Spend it with you.

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Horacio soltó un quejido al oír el molesto ruido de un móvil sonando al lado de la cama. Simplemente se reacomodó y se acurrucó aún más en las sábanas, abrazando la almohada, mientras escondía la cara en ella, como si así fuera a cesar ese irritante tono que irrupia su dulce sueño.

Escuchó a Volkov gruñir a sus espaldas, y lo sintió incorporarse para atender la llamada de quien sea que molestaba su descanso, y justo con lo agotado que se sentía aunque hubiera dormido toda la noche. Oyó como hablaba con voz ronca por teléfono, pero apenas y entendió la mitad de lo que dijo, pues aún estaba medio dormido.

—Mmm... vale, estaré allá en menos de una hora.—Fue lo último que pudo oír decir al ruso, antes de que cortara la llamada.

—¿Qué pasó?—Cuestionó el moreno con voz adormilada, dándose la vuelta para quedar frente a su novio, quien aún estaba acostado, tratando de reunir fuerza de voluntad para levantarse.

—Debo ir a comisaría.

—¿Pero, hoy no era tu día libre?—Se quejó, mientras se acercaba para abrazarlo, aún acostados sobre la cama que ambos compartían.

—Sí, pero Conway me necesita allá.—Dijo con malhumor, e hizo el intento de levantarse, pero el de cresta se lo impidió, abrazándolo con más fuerza, y subiendo una pierna a la cadera del mayor, descansandola allí.

—No te vayas.—Suplicó, alargando la 'a', para luego dejar un besito en su cuello—Quédate conmigo, anda. Que le den al viejo.

—Horacio.—Le regañó con voz dura, soltándose de su agarre y sentándose sobre la cama—Tengo que irme. Y te recuerdo que es nuestro superior.

Pérez rodó los ojos al ver como salía de la habitación. Tampoco lo culpaba por su malhumor, sabía que había sido una semana difícil para él, había estado todos los días de aquí para allá, trabajando sin cesar y quedándose mucho más tiempo del que debería, pero es que a veces parecía que era el único allí trabajando, y sobre todo, al único al  que le dejaban todo el  papeleo tedioso. Eso sin mencionar como tenía que estar al pendiente de la malla como si fueran unos putos niños, y llevándose un regaño de Conway sin razón cada dos por tres. Tenía las horas de sueño atrasadas, y la semana anterior ni siquiera había tomado su día libre a pesar de las insistencias de Horacio, y ahora que había llegado otra vez, lo llamaban a la siete de la mañana a ir de nuevo. Horacio realmente lo admiraba, no entendía como podía con ello.

No supo si pasaron cinco o quince minutos, pues sin darse cuenta había cerrado los ojos, quedándose nuevamente dormido, y se había despertado  por el ruido en la cocina.

Se levantó con un bostezo, se dirigió al baño para cepillarse los dientes, para luego verse en el espejo y peinarse un poco la desordenada cresta con las manos, y salir en busca de su amargado comisario.

Lo encontró ya bañado y vestido con su típico atuendo, de pie mientras ponía a hacer café. Se dió cuenta de que probablemente había "descansado los ojos" más de quince minutos.

Se acomodó apoyando los antebrazos en la isla de la cocina, clavando la mirada en el ruso, detallando su impecable aspecto.

—¿Qué tanto me ves?—Soltó brusco, sin voltear a verlo, y batallando con la cafetera que, oh, justo en ese momento le había dado por no funcionar. Nunca había sido alguien paciente y con el humor que se traía esa mañana, menos. Le estaban entrando ganas de golpear a alguien.

—Uy, que humos.—Trataba de aguantar la gracia que le ocasionaba el comportamiento tan irritable de su pareja— Sólo te estaba observando.

El peliplata solamente soltó un sonido probiniente de la garganta que sonó algo así como un "Mhn." Para seguidamente injuruar en ruso a la cafetera que se rehusaba a funcionar.

—¿Necesitas ayuda?—Inquirió con una sonrisa.

—No.

Rodó nuevamente los ojos, sí que tenía un novio muy terco, y algo orgulloso a decir verdad, era obvio que la necesitaba. Aún así, no insistió y se mantuvieron en silencio unos segundos.

—Deberías quedarte. Es tu día libre, ya haz hecho mucho.—Argumentó el chico de cresta.

—No puedo. Conway necesita mi ayuda.—Repitió aún sin verlo.

—No te necesita. Además, ¿Por qué a ti? No pude llamar a cualquier otro? No eres el único que trabaja allí.

—Yo que diablos sé. Solo sé que me dijo que fuera, y debo hacerlo.—Bufó.

—No debes. Te lo repito, es tu día libre, Volkov. No haz hecho más que trabajar esta semana, y la anterior también. Me dijiste que hoy si te ibas a quedar.

—Mhju.

Horacio resopló ante la respuesta, realmente debía tenerle paciencia, pero no se iba a dar por vencido tan fácil. Así que se acercó lentamente, y abrazó por la espalda al comisario, para comenzar a dejar pequeños besos inocentes por su nuca y cuello.

—No te vayas. Quédate aquí conmigo, tesoro.—Susurró a su oído.

—Ya te dije que no, me tengo que ir. Y no me llames así.—Chistó, apartandolo con fastidio y volteando, pero se arrepintió inmediatamente de lo brusco de sus palabras al ver la mueca de decepción y los ojos desanimados del moreno, que se alejó a la habitación.

Volkov suspiró y fue trás el chico, encontrándolo de pie junto a la cama y dandole la espalda.

—Horacio...—Acercó su mano a la contraria, acariciándola con el dedo índice, y haciendo el gesto de tomarla, pero Pérez se apartó, sentándose a la orilla de la cama y observándolo molesto.

—¿No tenías que irte?—Se cruzó de brazos.

Exhaló tratando de tragarse todo, al fin y al cabo, Horacio no tenía culpa de nada. Y se acercó a él, para quedar frente a frente.

—Ya, lo siento.—Murmuró lo suficientemente alto como para que el contrario escuchara.

Al notar como Horacio lo miraba, como si esperara a que dijera algo más, suspiró y tomó su mano.

—No quería hablarte así, ¿De acuerdo?, Ya sé que tú solo te preocupas por mí, y han sido unos días de mierda.

—¿Y...?—Le insitó a decir algo más, deshaciendo su mala cara y sustituyendola por una sonrisa de las suyas. Viktor no puedo evitar sonreír también, pero más pequeña.

—Te quiero.—Balbuceó casi incomprensible, para luego inclinarse y plantarle un beso en los labios a su novio.

Horacio aprovechó y lo jaló hacía él, al mismo tiempo que se dejaba caer por completo sobre la cama, quedando así ambos acostados sobre esta. No le dejó quejarse, porque inmediatamente volvió a juntar sus labios con los del ruso, y abrazándolo, a lo cual el contrario correspondió con gusto. Y volvió a hablar cuando rompieron el beso.

—Hay una cosa más. Te perdono si te quedas conmigo.—Nuevamente no le dejó hablar, sino que lo besó suavemente otra vez y volvió a separar sus rostros—Por favor...

—Horacio...—Estuvo a punto de negarse, pero luego vió esos ojitos que le miraban suplicantes, ¿Como podría resistirse a eso? Así que calló y simplemente le dió un corto beso en los labios y otro en la frente—Ah, está bien. Conway puede esperar.

Horacio le sonrió victorioso, para acurrucarse aún más a él, y volver a besarle. Sin duda Volkov no se arrepentía de su decisión.

—💚

Jajajaj no sé que es esto, pero ajá, es lo que hay.

Ahora que veo que sí hay gente que lee esto, me da cosa decepcionar, o ir de mal en peor.

Tenganme paciencia.

One-Shots Volkacio 🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora