three; camp half blood

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El rubio estaba inclinado sobre mí, observándome con sus brillantes ojos azules. Me frote la frente aunque no me dolía, pero quise hacerlo porque era los que las protagonistas hacían luego de despertar.

Les dije que esto sería cliché. Una chica rescatada por un muchacho, que es llevada a algún lugar extraño donde misteriosamente se da cuenta de que su vida no es tan normal como parecía. Dios mío, espero no ser la única que haya pasado por esto. Aunque claro, yo había interrumpido con lo cliché cuando me desmaye DOS veces.

-¿Estás mejor? -pregunto.

-Si, si -lo mire-. No...no me has dicho tu nombre.

-Will Solace a sus ordenes -Él hizo un saludo militar y reí-. ¿Y cómo es tu nombre?

-Charlotte, pero puedes usar cualquier apodo que se te ocurra -estire mi mano y él la estrecho con una sonrisa.

-Entonces te diré Lottie -Él me paso las muletas y me ayudo a levantarme-. ¿Quieres dar un recorrido por el Campamento Mestizo?

-¿No es muy tarde? -inquirí, preocupada.

-La cena termino hace unos veinte minutos, todavía nos queda una hora antes del toque de queda.

-Vale, doctor, vayamos a conocer el campamento.

Cuando salimos al exterior espere que el frío invernal me atacara, pero había muy buen clima. Abrí la boca para preguntar porqué pero Will dijo:

-Antes de que preguntes, nosotros podemos controlar como queremos nuestro clima aquí, bah, en realidad lo controla el director, pero es casi lo mismo.

Señalo hacia un pabellón con varias mesas vacías, me contó de que allí era donde desayunaban, almorzaban y cenaban. Nuestro recorrido nos llevo hasta una casa de gran tamaño de color azul bebé, espere ¿Acaso existía ese color? Bueno, como sea, el punto es que parecía vacía hasta que un tipo mitad caballo mitad humano salió corriendo vaya uno a saber dónde.

Seguimos avanzando, obviamente con lentitud porque mi tobillo no me permitía ir a la velocidad de un humano normal. Mientras tanto Will me contaba sobre la historia del Campamento Mestizo y que aquí estábamos a salvo ya que unas fronteras nos protegían de los monstruos. No quise decirlo en voz alta pero me alegraba de eso.

Pasamos por al lado de una gran fogata donde varios rubios junto a otros cantaban. Uno de los rubios le grito a Will.

-¡Ven a cantar con nosotros!

-¡No puedo! -Will le devolvió el grito-. ¡Campista nuevo!

De repente, como si fuera arte de magia, dos muchachos muy pero muy parecidos estaban a nuestro lado. Ambos eran altos y delgados con una mata de cabello castaño y orejas de elfo. Sonrieron.

-Una chica, genial.

-Rubia, ojos algo azules. Te apuesto a que es hija de Apolo -El chico alto miro al que supongo que es su hermano y estiro su mano-. ¿Tenemos un trato, Connor?

-Trato -confirmo el otro y estrecharon sus manos.

-Lottie, ellos son los Stoll -les sonreí como forma de saludo porque si movía los brazos se me caerían las muletas y yo con ellas-. Travis y Connor son de la cabaña de Hermes y te quedaras ahí hasta que seas reclamada, no te preocupes, en unos días sabrá quién es tu padre o madre divina.

Asentí y me despedí de los hermanos. Llegamos hasta un sector de cabañas, habría unas veinte y todas eran diferentes de la otra. Will señalo una dorada.

-Esa es mi cabaña, la número 7. Los hijos de Apolo nos quedamos ahí durante el verano.

-Pero si es invierno ¿Por qué hay gente?

La hija de la locura (Nico di Angelo) [SIENDO EDITADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora