Quince

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En los días posteriores,mientras me habituaba a la ausencia de Biter me surgió una idea inquietante ¿Sería posible que el Gran Sacerdote me mintiera y Biter,en realidad,hubiera sido destruido? No,no podía ser posible. El Gran Sacerdote y yo hubiéramos desaparecido con él. Pero no podía apartar de mi cabeza esa idea y me sacudía triste,consolando mi apesadumbrado corazón con el hecho de que Biter era el herrero de los ángeles y estaba en ese planeta distante,al que yo no llegaría jamás.  

Suponía,por las noches,que Biter me extrañaba como yo a él y me quedaba despierta varias horas. Los primeros días fueron difíciles. Había demasiado silencio. Me tropezaba con algún juguete que no quería levantar para no hacer su ausencia más grande. Me aburría en esas horas vacías. Empeze a buscar un trabajo,pero no servía para distraerme. A ratos,con la esperanza de verlo otra vez,abría la puerta de atrás esperando ver aquel mundo en que practicabamos y jugábamos por las tardes,pero no encontraba más que el patio al final del cual,detrás de un cerco de madera,estaba mi vecina. Ella no recordaba a Biter y aquello hacia todo peor para mi,porqué no había nadie con quién pudiera recordar a ese ángelito. A momentos se me hacia como un sueño solamente. Mas esa idea y ninguna otra mitigaba su ausencia.

Hace un tiempo también me había separado de un niño que quise mucho. Fue terrible. Y lo de Biter llegó a golpearme en el suelo. Sentía que me había extirpado uno de los órganos vitales del alma,sin el cual me estaba muriendo.

Una noche,en que estaba escribiendo mis tristes ideas en una vieja libreta, en mi escritorio,tuve la sensación de que alguien me estaba viendo. Miré atrás y arriba,a un punto en el techo. Esa fue la primera vez, pero esa sensación se repitió varias veces y en ocasiones muy peculiares. La primera vez, cuando estaba en el escritorio, al sentirme observada me levanté para ir a la cocina,descubriendo que no había cerrado la ventana que daba a la calle. Siempre era igual.Esas sensación de ser observada,parecia advertime de algún descuido o peligro potencial, mas una tarde cuando estaba sentada en un columpio en el jardín trasero,tuve la sensación de que alguien me miraba con más fuerza. Moví la cabeza a mi costado y atrás, descubriendo al Gran Sacerdote ahí parado. Estaba tan quieto. Ni siquiera hubiera podido decir si respiraba,aunque ahora que lo pienso nunca estuve segura si lo hacía o no. Supongo que la velocidad con la que se movía era indetectable para alguien como yo. Recuerdo que parpadee y él apareció delante de mí.

-Buenas noches-me dijo con una serenidad muy peculiar. Se escuchó natural. Sin ese tono correcto y formal de siempre.

-Buenas noches-le respondí-¿Le sucedió algo a Biter?-le pregunté una vez salí del aturdimiento que me causó su presencia.

-No-contestó sonriendo,un poco divertido-Él esta muy bien.

Esas palabras me llenaron de alivio. Hasta se me escapó un suspiro.

-Aunque la extraña bastante-me dijo después y se quedó viendo el columpio,a mi lado,con bastante curiosidad-¿Puedo sentarme?

-C..Claro -le dije y él se sentó con cierto entusiasmo. Quedó en dirección apuesta a mí. Me resultó simpático verlo allí, porque sus pies quedaban colgando a unos centímetros del piso-¿Sabe? Preferiría que no me extrañe-le confesé después de un rato.

El oscilar de la cadena me hizo volver los ojos a él otra vez. Se estaba balanceando suavemente en ese columpio.Su mirada estaba fija al frente y tenía una expresión que contrastaba con el juego infantil,que disfrutaba.

-No quiere que sufra-me dijo-Pero no puede evitar eso. Ni yo puedo evitar algo así.

-No...-murmuré y miré el espacio entre mis pies-Puedo saber ¿A que a venido?

-A darle una recompensa-me dijo y detuvo su vaiven-Le he dado las gracias,pero considero que ha sido muy poco en comparación a todo lo que hizo por Biter.

Ternura ReservaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora