Celo.

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Advertencia: (+18) (Omegaverse)
(Es la primera que escribo este género, así que si hay algún error me disculpo de antemano)
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Los vestidores se encontraban desérticos, a excepción del omega de cresta, quien ya había terminado su turno, y se dirigía a su taquilla para por fin cambiarse ese uniforme que había estado usando todo el día.

Se quitó el chaleco antibalas y la camisa blanca, en la cual se podían leer la palabra "POLICÍA" en negro.

Había sido un día realmente pesado, y eso sumándole a que no se había sentido para nada bien, había estado con dolores de cabezas y algo de mareos, lo cual solamente hacía más difícil la faena de soportar a todos aquellos gilipollas de esa ciudad, igual al fin y al cabo había atribuido aquellas molestias a alguna comida que le hubiera caído mal.

Tomó la camiseta negra con estampado que tenía en su taquilla, para ponérsela, pero se detuvo al instante cuando una extraña sensación abrumó su cuerpo. De repente sentía un calor abrasador invadir su cuerpo, junto con una corriente eléctrica que le recorrió de pies a cabeza, haciendole estremecer.

Soltó la prenda al darse cuenta de lo que iba a suceder.

«Mierda, no, no ahora...»

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Volkov se estiró en su silla, mirando la hora en el reloj de su oficina. Como cosa rara, ya había salido hace más de media hora y no se había dado ni cuenta.

Se levantó y organizó todos aquellos papeles e informes que había estado revisando hace un momento.

Una vez hecho, salió de servicio y se dirigió a los vestidores. Con suerte Horacio todavía no se habría ido, tal vez así podría invitarle a pasar la noche en su casa.

Apenas estuvo frente a la puerta del lugar, un fuerte y empalagoso aroma a melocotón llegó a su nariz, haciendo que se le erizaran los vellos de la nuca y se agudizaran todos sus sentidos.

Conocía ese aroma más que ningún otro, y también sabía lo que significaba que fuese tan endulzante y peligrosamente encantador.

-¿Horacio?-Habló con preocupación, entrando al sitio, mientras intentaba controlar lo mejor posible sus instintos.

Lo que encontró fue a su novio sentado en el suelo, mientras abrazaba sus piernas, no traía camiseta, tenía el rostro completamente sonrojado y parecía temblar levemente, suspirando por las pequeñas oleadas de placer que invadian su delicado cuerpo. El omega alzó la mirada a su pareja, viéndose incapaz de formular palabra, porque sabía que su voz no saldría firme.

Volkov se dió la vuelta para cerrar la puerta, asegurándose de que nadie podría entrar, mientras trataba de ignorar como su entrepierna empezaba a despertar por las fuertes feromonas de Pérez.

Se acercó a él y se hincó de rodillas, para quedar cara a cara con el chico.

-¿Estás en celo?-Preguntó lo más obvio, dando gracias de que siempre había sido alguien bastante capaz de controlar sus instintos, aunque ahora realmente no sabía como lo estaba haciendo, su alfa sólo quería abalanzarse sobre Horacio y darle lo que su cuerpo pedía a gritos.

-Eso c-creo.-Fue lo único que pudo pronunciar, sintiendo su cuerpo reaccionar a la sóla presencia de aquel ruso y su aroma a licor. Sentía como su entrada se iba lubricando y eso no ayudaba en nada, una fina capa de sudor cubría su frente y pecho.

-¿Pero es que estás loco? ¡¿Cómo se te ocurre venir así al trabajo!? ¡¿Sabes lo peligroso que es?! ¿Y si te hubiera encontrado alguien más? ¡¿Y si te hubiera encontrado otro alfa?! ¿Sabes lo que-...?-Calló de golpe al sentir las manos del chico acariciar las suyas.

One-Shots Volkacio 🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora