𝐄𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐨

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Peter llevaba un ramos de Claveles a la tumba de su maestro, dejarle ese pequeño presente era un consuelo para el joven, pero aún detestaba ir a aquella tumba, si al principio le había costado pararse frente a ella ahora no era más fácil. 

Esa mañana iba solo a diferencia de otras ocasiones en donde el doctor Banner o alguien más lo acompañaba a aquella tumba en medio del bosque, pero el castaño se sorprendió al ver que no era el único que había tenido la idea de venirlo a visitar.

Dormido a un lado del árbol que servía como tumba del héroe, estaba el símbolo de la patria, el el hombre se veía extrañamente pacífico, algo que ya no era común en él pues durante los últimos meses a pesar de tener aquella sonrisa en su rostro el Capitán América siempre estaba tenso.

Peter no dijo nada, no hizo movimientos bruscos, no prestó atención a aquel recuerdo del doctor Banners gritando frente a todos como la culpa había sido del Capitán Rogers, no, sólo prestó atención al recuerdo de su mentor contando las aventuras del equipo y las bromas hacia el Cap, Peter solo se concentró en la sonrisa que siempre tuvo su mentor al hablar del símbolo de América.

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El equipo iba esa mañana a llevarle regalos a la tumba de Tony por su cumpleaños, Bruce a pesar de no sentirse cómodo con ellos aceptó ir, todos ya sabían que Parker los esperaba alla, pero ninguno espero ver aquella imagen

El castaño dormía a un lado del líder del equipo, ambos parecían estar en un sueño extremadamente profundo, bueno, era de esperarse, ninguno había dormido bien desde el inicio del mes de Mayo.

Nadie dijo nada, fue un pacto silencioso.

Cuando Steve despertó se sorprendió al verse rodeado de todo su equipo, todos dormidos en un sueño placentero, el capitán consideró irse, pero Queens estaba dormido en su hombro y no quería despertarlo, así que sin más remedio volvió a cerrar los ojos para seguir durmiendo.

—Te enamoraras del chico Rogers...

—Vaya, me alegra verlo dormir bien por al menos una vez —comentó la castaña al lado del filántropo.

—Si... —el castaño sonrió— aun me siento mal por ellos...

—Steve estará bien, para nuestra suerte de dejaste una mini copia de ti que se encargará de ayudarlo a tener un nuevo sentido para vivir.

—Claro, como tu hiciste conmigo.

—Bueno... A decir verdad, te deje con una intención y las cosas dieron un giro... Y wow, que giro —Tony rio— pero tranquilo, no hay resentimientos.

—Por mi parte sé que Steve sera bueno para Peter, ese chico es un imán para padres y mentores —a pesar de que sus palabras parecían tranquilas su expresión era una de tristeza— pero aun asi, es triste saber que madre abrazarlos en mucho tiempo.

—... Llegaste demasiado pronto mi niño, pero aun así te queda el consuelo de que desde aquí cuidaremos de ellos, y cuando sea el momento... Vendremos a buscarlos. 

—Si —el castaño se acercó al menor del grupo y tocó su mejilla con delicadeza, Peter aun dormido sonrió.

—¡Tony! Jarvis terminó el pastel, apresúrate o te dejaremos son nada —el nombrado sonrió de manera alegre y se levantó.

—¡Ya voy sr. Parker! —viendo que ya había terminado su último pendiente Tony le extendió su mano de manera galante a la mujer a su lado— ¿Vamos?

—Peggy sonrió— si, ya es hora.

Una brisa fría llegó a recorrer al equipo y por unos momentos Steve pudo jurar ver la silueta de aquel hombre, así mismo el equipo despertó debido al sonido de una risa que pensaron que no volverían a escuchar o al menos no pronto.  

Aquella risa pareció curar todo el dolor que habían traído consigo aquella mañana.


{Lo curioso de la nostalgia es que no hace recordar con suma tristeza algo que en su momento nos llenó de alegría y lo curioso del amor es que, aunque destroza nuestros sentidos construye nuestra alma de una manera hermosamente dolorosa.}

𝐅𝐢𝐧

𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora