Cap. 4: Un nuevo comienzo

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Resignado a que no me dejarían emtrar en la aldea goblin tuve que buscar un refugio en los alrededores que tuviera al menos una fuente de agua cercana. Por suerte pude encontrar una cueva a orillas de un río. Parecía que estaba habitada por algo pero no pude definir por que. Antes de entrar en la cueva agarré varias ramas que estaban en el suelo y las até con una liana para formar una maza con la que golpear a lo que fuera que estuviera allá adentro.

Entré y pude ver a varios murcielagos colgando del techo. No representaban ninguna amenaza pero serían una buena fuente de alimento. Después de unos cuantos golpes todos los murciélagos murieron. Salí de la cueva para lavarlos y que el olor que estos despedían no atrajeran a otro animal que se los comiera. Volví a meterlos en la cueva y me seguí adentrando. La cueva era un pasillo de al menos tres veces mi tamaño y cinco veces de ancho si me acostaba, este se ramificaba en varios caminos que llevaban a galerías que estaban habitadas por más murciélagos y tenían al menos 6 metros cúbicos. Mientras más profundo iba me encontraba varios huesos, algunos de murciélagos y otros incluso de goblins, pude ver todo eso sin usar una antorcha ya que los goblins estan acostumbrados a la oscuridad.

Al final de la cueva encontré lo que parecía ser un lobo. Este al verme se abalanzó sobre mi pero pude hacer una finta y darle un fuerte golpe en las costillas. El lobo chilló debido al dolor, pero eso no le incapacitó a morderme el brazo izquierdo el cual me comenzó a sangrar. El dolor y la ira recorrían mi cuerpo. Tenía que safar el agarre de la mordida antes de que me inutilizara el brazo de por vida, así que con mi mazo improvizado comencé a dar fuertes golpes en su cráneo. Se podía sentir como gemiamos debido al dolor pero ninguno teniamos planeado dejar al otro. En un momento mi mazo se rompió así que no tuve otra alternativa a usar mis garras y dientes para hacerle daño. Metí mi mano en una de sus cuencas dejándolo ciego de un ojo lo que hizo que soltara mi brazo. Sin tener piedad seguí arañando al lobo haciendo que por su cuerpo comenzaran a salir ríos de sangre. No duró mucho hasta que el lobo muriera desangrado pero yo tampoco estaba tan bien. Salí de la cueva con las fuerzas que me quedaban, agarré varias hojas y lianas y fui al rio. Lavé mi herida y amarré las hojas a mi brazo con las lianas. Regresé a donde había dejado el cuerpo del lobo y pensé en guardar el cuero y la carne.

Thomber: Fue una buena pelea. No dejaré que se desperdicie nada.

Pude recordar que existian casos en los que algunos goblins podían controlar el mana y se volvían monjes o magos así que puse en practica lo poco que sabía de magia. Concentré mana en la punta de mi dedo, específicamente en mi uña, para poder usarla de cuchillo y poder despellejar al ya muerto animal. Fue un proceso un tanto largo pero valió la pena. Pude obtener un cuero de lobo y además de buena calidad. Ahora tocaba seleccionar lo que comería. Comenzaba a tener hambre así que escogí partes que se suponen que acumulaban el mana en los cuerpos, el corazón y el cerebro. Los tomé y me los comí crudos. Se sintió bien como el mana de mi cuerpo aumentaba. El resto de los órganos los llevé a una de las cinco galerías de la cueva y las coloqué allí, tambien llevé los cuerpos de los murciélagos, pensaba en comenzar a usar esa galería como un almacén. Existían plantas que evitaban la descomposicion de los alimentos ademas que podía intentar crear una runa de hielo para hacer un congelador.

Thomber: Debe ser tarde. Estoy agotado. Mañana comenzaré a acondicionar la cueva para poder vivir cómodamente.

OHLA queridos lectores. Aquí llega el cuarto capítulo de esta historia. No parece que vaya por mal camino pero espero que la sigam apoyando con sus estrellas. Cualquier duda, queja o comentario me lo dejan dicho. Sin más que decir

ADIHOZ

Reencarne, pero ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora