpura y le lucía bastante bien. Miró a la pelirroja notando que ésta se aclaró las puntas—. A ti también te quedó hermoso el cabello, Kory.

—Gracias —se limitó a decir. Su novio se levantó dejando la servilleta en la mesa. Miró a su novia con superioridad y fastidio.

— ¿Nos vamos? —preguntó él. Dick solo lo miraba con recelo. No le gustaba para nada como era que trataba a la chica.

—Quisiera quedarme un poco más —dijo suplicante la chica en susurros. Se quedó callado sin dejar de mirarla. El grupo de amigos estaba totalmente callado observando la escena.

— ¿Y cómo piensas volver a casa? —preguntó jocoso, algo que hizo molestar al pelinegro.

—Yo la llevaré, vete tranquilo a coger zorras —espetó creando más tensión. El chico decidió dejarlo pasar por esta vez puesto a que era el mejor amigo de ella. O eso quería pensar él, la realidad era que el pelinegro lo intimidaba.

—Bien. La quiero en casa antes de las diez —dice para luego marcharse.

—Volverás a las doce —dijo el pelinegro después de asegurarse que se marchó.

—No soporto a ese cretino. ¿Cómo es que sigues con él? —comentó Rachel sin llamar la atención de su amiga pelirroja. Ella seguía metida en su mundo, bueno, en el chico para ser sinceros.

—No debías preocuparte. Volvería a casa con él —le dijo llamando la atención del pelinegro. La de cabello azabache hizo una mueca ante la escena, puesto a que la habían ignorado por completo.

—No dejes de divertirte por él.

Dicho esto, le dieron fin a la conversación sobre él. Siguieron platicando los amigos, ésta vez sin tensión de decir algo malo y meter la pata frente al patán. Pasada la tarde, cada quién tomó su camino. Los morenos volvieron al departamento en el que vivían, la azabache junto con el rubio decidieron seguir paseando. Mientras el pelinegro y la pelirroja decidieron ir al apartamento de éste a pasar el rato que les quedaba.

Ella al entrar comenzó admirar con lujo de detalle cada cosa adentro. Era un departamento de pinta moderna. Los electrodomésticos combinaban tan bien. Estaba sorprendida por el buen gusto del chico. Sabía uy bien que probablemente lo haya heredado de su padre, puesto a que él siempre se le veía con buen gusto para todo. Se sentó en el sofá de la sala después de ser invitada a sentarse por él.

— ¿Gustas algo de tomar? —le preguntó y ella solo negó con la cabeza.

—Está lindo tu departamento —comentó mirando a todas partes.

—Gracias —se sentó junto con ella—. ¿Quieres ver una película?

—Claro. ¿Cuáles tienes? —dijo acercándose un poco a él. Revisó unas cuantas carátulas y se las extendió para que mirase las películas. Ella sonrió al ver a la ganadora, se la extendió a él y éste sin darle un vistazo antes la dejó en el reproductor y se sentó de nuevo junto a la chica, pero ésta vez más cerca que antes.

Las horas transcurrieron y la película había acabado. Ellos reían a carcajadas, estaban un poco bajo los efectos del alcohol, puesto a que se sirvieron un poco de vino.

— ¡No puedo creer que tengamos tantos años de amistad y yo no conocía tu departamento! —exclamó y él sonrió—. Eres demasiado reservado.

—Bueno, yo tampoco he ido al departamento que compartes con él —comentó en el mismo tono que ella.

—Él no quiere hombres en el departamento —dijo ella recostándose en el sofá en total confianza. Se quitó los tacones y posó un pie en el sofá y otro en la pierna del pelinegro. Él comenzó a mover su mano por la pierna de ésta, sintiendo su piel suave.

Eran amigos des hacía bastante tiempo, tenían demasiada confianza entre ambos. Bueno, la palabra demasiada se queda corta ante la confianza de éstos dos. Ambos dejaron sus copas en la mesita de noche. Ella movió su pierna acariciando con el pie la pierna de éste. Se quedaron mirando unos segundos. Las manos de él fueron subiendo desde su talón hasta el doblé de su falda. Ambos estaban en completo silencio, dispuestos a averiguar hasta donde llevarían esto.

Él comenzó a bajar la falda de ella con cuidado, aún sin despegar su mirada del rostro de ella.

¿Qué estaba pasando?