CAPÍTULO 08

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Mis ganas de tenerte junto a mí son tan grandes como el propio universo.

— ¡Hola, Kory! —saludó la castaña a la pelirroja alta abrazándola fuertemente. Sentía que la dejaría sin aire en cualquier momento por lo fuerte del abrazo—. Que gusto conocerte, Dick había hablado demasiado de ti antes.

Y no lo decía por cortesía. Era verdad que el chico había mencionado a la pelirroja en sus antiguas conversaciones. Como costumbre que es, las madres siempre avergonzándonos frente a nuestros amigos o persona que nos gusta. Es como si fuera su trabajo humillarte tanto. La cara de él se enrojeció un poco y miró hacia el suelo evitando mirar a la pelirroja. Cada quien se fue presentando ante la chica, todos estaban sentados en la sala de estar del departamento del chico.

La pelirroja estaba sumergida en sus pensamientos mientras el pelinegro respondía a las preguntas de rutina de su madre.

— ¿Te estás alimentando bien? —asiente—. ¿Has tomado sol? —asiente—. ¿Tomas mucha agua? Bueno, aparentemente si porque tienes buen cutis —asiente con fastidio—. ¿Regaste tus plantas? —asiente—. ¿Te bañas todos los días? —Asiente poniendo los ojos en blanco—. ¿Conseguiste trabajo? —niega—. ¿Sales con tus amigos a beber seguido? —asiente—. ¿Compras comida con el dinero que te enviamos? —asiente—. ¿Gastas dinero en estupideces? —hace una mueca de más o menos.

La pelirroja salió de su propio mundo y comenzó a escuchar con atención las preguntas que le hacía Selina a su amigo. Se aguantaba la risa de vez en cuando. Cuando la castaña decidió pedirle a Alfred ir con él a comprar algo de comida, dejó a sus hijos en el departamento del mayor, saliendo junto a su esposo.

— ¿Ustedes son novios? —Le preguntó Damián a los chicos, que negaron de inmediato—. Pues parecen.

Ellos fruncieron el ceño. Sí que parecían novios. No es secreto para nadie que ellos son demasiado allegados, pero lo que sí es algo secreto es la intimidad que se formó meses atrás. El pelinegro solamente bufó ante la declaración de su hermano hacia como se trataba con la muchacha.

—Lo dices porque a ti las chicas te repelen y no te quieren ni como amigo —se burló de su hermano menor, adornando su rostro con una sonrisa perspicaz. Ésta solo sonrió.

—No es cierto. Las chicas me aman —todos sus hermanos voltearon a verlo con el ceño fruncido—. Se pelean por mí.

—A las únicas mujeres que he visto pelearse por ti es Stephanie y mi madre en tu contra por dejar todo tirado —dijo Tim con una sonrisa, el mayor de los hermanos suelta una carcajada.

—A ver, cambiando de tema —interrumpió Damián, antes de que lo humillaran más de lo que él podría soportar—. Si no son novios, ¿por qué se escuchaban unos “¡ah! ¡Dick!” desde la habitación? —la pelirroja desvió la mirada y el pelinegro se tensó.

—Estás delirando —acusó Dick. Disimulando sus nervios porque lo habían descubierto.

—Yo no me creo que estuvieras viendo un video de esos y que dijeran tu nombre —se unió a la conversación la única chica entre los hermanos—. Sería demasiada casualidad.

—A menos… —habló Tim. Todos le prestaron atención—. ¡Que sean amigos con derechos!

—Deliras —canturreó el pelinegro.

— ¿Ah sí? Bésala —ordenó Damián. Lo único que hacía falta, es que ellos se besasen frente al grupo, dando algo de lo que pensar a los tres hermanos del pelinegro, la chica era la más ansiosa por ver un beso para comenzar a crear nombres a la pareja.

— ¿Bromeas? Se ve que Kory tiene fuerza, lo golpearía sin siquiera dudarlo —dijo Tim tratando de que no metieran en problemas a su hermano mayor. Kory salió de sus pensamientos y frunció el ceño al encontrarlos a todos mirándola a ella y al pelinegro.

—Kory —le llamó el pelinegro. Ella se dio vuelta para poder mirarlo, la tomó del rostro y la acercó un poco hacia él. Todos los hermanos miraban con los ojos abiertos en su totalidad, esperando el momento del beso.

—Dick.

—Saquémoslos del departamento —susurró él. Ella sonríe—. ¡Bueno, gente! ¡Terminó el show! ¡Fuera del departamento! —grita el chico levantándose del sofá en donde se encontraba sentado junto a la chica. Sacando a sus hermanos de su departamento.

°*• ღ •*°

La chica se encontraba mirando a la nada en su habitación. El pelinegro tocó la puerta y ésta se paró y entreabrió para encontrárselo a él con una media sonrisa.

Negar que el chico no luce lindo cuando sonreía le costaba. Le dolía saber que no podían estar juntos como ella quisiera, piensa que él lo único que quiere de ella es eso, sexo. Cuando en realidad es más, mucho más. Quiere verla cada mañana al despertar, verla cada noche al dormir. Reír y llorar a su lado, quería ser dueño de esos labios y cuerpo. Quería ser el único capaz de cuidarla.

Abrió un poco más la puerta, dejando pasar al pelinegro a la habitación. La chica se sentó en su cama y él se quedó quieto frente a ella. La tomó de la barbilla haciendo que alce la mirada. Le sonrió calmándola un poco. Ella había estado algo melancólica por todo lo que había sucedido con su novio con brevedad en el restaurante, a pesar de todo lo quería, muy, muy en el fondo. Superar que alguien que ha jurado amarte por dos años te ha engañado es difícil, a pesar de haber sufrido tanto.

—Lo superarás —le dijo él. Ella fijó su mirada en el torso del pelinegro, sonrió—. Mientras, puedes utilizarme. Sin remordimientos, ya lo han hecho antes —murmuró eso último. La chica no logró escucharlo, él acercó sus labios a los de ella con cuidado—. Deseo tenerte siempre junto a mí —le susurró al oído y ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo por completo—. Hacerte mía cuando se me antoje, aquí, allá, en cualquier parte —decir que la chica no se excitaba con aquellas palabras era mentira.

—Dick… —murmuró ella. Indefensa bajo el cuerpo bien estructurado del chico, éste la tomó del mentón obligándola a verle.

—Te voy a hacer sentir el orgasmo de tu vida.

AMIGOS CON DERECHOS | ROBSTAR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora