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Agotado y dolorido el capitán Levi Ackerman abre la puerta de su despacho, siendo recibido por el aroma a limón y cítricos que caracteriza su pulcra oficina y habitación. Soltó un pesado suspiro y encendió la luz. En cuanto lo hizo sus hermosos ojos azules como el cielo y el mar se toparon con dos pilas largas de papeleo por revisar, corregir y firmar.

Casi de inmediato el alma se le cayó al suelo de golpe. Desde hace unas semanas, cada vez que entraba a su despacho y veía enormes pilares de papeleo, ya no se sentía como el soldado más fuerte de la humanidad, si no, al contrario, se sentía como un pobre y sufrido universitario cuando le dejan más tarea para mañana, creyendo que ya había su momento para descansar.

«Otra noche sin dormir» pensó muy desanimado entrando a su espacio y cerrando la puerta detrás suyo.

Ya casi sin ánimos, con unas tremendas ganas de mandar todo pal carajo, dejó caer su cuerpo en la acolchonada silla giratoria frente a su escritorio. Deseando que esos dos largos pilares de papeles se desintegrara con su mirada fulminante, para después bailar sobre las cenizas de estos. Pero no. No es así de fácil. Sin más remedio, se dispuso hacer su deber, ese maldito deber que tanto le desagrada.

Estaba a punto de tomar la pluma del escritorio cuando sus cansados ojos se encontraron con una taza humeante de té negro en su respectivo plato, justo enmedio de ese molesto papeleo. ¿Cómo es que antes no la había notado? No importa, agradece internamente que ese elixir de dioses se encuentre ahí para él. La tomo para darle un sorbo y su visita se encontró con otra sorpresa más.

Una nota pegada en el plato, está caliente gracias al calor del té. Entonces, la leyó.

Nota #1:

Puedes lograr cualquier cosa. Incluso las que no te gustan. Mucho ánimo.

Notas Para El Capitán | RivaMikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora