Carta 2

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Me gusta la negra noche porque te veo, ahí, pequeña, blanca, mirándome pérdida en alguna ilusión, creyendo que me ves como yo lo hago, pensando que esa mirada es la misma que yo uso involuntario, juzgando que no piensas como yo lo hago.

Me gusta la noche negra porque en ella hago uso de susurros que me sofocarían al pronunciártelos en voz media por su sencillez y el anhelo de su validez en el órgano translucido e intocable tuyo.

Me gusta la noche negra porque estoy a un paso de la cama, a una caída de cuerpo y a un ligero movimiento de manecillas de cerrar la cortina del día para abrir la de noche en sueños junto a ti.



Cartas a dos destinatarios en tiempos cercanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora