22 de agosto

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No sé cómo contar todo lo que ha pasado ni por dónde empezar, así que empezaré desde el principio e intentaré resumirlo. Todo comenzó el otro día por la tarde. Estaba en mi habitación haciendo una redacción de pociones cuando escuché gritos. Mi padre había vuelto a enfadarse, así que bajé para ver lo que pasaba. Ví que él insultaba a mi madre en la cocina, y entonces yo grité defendiéndola. Como respuesta, mi padre me pegó un puñetazo y me partió el labio. La verdad es que no es más que un perdedor, un estúpido muggle. Yo no pude contenerme y al final lo aturdí y salí corriendo. Lo dejé paralizado en el suelo (no quería que le hiciera daño a mi madre) y después huí hacia el bosque. 

Seguí durante una hora el camino que solemos recorrer Lily y yo, y al final me escondí tras un grupo de árboles rodeados de setos. No sabía qué hacer, así que permanecí allí agachado, llorando y congelado de frío hasta que empezó a hacerse de noche. Tenía miedo, no por como podría reaccionar mi padre sino por el ministerio que seguramente ya habría interrogado a mis padres y que en ese momento estaría buscándome. Tenía miedo de que me expulsaran de Hogwarts y de tener que quedarme en casa para siempre. Me sentí estúpido, si hubiera aguantado el verano sin causar problemas podría volver otro año allí. Pero ya era demasiado tarde, tenía que huir, porque no pensaba entregar mi varita, y tenía que hacerlo ya.

Pensé en cual sería la mejor manera de escapar y se me ocurrió intentar aparecerme. Nunca lo había hecho, y aunque fuera mucho mejor mago que los demás estudiantes de mi curso cabía la posibilidad de que saliera mal y se me quedara medio cuerpo atrás, y no quería correr ese riesgo. Así que todavía seguía pensando en cómo escapar cuando escuche un sonido de pisadas. Me puse en tensión y alcé la varita, buscando a algún trabajador del ministerio para aturdirlo, puesto que no pensaba quedarme sin varita. Entonces una voz conocida que venía desde detrás de un arbusto me hizo dar un brinco y sentir al mismo tiempo una tranquilidad absoluta. Era Lily.

-Que poco original eres, podías haber buscado un escondite mucho más seguro, anda que venir aquí...- me dijo con voz divertida.

Esa era una de las asombrosas características de Lily, por tensa o extraña que pudiera parecer una situación nunca era suficientemente importante como para hacerle cambiar de actitud.

-Ya...- contesté confundido- Emm... ¿Cómo me has encontrado?- pregunté a la defensiva, dado que ella ya había calificado mi escondite con muy mala nota.

-Decían que habías escapado y supuse que vendrías aquí- me miró preocupada, ya no sonreía -Tu padre parecía enfadado.

-Ya...- respondí impaciente - Es su estado habitual.

-Los del ministerio te buscan- añadió.

-Lo sé, y ya no tengo a dónde ir, Hogwarts es mi hogar- contesté preocupado.

-Lo sé- me miró y unos segundos después, o quizá varias horas, me dijo con tono seguro:

-Escóndete en mi casa.

-No puedo- contesté posando la mirada en el suelo- ¿y tus padres?

-No tienen porqué enterarse- Se levantó y comenzó a remover la hierba que había quedado hundida bajo mi peso, para que no se notará que allí había habido alguien. 

-Gracias-contesté.

Comencé a ayudarle a camuflar las huellas, ella parecía estar meditando sobre algo y pensé que seguramente se arrepentía de haberme ofrecido esconderme en su casa. Cuando iba a decirle que no hacía falta que lo hiciera me cogió de la mano y me miró muy seria.

-¿Tu padre te ha hecho eso en el labio verdad? y seguramente no será la primera vez. No creo que los del ministerio puedan quitarte la varita por eso, te estabas defendiendo.

En alguna otra situación me hubiera avergonzado su pregunta, pero en ese momento lo que más sentía era el contacto de su mano con la mía, que junto a su mirada hacía que mi corazón latiera con tanta fuerza que pensé que ella lo oiría..

-Sí- contesté en un susurro- Pero no creas que me da miedo, huyo del ministerio, no de él- miré alrededor y luego añadí con un tono que intentaba parecer seguro- No soy un cobarde.

-Lo sé- Me contestó. Después sonrió y me apretó la mano con más fuerza- Nunca he creído que fueras un cobarde Severus, quizás sí algo distinto a las demás personas, pero eso es lo que me gusta de ti.

Me quedé mirándola callado, sintiendo su mano y su sonrisa y sin poder creer ninguna palabra de las que ella había dicho. Entonces se acercó hacia mí y todo mi cuerpo se puso en tensión. "-Va a besarme-" pensé "No seas tonto, solo quiere abrazarte" Su rostro casi me tocaba cuando comprendí que sí iba a besarme. Sus labios rozaron los míos y después los acariciaron dulcemente. Al final se apartó y yo me quedé plantado mirándola, sin saber qué decir ni hacer, como si mi mente fuera más lenta que los acontecimientos.

-Vamos- dijo alegremente, una vez más hablando como si no hubiera pasado nada.

La seguí como un atómata y al cabo de lo que a mí me parecieron cinco segundos ya habíamos salido del bosque. Al entrar en su casa subimos a su cuarto a toda prisa y ella le dijo a su madre que me había buscado en el bosque y que no me había encontrado. De vuelta a su habitación se sentó en la cama y me dijo:

-No hace falta que estés tan callado, si te ha molestado el beso puedes decírmelo, no me voy a enfadar contigo. Ya sé que admiras a esa tal Narcisa de Slytherin, ¿su novio es prefecto no?

-¡No!- hablé por fin- pero si yo...

-No importa- me interrumpió, ya se que te encantan todos esos adictos a las artes oscuras, en cuanto está alguno cerca te olvidas de que existo, pues bien, yo también tengo amigos, ¿sabes? Además, si te hechan de Hogwarts ya no nos volveremos a ver, y te olvidarás de mí y del beso y de todo.- su expresión se volvió triste y no pude soportarlo más. Decidido a tomar la iniciativa por una vez me senté a su lado, le cogí de la mano y dije:

-Lily, yo...-

En ese instante la puerta se abrió bruscamente y dejé mi frase a medias, al mismo tiempo que giraba la cabeza hacia la puerta. Albus Dumbledore se hayaba ahí depié, con cara de preocupación. Caminó hacia nosotros y bajó la mirada desde nuestra expresión de asombro hasta mi mano, que aún sostenía la de Lily. Entonces sonrió y dijo: 

-Me alegro de encontrarte aquí, Severus, los del ministerio insisten en buscarte en casa de Avery, pero yo he sido más práctico.

Me levanté de la cama rápidamente y comencé a darle explicaciones, al mismo tiempo que Lily asentía a mi lado, hasta que Dumbledore volvió a interrumpirme:

-Lo sé, Severus. Vamos a hacer una cosa, tú volverás a tu casa, yo hablaré con tu padre...

-Pero profesor Dumbledore, eso no servirá...- le interrumpí.

-...hablaré con tus padres y les explicaré los hechos tanto al director de Hogwarts como a la reguladora de magia en menores de edad. No tendrás que entregar tu varita, pero de aquí en adelante ten más cuidado porque si vuelve a ocurrir quizás yo no pueda ayudarte. Y ahora permitid que me vaya porque he dejado plantado a Slughorn en plena cena, y no creo que le haya hecho mucha gracia. Señorita Evans, nos veremos el 1 de septiembre. Ahora vamos a tu casa, Severus.
Le seguí confundido hasta la puerta y entonces me giré para mirar a Lily.

-Yo-... miré al profesor Dumbledore, que esperaba impaciente. Luego volví la vista hacia Lily y dije: 

-Yo nunca lo olvidaría.

Lily puso cara de escepticismo y preguntó:

-¿Incluso con esa tal Narcisa y sus amigos cerca?

Le miré fijamente, intentando poner todos mis sentimientos en aquella mirada y contesté:

-Nunca. 

Dumbledore volvió a sonreir y salió por la puerta. Le seguí decidido.

Diario del principe mestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora