🍃 Capitulo 24 🦧

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El resto del día había estado bastante tranquilo, tan calmado que el omega después de acabar el nido, se quedó completamente dormido con las lamitas y caricias de su Alfa, quién se había puesto casi casi sobre él, para protegerlo y mimarlo.  

Después de que su lindo omega fuera consumido por el más profundo de los sueños, el lobo más grande había decidido a dar un paseo por la espaciosa Aldea.

Observaba a los cachorritos correr de un lado a otro, se mordían, perseguían, e incluso aullaban divertidos. Así como había pequeños lobitos corriendo por todos lados, había lobos más viejitos que apenas y podían sostenerse en sus cuatro patas. 

Bufo mirando como dos lobos, idiotas para él, se peleaban por un pedazo de comida. Al estar en su forma lobuna, la mayoría de las personas perdían la conciencia, pocos dominaban el cuerpo de su animal. YoonGi se acercó a una esquina y miró algo que se movía entre los árboles, ¡Un ciervo!

Con mucho entusiasmo, se lanzó sobre el animal dispuesto a matarlo. Se lo llevaría a su omega para que tenga una deliciosa cena jugosa. Al ver que el ciervo intentaba escapar de su agarre, mordió su cuello y de manera inmediata, ya estaba muerto. Entre mordidas y mordidas, le arrancó una pata al animal.

Inclinó su hocico para arrancar unas hermosas flores que se cruzaban en el camino y las colocó sobre la pata del animal muerto. Mordió todo y dio media vuelta hacía atrás dispuesto a  volver con su bella pareja.

El omega había despertado desde hace un rato pero se asustó, al no ver ni tener a su Alfa a un costado, y más, al estar rodeado de muchos Alfas, los cuales lo miraban como si fuera su presa. El lobito blanco se hizo chiquito en su lugar siendo intimidado por los seis Alfas que invadieron su territorio.

YoonGi salió de entre los árboles, aulló asustando a los Alfas frente a él, ese omega ya tenia dueño. Gruñó ahuyentándolos, y se puso frente a su omega en señal de protección. Cuando por fin estuvieron solos, se volvió a meter entre los árboles y con su hocico jalo la pata del ciervo y las flores sobre ella. Lo dejó enfrente de su omega y con su hocico lo empujó hasta donde estaba. Luego, movió la cola feliz y se acostó hundiendo su hocico entre sus patas mientras esperaba a que su omega se alimentará.

El menor, con su corazoncito agitado por las acciones de su Alfa. Tímidamente acercó su hocico a la carne frente a él, y después de quitar las flores que "adornaban" la cena, comenzó a comer toda la pieza. Sintiéndose un poco apenado ante la potente mirada de su mayor, quien miraba fascinado y enamorado cada pelo que conformaba su pelaje. 

Cuando terminó de comer, sintió su lengua seca, necesitaba agua. Miró al Alfa y sacó la lengua, el lobo plateado entendió la referencia y lo guió hasta un pequeño río en medio de la Aldea.
Al llegar a la fuente de agua, el omega inmediatamente bajó su hocico y sacó su lengua comenzando a tomar el agua. Un par de lengüetazos fueron suficientes para saciar su sed. 

Por otra parte, el Alfa lo miraba anonado. Realmente estaba completamente perdido ante el lobo pequeño. Jimin dejándose llevar por su Alfa caminó hasta él, y se acostó con su pancita hacía arriba, haciendo su hocico de lado mostrándole completamente su vientre y cuello el Alfa, un acto de sumisión que volvió completamente loco al mayor. 

Se acercó al cuello del menor y comenzó a lamer y morder ligeramente esa zona, sacándole gruñidos bajos y ronroneos muy tiernos a sus orejas. Bajó sus láminas por todo el pelaje hasta llegar a la zona de su vientre y restregó su hocico en aquella parte, haciendo que el corazoncito del omega latiera sin parar.

Aquellas caricias y acciones eran todo lo que habían estado esperando. Sus lobos, aquella pareja que la luna decidió por fin estaba junta. Y no había nada ni nadie de intermedio, ambos se amaban y no se podía hacer nada en contra de un amor tan sincero.

Pronto la noche se dejó caer y una vez estuvieron en su pequeño espacio, ambos cayeron completamente dormidos, encantados y felices por la compañía del otro.


Maratón 3/4







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