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Hannah se sentó en el banquillo

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Hannah se sentó en el banquillo. Le había pedido al entrenador que no la sacase aún con la excusa de que quería ver primero el nivel de los Imperiales y el juego en conjunto del Raimon para poder adaptarse mejor. El de la banda naranja se creyó la excusa fácilmente. 

Esa fue el pretexto.

La verdad era que debía mantener su fachada, pues técnicamente se había infiltrado en el Raimon bajo órdenes directas del Santo Emperador y si jugaba, debía aplastar a dicho equipo. Cosa que no pasaría. Por lo que Hannah debía pasar unos partidos antes de que el Raimon la "cambiase" y se volviese parte de la Revolución. 

Fácil de decir, no tanto de hacer. Ya que la excusa de adaptarse solo le duraría ese partido y tal vez el próximo si era convincente. 

La chica salió de sus pensamientos cuando el silbato sonó dando por iniciado el partido.

Observó con curiosidad el juego de la Academia Cala Pirata, pues hacia un año y medio que no veía ningún partido de un equipo lleno de Imperiales. Y Hannah quería ser consciente del nivel de habilidad al que debía adaptarse antes de hacer nada, ya que era consciente de la gran brecha de poder entre los jugadores del Camino Imperial y ella, una jugadora de talla mundial.

La joven vio como el rival se adentraba fácilmente al campo del Raimon mediante una secuencia de pases bien ejecutados. La Blaze ignoró a sus compañeros en el banquillo asombrados y se centró en analizar la técnica de los Imperiales. Eran buenos, esos pases estaban bastante bien. Pero no llegaban ni a los talones de los mejores equipos del Sector Quinto. Por lo que más le valía al Raimon ponerse al día, o la Revolución tendría que posponerse un poco más.

Hannah apoyó su cabeza sobre su codo, que estaba apoyado en el posabrazos, y sonrió levemente cuando vio a Víctor quitarle de una vez el balón a la Academia Cala Pirata. Parecía ser que el favoritismo de su hermano estaba justificado. El chico era bueno, como un diamante en bruto empezado a pulir. Se podían notar los lados ya algo afilados, pero aún necesitaría mucho entrenamiento si deseaba llegar al nivel de un diamante resplandeciente.

-Tu ojo sigue fino, Axel. - murmuró por lo bajo sin que nadie la notase, tan ocupados como estaban con el partido y el chut del delantero de la Academia rival. 

El marcador se movió a favor de sus oponentes. Hannah no se mostró preocupada, por lo que su hermano le había dicho, Raimon evolucionaba mejor bajo presión, lo que solía ocurrir durante el segundo tiempo.

La igualación del marcador no tardó en llegar a manos del ex-Imperial. La rubia observó curiosa el disparo, había ojeado las estadísticas del delantero cuando aún era un Imperial y había notado fácilmente la potencia de sus chuts, pues sobresalía bastante. La misma potencia que un casi Primer Imperial en ciernes como Bai Long. 

No pasó mucho tiempo antes de que les volviesen a marcar, esta vez con el poder del espíritu guerrero del capitán rival. Pero Hannah notó en segundos que la Academia Cala Pirata se había puesto seria tras el gol. Pues su velocidad y agilidad habían aumentado al punto de poner en aprietos al Raimon. 

Fue cuando uno de los niños de primero sin entrenamiento pudo invocar lo que sería un pre-espíritu guerrero que Hannah se interesó por el partido. 

-Vaya. Que interesante.

-Sí. -estuvieron de acuerdo fácilmente los otros adolescentes en el banquillo. Hannah negó con la cabeza a la vez que dejaba de apoyarse.

-No creo que hayáis entendido el verdadero significado.

-¿Qué quieres decir? -preguntó Sky. Hannah suspiró.

-Que Arion Sherwind pueda invocar un pre-espíritu guerrero sin haber recibido ningún entrenamiento especial y a tal edad es una posibilidad remota. Y cuando digo remota me refiero que solo uno entre mil podría hacerlo. 

-Eso es...

-Pero Víctor tiene la misma edad y ya puede invocar a Lancelot.

-Pero él era un Imperial y ha recibido un entrenamiento especial para invocar un espíritu.

-Oh. ¿Entonces Arion es un prodigio?

-Llámalo como quieras, pero prodigio es una palabra demasiado grande para él. Yo diría más un afortunado. Eso quiere decir que Arion Sherwind es como un diamante en bruto, debe ser pulido para sacar a relucir su potencial. Un prodigio no necesita ser pulido. Puedes tomar el ejemplo de Lincoln Teagan, el estratega del equipo argentino.

-¿Quién es? -a Hannah casi se le cayó la boca al suelo. Ellos jugaban al fútbol en un equipo reconocido como el Raimon y ni sabían quién era Lincoln Teagan. Increíble. Simplemente increíble. La Blaze se tragó una carcajada y dejó que Celia explicase.

-Es un famoso jugador de talla mundial. Dicen que es un prodigio en cuanto a la estrategia al punto de llamarlo el Rey Absoluto o el Genio Estratega y que desde que se unió al equipo no han perdido ningún partido a nivel continental excepto contra EEUU.

-Vaya. Con que un genio...

-Me pregunto cómo sería jugar contra él. 

-Un aburrimiento y un incordio. -respondió inconscientemente Hannah. Casi se arrepintió de no ser por las caras que pusieron.

-¿Has jugado contra él, Hannah? -preguntó el entrenador curioso. El partido había quedado temporalmente de fondo.

-Bueno, jugué con él cuando estaba en Italia y vino de viaje. Su juego de pies es una molestia y más que estratega es un manipulador de primera. -se encogió de hombros. Una vez que le cogió el truco, sobrepasarlo fue fácil. Otro asunto habría sido si hubiesen jugado en equipos, allí Bianca y ella habrían perdido. Pues Lincoln también era un buen estratega.

Fue el anuncio del descanso con los dos goles de desventaja lo que los trajo de vuelta. 

Hannah ni se sorprendió cuando Mark anunció que Arion ocuparía el puesto de portero. Pues era una buena vía para presionar al jugador y darle un chute de adrenalina y pudiese invocar a su espíritu guerrero. Por eso la chica los ignoró y procedió a cerrar los ojos y planificar sus próximos pasos.

El segundo tiempo empezó y Hannah se relajó contra el asiento dispuesta a no pensar demasiado y disfrutar lo que pudiese del partido.

Y sonrió cuando Arion Sherwind invocó su espíritu guerrero. Deteniendo el chut del Barius Supersónico de Dakkar Nemo. Su sonrisa se borró en cuanto recordó que le debía doscientos yenes a su hermano por haber perdido la apuesta. Pues Axel había dicho que el estudiante de primero los sorprendería en ese partido y Hannah había pensado que era demasiado pronto.

-Esto ya está ganado. -dijo Hannah.

-¿Eh? Que confiada.

-Por supuesto. -sonrió de lado antes de volver a recostarse en el respaldo para disfrutar lo que quedaba del partido.

𝐑𝐄𝐓𝐔𝐑𝐍 [IE GO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora