Diez

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—¡Oh Dios mío!¡Na Jaemin!— Gritó el chino, acercándose al borde del puente mientras agitaba uno de sus brazos. — ¡No me jodas! ¿Acaso esto es una broma?—

Na estaba sentado en el borde, sus pies balanceándose en el aire. Su mirada sin emociones encontró la de Renjun.

—¡Vete a casa!— gritó, señalando el camino detrás del chino.

— ¿Por qué haces esto?— Las lágrimas no paraban de caer de los ojos del castaño.— No tiene porque terminar así—.

El pelinegro sacudió la cabeza en negación y luego, se agarró de los huecos para ponerse de pie.

La respiración del castaño comenzó a ser más pesada. Tomando valor, camino hacia el interior del puente para después, meterse entre uno de los huecos grandes y salir al área donde también estaba Jaemin, aunque un poco más lejos.

Sus manos se sostenían fuertemente de la madera, dando suaves pasos por el borde, Renjun observaba los movimientos de Na en caso de que quisiera saltar y Renjun pudiera llegar hasta el menor.

— ¡Si saltas, no dudes en que yo haré lo mismo!—

El coreano solo sacudió la cabeza y volvió a sentarse, un poco más pegado a la pared.

Con pasos chiquitos y siendo lo más cuidadoso posible, Renjun siguió avanzando. Miro hacía abajo y comenzó a marearse. Sin duda alguna, un paso en falso, y su vida terminaría en un parpadeo, y no deseaba morir precisamente hoy.

— Esto es una estupidez— dijo mientras se acercaba un poco más a Jaemin. — Ni siquiera se cómo lograste llegar hasta aquí; tu mano aún no está del todo recuperada— Huang se arrastró lentamente sin mirar abajo. Y entonces, cuando estaba a unos pocos metros de distancia, sintió que era suficiente y termino por sentarse en el borde, tratando de agarrarse lo suficientemente fuerte para evitar caer. La cara de Na estaba cerca, pero a la vez lejos —No puedo creer que quieras hacer esto— sorbió su naríz y limpió las lágrimas de sus ojos.

—Renjun ¿Por qué rayos subiste hasta aquí? No ves que es peligroso—

—Eso mismo deberías de preguntarte, idiota—.

Jaemin solo desvío la mirada y volvió a ponerse de pie, alejándose poco a poco. El castaño comenzó a sollozar con fuerza, su cuerpo tembló y comenzó a hipar. De su boca salió una frase para evitar que Jaemin se alejara más.

—¡Te amo!— gritó y vió a Na detenerse, volviendo la mirada a su persona.— Te amo y lo he hecho desde hace casi cinco meses— Su voz se rompió y el llanto se hizo más fuerte, su cuerpo se agitó, tratando de llevar aire a sus pulmones.

—  Pero solo te conozco de hace un par de semanas— dijo Jaemin con una pizca de curiosidad en el tono de voz que utilizo.

— Pon ese trasero tuyo en el borde y escúchame por un momento— gritó el chino, sus ojos sacaban chispas. Na hizo lo que se le pidió.

—¿Cómo me encontraste?— Su ceño se frunció.

— Acaso importa eso. Entre en pánico, Jaemin. Creí que tú...que tú...— la voz del castaño se cortó y más lágrimas salieron de sus ojos. Dio unas cuantas inhalaciones profundas para calmarse.

— Explica eso de lo que dijiste hace unos momentos, de que me amabas desde hace meses— inquirió Na.

— Recuerdas que mencioné aquellos recuerdos, esos donde involucraban un sueño cuando estuve inconciente ¿cuando trate de acabar con mi vida?— Él asintió con la cabeza, tratando de averiguar que relación tenía con lo que se había dicho.— Tu estabas en aquel sueño. Eras tú, en el mismo distrito, mismo apellido, mismo auto, aunque tú cabello era rosa—

Everglow - RenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora