siete

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Bíter parecía muy entusiasmado con aquel pasaje. Por más que lo llame,no volvió a mi. Después de medio kilómetro,corriendo tras él,termine por caerme de cara sobre el húmedo pasto. Aquello me dolió bastante y me senté a revisar mi rodilla,descubriendo que estaba lastimada. Cuando levante la vista,buscando a Bíter, lo encontré flotando frente a mí, mirando con curiosidad mi herida.

-¡Bubu!-exclamó metiéndose el dedo índice en la boca.

-Si,me hice una bubu-le dije-¿Puedes curarla?-le pregunte justo cuando una abundante gota de sangre, rodo por mi pierna.

Creo que eso lo asustó porque comenzó a llorar. Abrí los brazos y fue directo a ellos,para aferrarse a mi camiseta donde frotó su rostro. Me levante para volver a la casa,caminando con dificultad. Aquel lugar era extraño,pero muy bonito. Como una pintura surrealista. La casa ordinaria, común y corriente, en medio de una pradera sobre la que se veían tres grandes lunas, que me hacían pensar que era posible brincar a su superficie, desde la más alta de las montañas. Todo ese panorama de ensueño me aparto mi realidad, por unas horas. Una vez dentro de la casa,después de haberla recorrido toda,me puse a pensar en que era muy posible que estuviera en el mundo del Daishinkan o bien en un punto medio. En cualquier caso,lejos de mi hogar,pero entonces oí unas voces que me sonaron muy familiares.  

Con Bíter,en brazos,me acerqué a una de las ventanas de la cocina y mire al exterior. Ahí estaba mi patio,la calle y mis vecinas caminando rumbo al almacén. Fue desconcertante,pero rápidamente entendí que estaba sucediendo. El Daishinkan adapto mi casa y la puso entre dos dimensiones. Por la puerta de enfrente salía al mundo de las tres lunas y desde la puerta de la cocina (la posterior),podía salir a mi mundo ¿Qué propósito tenía eso? No lo sabía. Quizá fue su forma de darle un patio de juegos seguro a su hijo o de esconderlo mejor. Podían ser ambas opciones.

-¿Tienes hambre?-le pregunte al pequeño y sólo me miró.Abrí la nevera y la descubrí repleta de comida-Tu padre si que sabe como mantener un hogar-le comenté a Bíter,quien sólo me respondió con un balbuceó.

Pensé en prepararle puré de manzana,por lo que tome un par y las deje en la mesa. Bíter comenzó a levitar,lo que me permitió usar ambas manos para prepararle el desayuno,mas en ese momento recordé que tenía una pequeña herida en la rodilla y decidí ir en busca de algo para curarme. Guarde el cuchillo,tome a Bíter para recorrer esa extraña casa y encontre un botiquín a poco andar.

No estoy segura de en que momento,el bebe se aparto de mi, pero cuando termine él,ya no estaba. Lo llame,pero no vino por lo que comencé a buscarlo. No aparecía y eso me inicio una enorme angustia que sólo fue en aumento,pues no lograba encontrar a Bíter. Salí a ese mundo logrando que mi corazón se apretara. Ese sitio era vasto,
alli jamás podría encontrarlo. Lo llame desesperadamente. Casi me quedé sin voz gritando su nombre,pero Bíter no volvía. Regrese a la casa,para buscar algo que pudiera atraerlo. Cuando tomé su sonaja,escuche su risa en el jardín y salí corriendo por él. Ahi estaba,
sentado en el pasto llenandose de lodo. Me le quede viendo, mientras recuperaba el aliento y los ojos se me llenaban de lágrimas. Creo que de alivio. Cuando mi cuerpo reaccionó sólo pude arrojarme a él,para abrazarlo. Embarrando mi ropa en el proceso.

-No puedes salir sin mi permiso-le dije y lo aparte de mi para verlo a la cara-Y ¿Cómo fue que saliste?-le pregunte después.

Bíter comenzó a agitarse entre mis manos y lo solté para verlo volar hasta la ventana de la casa. Apoyo sus manitas ahí y cruzó al otro lado como si atravesara agua. Rápido volví al interior y lo encontré sentado en un sofá de color blanco,cubierto de fango.

-Al baño-fue todo lo que dije y terminamos en una tina con agua caliente.

Después de limpiarlo,vestirlo y peinarle ese cabello que imitó al mió,fue que me di cuenta que Bíter si entendía lo que yo decía. Cuando le pregunté cómo había salido,él me lo mostró. Eso fue algo que hubiera sido sorprendente de tratarse de un bebé ordinario,pero Bíter no lo hera. Estábamos en la cama mientras yo pensaba en todo el potencial que tenía ese bebé. Claro que a simple vista,no se veía muy diferente a un pequeño cualquiera. Me le quede viendo,jugar con su sonaja y me recosté a su lado para intentar algo.

-¿Puedes decir Bell?-le pregunte y me miró con esos ojos redondos y grandotes-Bell.Es sólo una palabra.

-¡Mama!-exclamó y soltó la sonaja para aplaudir.

-No mamá. Bell-lo corregí-Anda. Dilo.

-Mama-repitio y río.

-Se me hace que lo haces a propósito-le dije y le hice cosquillas en la pancita,antes de tomarlo en mis manos para levantarlo por encima de mi cabeza.

-¿Te parece divertido?-le dije al verlo reír con entusiasmo-Pero si tu puedes volar.

No sé que le veía de divertido a que yo lo levantara cual si jugara con un avioncito,pero él lo disfrutaba.

Durante los siguientes dos días, el Gran Sacerdote,no nos visitó. Eso me preocupo un poco,pero podía estar ocupado o en una situación que no le permitía ir a ver a Bíter,quien no sabría decir si lo extrañaba o no. Aburrida del encierro,una tarde decidí sacar a Bíter a pasear a mi mundo. Al otro no me aventuraba demasiado. Le puse uno de esos mamelucos. Uno de color azul. Tuve que sacarlo en brazos porque no encontré el cochecito, pero a Bíter no le parecia molestar que lo cargara. Era muy tierno ver cómo todo a su alrededor le era motivo de curiosidad.

Como yo vivía en un área rural, llegar al pueblo me tomaba tiempo. Caminando era casi una hora,pero una señor nos dió un aventón.

-Su hijo es muy lindo-me dijo cuando le dio un vistazo a Bíter-¿Quieres una paleta?-le pregunto sacando una de la guantera.

Bíter se la sujeto fuerte, para meterla en su boca con todo y envoltura. Algo que nos hizo reír a mi y al señor.

Al llegar al pueblo,me encamine a la plaza. Había muchas personas con niños,ahi,a esa hora. Yo había puesto en una mochila algunas cosas,para disfrutar del agradable clima. Tendí una manta sobre el pasto verde y saque algunos bocadillos que preparé para Bíter,aunque él seguía muy entusiasmado con su paleta. Todo estaba muy tranquilo,hasta que una mujer se nos acercó de forma bastante amable.

-Que niño tan lindo tienes ahí, criatura-me dijo y se inclinó un poco para ver a Bíter,que estaba sentado junto a mí-Se ha de parecer mucho a su padre. Lo digo por ese inusual color de ojos.

La mujer tenía unos cincuenta años. Su piel era muy blanca y su caballo muy negro. Sus ojos marrones me veían como una inquisidora.

Algo en esa mujer,aparte de su mirada,me dió una sensación extraña. Ella intento hacerle una caricia a Bíter,pero yo lo tome entre mis brazos y busqué distancia.

-Seguro es tu primer hijo. Eres muy sobre protectora-comento.

-Todas las madres son así-le dijo el Daishinkan,que apareció a su espalda. Tenía el aspecto de un hombre normal,sólo que albino- Pero tiene usted razón. Es su primer hijo-agrego parándose entre la mujer y yo-Si nos disculpa,queremos tener un momento a solas.En familia.

La mujer se disculpó y se fue,
pero a la distancia volteo a vernos.

Cuando el Gran Sacerdote,se giró a nosotros Biter,brinco a sus brazos y exclamó:

-¡Papá!-y se pegó a él.

El Daishinkan se sonrío de forma muy amplía y lo levantó por encima de su cabeza,como jugando.

-Así es,soy tu padre,mi pequeño Bíter-le dijo y luego lo abrazo con ternura.

Ternura ReservaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora