CAPÍTULO 02

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Sedúceme con tu cuerpo, embriágame con tus besos y mátame con tu mirada.

¿Qué estaba pasando?

Se preguntaban ambos, culpando con ello al alcohol por hacerlos actuar de esa manera tan extraña. Bajó por completo la falda de ésta, admirando por completo sus piernas. Se puso a ahorcajadas sobre ella. Miró su blusa un poco desarreglada. Tomó el doblé y la miró a los ojos esperando alguna oposición por parte de ella, pero ésta solo asintió lentamente. Comenzó a subir la blusa de ella por completo, permitiéndose admirar el cuerpo de ésta.

Nunca la había visto enseñar tanta piel, nunca pudieron ir a la playa o piscina juntos, y si llegaban a planearlo ella no podría disfrutar bien de dicha actividad por culpa de su novio quien siempre la mantenía dominada con sus celos y toxicidad, no dejaba que sus amigos la mirasen en traje de baño. Demasiado posesivo y celoso. No se limitó con observarla así, en ropa interior, quería observar más, quería probar más.

La quería para él.

Aceró su rostro lentamente al de la muchacha pelirroja. Ésta posó sus manos en los hombros de él. Miles de recuerdos de su novio pasaron por la mente de ella, no podía engañarle de esa manera, no sería capaz. Aunque él ya se lo haya hecho con tantas personas no podía rebajarse a su nivel. Pero también existía la tentación de probar los labios del pelinegro, saber que se siente tocar el cielo con un beso. Disfrutarlo como nunca antes había disfrutado un beso.

El pelinegro acercó aún más su rostro al de ella, pudiendo rozar sus labios con los de ésta. Se acercó un poco más a ella y juntó sus labios en un beso. No lo quiso hacer forzado, creyó que tan solo sería un roce inocente de labios y ella volvería a vestirse para hacer que nada pasó. Pero no fue así. En cambio, esta le abrió paso a él, olvidándose por completo de que tenía novio.

Las manos de ella comenzaron a desabotonar la camisa del muchacho. Se la quitó por completo dejando su abdomen descubierto. Nunca lo había podido ver con tanto lujo de detalle. Su abdomen marcado por el ejercicio que tanto hacía por las mañanas llamaba la atención de ella por completo. Las manos de ellas se deslizaron por su torso desnudo.

Las manos de él tomaron el rostro de la chica entre ellas profundizando más su beso. Ella se alza como puede y pasa sus manos por todo el cuerpo del chico. Ambos se tenían ganas desde que se conocieron una tarde en la plaza en la que ella paseaba junto con sus amigas. Él la miró, puesto a que las risas de la chica llamaron su atención. Sus amigas comenzaron a molestarla y ella solo se limitaba a hacerse la juguetona respecto al tema.

Él solo sonrió y ella le dio una mirada misteriosa confundiéndolo aún más. No se podía negar que en ese momento surgió una chispa entre ambos. Varias veces se toparon en el lugar, y ya bastante extrañados decidieron acercarse y hablarse. Compartieron números y con el pasar del tiempo fueron conociéndose más a fondo, pero obviamente no tanto como ahora.

La tomó por los muslos y la alzó un poco para él sentarse y tenerla a ahorcajadas sobre él. No se separaban por nada del mundo. Estaban dispuestos a llegar a más, mucho más, solo necesitaban un poco más de tiempo.

—Tu novio debería dejarte conmigo más seguido —dijo el pelinegro contra los labios de la chica. La alzó para caminar con ella en brazos. Sin romper aún el beso. Chocaron contra una de las paredes del departamento en su camino a la habitación. Deshicieron el beso por aire. La respiración agitada de ambos hacía eco en el departamento. Él seguía parado en medio del pasillo con la chica en brazos.

Ocultó su rostro en el cuello de la chica. Ésta tenía su cabeza hacia atrás tratando de recuperar el aire perdido anteriormente. Mientras ella seguía tratando de recuperar aire, el pelinegro acercó sus labios a la piel de ella dejando besos húmedos en su cuello. Ella dejó escapar un gemido enredando sus dedos en el cabello negro de él. Presionó su cuerpo contra el de ella mientras seguía dejando besos húmedos en su cuello.

—Vamos a tu habitación —articuló como pudo la pelirroja, estaba sumida en el placer absoluto con los besos del mayor. Éste sonrió contra el cuello de ella y culminó su recorrido hasta la habitación.

La tumbó en su cama. Él acercó su rostro al de ella la cual estaba sentada para luego terminar recostándola de la cama de éste. Sus manos se fueron al pantalón de él desasiéndose de éste tirándolo por cualquier parte de la habitación. Traspasaron en ese momento los límites de una amistad sana, pero ellos no parecían querer tener una amistad sana del todo. Ella tenía problemas, él los conocía al pie de la letra.

Ella lo usaría para olvidarse de sus problemas, él sabía perfectamente lo que hacía.

Hacerla sentir como nadie más le hecho sentir es algo que a él le encantaba hacer. Estaba completamente consciente de que ella no le pertenecía en lo absoluto, tenía dueño, un dueño demasiado controlador, que no tiene idea de lo que está sucediendo entre ellos en ese momento. Ya habían pasado de las diez, y ellos seguían ahí, sin estar pendientes de la hora o los segundos que pasaban juntos, solo pendientes de estarlo.

Se adueñaron de los pensamientos del otro en ese momento, volviéndose lo único con lo que les gustase soñar despiertos. Las manos de él recorrieron el cuerpo de ella, deteniéndose en su sujetador. Pero él quería que ella le diera su permiso, a pesar de todo todavía ella tenía control sobre cuánto le quería enseñar a él, y cuanto se querría guardar para ella. Le tomó unos segundos dar una respuesta concreta, puesto a que ella dudaba en qué decirle, sabía que las intenciones de él sobre ella nunca sería malas, pero llegaba a tener sus dudas a veces.

Después de tanto debatirse en su mente, aceptó y él, con una sonrisa en sus labios, lo desató. Junto a muchos problemas.

AMIGOS CON DERECHOS | ROBSTAR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora