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La habitación estaba a oscuras, la lluvia del exterior seguía fluyendo con violencia desde hace varias. Un joven de ropas claras en tonos amarillos, cabellos oscuros que caían suavemente por los costados hasta sus hombros y una sonrisa aparentemente dulce mientras miraba la tenue luz de una vela, estaba sentado en su escritorio esperando pacientemente a su invitado poco convencional. La taza de té que había estado tomando estaba vacía, pasó sus dedos por el borde mientras veía como la llama de la vela frente a él se volvía más pequeña.

—Eres muy molesto —habló una voz a sus espaldas, Jin GuangYao sintió la piel de su nuca erizarse— ¿Qué quieres ahora?

El humano borró su sonrisa, se levantó de la silla giratoria y caminó cerca de la llama. No podía girarse, lo sabía, así que hablaba mirando hacia la única luz que, estaba consciente, no lo protegería de aquel ser a sus espaldas.

—Te pedí tener en mí mano a Nie MingJae, pero perdí a mi esposo.

Jin GuangYao sentía como la ira se colaba por sus huesos.

—Tú querías que el director siguiera tus ordenes, lo enamoré de ti —había cierta burla en aquellas palabras—. Pero dejaste que alguien te descubriera y perdiste a tu esposo. No me culpes de tus descuidos, pequeño humano.

El humano pasó sus dedos por la llama, jugando con esta y sintiendo su calor quemando sus huellas dactilares.

Cuando invocó a aquél ser infernal solo buscaba tener al hipócrita de Nie MingJae comiendo de su mano, devolverle todos los insultos y desprecios que le había dado durante tantos años. Pero la vida le había tirado de las escaleras cuando el hombre se comenzó a insinuar, tocar y besar, terminando así en una aventura. Resultó ser que no solo había engañado a su amado esposo, algo de lo que se arrepentía enormemente, también recibió lo mismo por su parte y un papel de divorcio.

—Tiene un amante, un niñato creído —argumentó, el ser a su espalda bufó molesto por la información innecesaria— ¿Puedo pedirte que lo mates?

Hubo un silencio, como si el demonio dudara de su respuesta.

—Puedes pedírmelo, pero no tengo porque hacerlo.

Jin GuangYao sentía su paciencia desvanecerse, él tenía mucha paciencia pero ese demonio sabía jugar con su desesperación.

—¡Quiero a mi esposo de vuelta, lo quiero de rodillas y siendo el tonto de siempre! —gritó a la vela frente a él.

El demonio a su espalda lanzó una carcajada, al parecer era divertido verlo perder.

—Date la vuelta Jin GuangYao —le ordenó el demonio.

Con cuidado, temiendo ser atravesado por unas garras o algo peor, se giró. Sentado en la silla de su escritorio estaba un hombre con rostro familiar y peculiar. Dos cuernos oscuros sobresalían de lo alto de su frente y una cola larga se movía sutilmente con una punta afilada al igual que un escorpión, la ropa que vestía consistía en una camisa lila que dejaba ver su pecho pálido con cicatrices viejas, sus pantalones negros con botas altas de igual color le daban un aire de superioridad. Era Jiang Cheng, el estudiante con el que su ex esposo lo engañó, era el demonio que él había invocado.

—Cierra tu asquerosa boca, me desagrada compartir aire contigo —se quejó el demonio mientras se levantaba de la silla, su rostro notablemente molesto.

—¿Engañaste a XiChen para castigarme?

Jin GuangYao a pesar de sentir algo de temor no retrocedió, observó fijamente como aquellos ojos violeta brillan con un brillo sediento de odio y violencia.

❛ Infieles Infernales ❜ | 异教徒 | XiChengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora