Lucha entre humanos y sus peleadoras, humanas artificiales especializadas en combate llamadas humekos, en búsqueda de fama, gloria y algo más, en usa sociedad futurista donde la vida ha perdido sentido y lo único especial en la vida de las personas...
Suno no era muy sociable que digamos, pasó casi toda su niñez en un hospital y los momentos que ha pasado junto a sus padres son contados, por lo que no le gustaba salir mucho.
Ya no era simple paranoia, sabía con certeza que las miradas, risas y comentarios de las personas a su alrededor iban dirigidas a él. No sabía que decían con certeza, pero se estaba poniendo nervioso, Aura no ha hecho acto de presencia y estaba en una situación incómoda.
Recogiendo el poco valor que tenía guardado para tales situaciones, tragó saliva y se recompuso para tratar de ayudar a la persona con la que había chocado y así alejarse de ese lugar.
-¿Estás bien?-Dijo Suno mientras estiraba la mano.
No se dio cuenta que había quedado muy cerca de la persona y sus rostros quedaron casi al frente uno del otro.
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"Que chica tan hermosa" pensó Suno al ver con quien había chocado. Por su pelo blanco, sus ojos grises y las extrañas incrustaciones metálicas en su rostro descubrió al instante que era un humano artificial, tal vez una humeko.
Después de unos segundos apartaron la mirada avergonzados. Ella, nerviosa, recogía la comida que yacía en el suelo mientras Suno buscaba los artículos que cayeron más lejos. Era bastante carne empaquetada.
Ella observaba como las miradas de todos a su alrededor caían sobre ella, al igual que las de los transeúntes que pasaban caminando.
-Otra vez todos me están mirando-dijo ella mientras bajaba la mirada.
-¿Dijiste algo?
Suno estaba frente a ella, ofreciéndole el último objeto que había quedado en el suelo.
De mala gana ella se paró y le arrebató la carne que sostenía en su mano.
-No me trates tan informalmente, no nos conocemos.
Entonces ella salió corriendo.
Después de recibir tal rechazo, Suno encogió los hombros para ver si alguien lo había visto en su vergüenza. Rápidamente notó que todos la miraban a ella mientras susurraban.
Él también lo hizo aunque no esperaba recibir una mirada de vuelta por parte de ella. Lo que sí notó era que se tropezaba con mucha frecuencia, aun cuando no se hallaba ni un obstáculo.
-Que chica tan extraña-dijo Aura, abrazando el brazo de Suno de improviso.
-Lleguemos hasta el final de esta calle y dejémoslo hasta hoy, quiero volver rápido a casa.
-Si Suno-sama así lo desea.
Esta vez Aura no se separó de Suno y caminaron por varias horas por la zona. La luz que desbordaba de los letreros y postes desconcertaban a las personas, lo que nos les permitía notar cuando caía la noche.