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Hannah escogió una de las porterías para practicar su última supertécnica

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Hannah escogió una de las porterías para practicar su última supertécnica. Bianca se quedó la primera media hora hablando con Mark y las gerentes antes de tener que irse a hacer la compra a la que su madrina le había mandado. La rubia se quitó el sudor de su frente y aprovechó para observar a sus compañeros. La mayoría estaban practicando en parejas o grupos de tres o cuatro. Solo algunos estaban solos practicando sus propias supertécnicas. 

El entrenamiento pasó rápido y en un parpadeo, y con casi ningún avance en su supertécnica, terminó. 

Hannah estaba bebiendo agua cuando Mark (debía dejar de llamarlo así) anunció a sus próximos rivales. Hannah añadió a su lista mental buscar información sobre la Academia Cala Pirata. Aunque algo estaba revoloteando en el fondo de su mente y estaba en la punta de su lengua.

El sonido del móvil, con ese timbre tan característico de Mark (que llevaba ya cinco años sin cambiar), atrajo su atención. La chica escuchó como el entrenador Travis anunciaba que todos los miembros de Cala Pirata eran Imperiales. Bueno, entonces era eso lo que tenía en el fondo de la mente. 

-Entonces todos son invocadores... -el ceño de Hannah se disparó, pero nadie se dio cuenta y la joven suspiró internamente aliviada. Eso habría sido sospechoso.

-No exactamente. -todas las miradas se dirigieron al antiguo Imperial.

-¿Qué quieres decir?

-Ser un Imperial no significa que se pueda convocar a un espíritu guerrero.

-¿Ah no?

-Ese título es para aquellas personas enviadas por el Sector Quinto para vigilar los clubs. Solo son vigilantes del Sector Quinto. Obviamente hay diferentes tipos de Imperiales: algunos obligan a los clubes a someterse con métodos agresivos mientras otros lo hacen más sutilmente.

-Entonces no debemos preocuparnos de ellos.

-Yo no estaría tan seguro. -rebatió el delantero. 

-¿Qué quieres decir, Víctor?

-Todos los Imperiales han pasado un riguroso entrenamiento y son mucho más fuertes que los jugadores normales. Y la gran mayoría de ellos participan en el Camino Imperial. 

El ambiente se volvió desanimado. Fue Adé quien rompió el silencio.

-Bueno, eso quiere decir que cuantos más Imperiales, mayor es la dificultad por lo quiere el Sector Quinto se está preocupando de nosotros.  

-Eso... Tiene sentido, extrañamente. 

-Tiene razón. No creí que me sentiría feliz por esta situación. -rio nerviosamente Eugene.

-Yo no me autocomplacería tan pronto. Que el Sector Quinto envíe Imperiales para que nos enfrenten no es nada de otro mundo. Si solo envían Imperiales corrientes quiere decir que aún no nos están tomando en serio.

-¿Qué significa eso, Víctor?

-Veo que la Resistencia aún no sabe de esto o no os lo ha querido decir, entrenador Evans, pero los Imperiales normales, invocadores o no, no son nada comparado a la cima del Sector Quinto. 

-¿La cima del Sector Quinto?

-Así es. Los mejores jugadores de la organización. Sus habilidades y supertécnicas van mucho más allá de un buen Imperial. Son solo cuatro y ostentan el título de Primer Imperial. No se conoce sus nombres ni su edad, sexo o instituto, pero se les conoce por destrozar a sus oponentes.

-¡Qué miedo!

-¿Y cómo los podemos reconocer?- preguntó el mayor.

-El nombre de sus espíritus guerreros son lo primero que nos enseñan cuando nos convertimos en Imperiales tras el entrenamiento.

-Ex-Imperial.

-Eso. 

-¿Y son? -el chico suspiró.

-El Rey Blanco, el Gigante de Fuego, la Diosa de Fuego y la Encantadora del Océano. Son también considerados los mejores jugadores del país. 

-¿Pero tan fuertes son?- se preguntó Michael.

-Sí.

-¿Como Bianca?

-Probablemente.

-No. -todas las cabezas giraron hacia Hannah.

-Bianca Bianchi es una de las mejores jugadoras del planeta entero. Ningún Imperial podría superarla.  

-¿No la estarás sobreestimando? -Hannah tan solo se encogió de hombros.

-Creerme o no, yo solo digo.

-¡Pero que actitud...!

-Hannah tiene razón, Bianca Bianchi es una jugadora excepcional, igual que su hermano. Supongo que lo conoceréis. Paolo Bianchi. -intervino Mark mirándola fijamente. La rubia tan solo sonrió levemente antes de desviar la mirada. 

-¡El Meteoro Blanco de Italia!

-Exacto. Pero no nos calentemos la cabeza con esas cosas y centrémonos en el partido contra la Academia Cala Pirata. 

-¡Sí!

Se retiraron en cuanto el entrenador Evans terminó de explicar los jugadores del equipo contra el que jugarían. Hannah se perdió un poco en sus pensamientos, si eso ya echaría un vistazo a las fichas de jugador que estaban en la base de datos del Sector Quinto. Ventajas de que tu hermano fuese el "Gran Emperador". La chica aún no podía dejar de burlarse de cómo Axel había cambiado su nombre para hacerse pasar por esa persona llamada "Alex Zabel". Y tampoco podía dejar de reír ante lo cutre que era el nombre, tan poco creativo. Era literalmente cambiar el orden de las letras de su nombre. 

La Blaze dejó de burlarse mentalmente de su hermano cuando Mark dejó de hablar y se fue a cambiar, pero antes de que pudiese irse a casa tras hacerlo, el hombre la detuvo. La joven se giró y ladeó la cabeza. El de la banda naranja enseñó su móvil con un mensaje de su esposa invitándola a casa a cenar.

-Oh, no, no, no. Dile a Nelly que estoy de dieta o algo, lo que sea, pero no pienso volver a sufrir con su comida. ¡Casi me dio una indigestión la última vez!

-¡Pero tendré que comérmelo yo todo! Y yo ya sufro lo suficiente cada día como para tener que hacerlo hoy el doble. -la mueca la Blaze habló por si sola. -¡Por favooooor!

-Suerte, Mark. -deseó Celia al pasar por su lado riéndose levemente.

-Hannah... No olvides quien te llevó al parque de atracciones de contrabando cuando tenías 10 y se llevó tres balonazos de Axel por eso. -la chica volvió a hacer una mueca ante la deuda que tenía con la persona que tenía delante. 

-Soporté las quejas de Axel durante todo un verano porque sacaste mejor nota que él en matemáticas sin hacer nada gracias a Jude.

-Pero Axel es Axel. Y yo soy yo. Él pudo haberse quejado todo un verano, pero no me tuviste que soportar a mí.

-Pero fue tu culpa.

-Indirectamente. -la rubia entrecerró ojos durante diez segundos. Y luego suspiró.

-La última vez que voy a mi propia sentencia de muerte. -el entrenador hizo un grito de victoria y la llevó a su casa sonriente por no tener que sufrir solo la "deliciosa" comida de Nelly Evans. 










𝐑𝐄𝐓𝐔𝐑𝐍 [IE GO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora