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Seguía lloviendo. Aún seguía lloviendo, desde hace rato que salió de su oficina en dirección al jardín lo había notado antes de poner un pie afuera. El frío y la gotas heladas del clima lo recibieron al salir, su piel se había erizado en pocos segundos a pesar de estar abrigado con un suéter rojo de lana y pantalón de mezclilla, si se quedaba mucho tiempo ahí probablemente acabaría en cama con la nariz roja y escurriendo mocos a cada minuto, pero eso poco le importaba ya. Todo sea por un momento de paz y silencio que ya desde hace unos minutos le hacían falta.

Para él era preferible estar ahí afuera bajo la lluvia, lejos de cualquier ruido y/o voces que puedan perturbar sus oídos y la poca paciencia que aún conserva.

Es domingo por la tarde, al ser semanas de patrullajes no hay mucho que hacer, solo andar por las calles, hacer, entregar y sellar reportes, reportar algún delito o pelea e encargarse de ello. Y finalmente, el resto de la tarde libre. Cualquier otro día sin lluvia hubiera estado ajetreado, con la mayoría de la legión yendo de aquí para allá a divertirse o embriagarse de cualquier forma. Sin embargo, gracias a la lluvia todo está tal y como le gusta, solitario y con mucho silencio.

Solo él y el suave canto de la lluvia de una tarde nublada.

Soltó una bocanada de aire al escuchar uno de los clásicos gritos de emoción de Hange, uno de sus tantos gritos que ya lo tienen harto y cansado. Cerró los ojos para liberar un poco de frustración, recordando la razón por la cual había decidido ir a mojarse a afuera en vez de estar adentro con los demás en el acojedor calor. Como cada fin de semana Mike acostumbra a reunir a todos los altos mandos en su oficina para beber y charlar un poco, despejando el estrés del trabajo, y como ya se imaginarán Levi siempre encontraba una excusa o manera de no asistir, pero está vez, no iba a salirse con la suya gracias a la cuatro ojos amante de seres titánicos ficticios, quién tuvo la brillante idea de mover la pequeña fiesta de la oficina de Mike a la suya.

Obviamente no le gustó la idea pero no quiso ser el Grinch de la fiesta, así que a regañadientes aceptó, pero solo un rato. Aguanto hasta donde pudo y luego se excuso diciendo que iba al baño, dejando su plato servido a medio comer, afortunadamente sus amigos y camaradas se encuentran lo suficientemente ebrios como para darse cuenta que él posee su propio cuarto de baño en su oficina. Desde entonces hace casi una hora que los abandonó a todos en aquella mini fiesta, hasta ahora nadie se ha percatado de su tardanza y eso le alegra mucho.

Por suerte durante el rato que se mantuvo afuera en el jardín la lluvia no había pasado de ser una llovizna ligera. Por el contrario, el frío si había aumentado bastante. Su cuerpo comenzó a temblar ligeramente, pero no se movió, no por necedad, al contrario no quería regresar y hacer corajes al ver el estado actual tanto sus compañeros como de su oficina, empezando por Hange y Mike que son mala copa. Gruñó de solo imaginarlo. Pocos segundos después una pequeña sonrisa se formó en sus labios al darse que tendría más que el tiempo suficiente para pensar las horribles cosas que le pasarían a sus amigos si encontraba su oficina hecha un desastre.

Vamos a dentro capitán —Escuchó decir de pronto a una voz femenina detrás suyo que le hizo sobre exaltarse. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se percató de su presencia, ni de la manta sobre sus hombros.

Se giró para encontrarse cara a cara con la dueña de la voz, quién resultó ser Mikasa, su más valiosa y mejor subordinada con quién no esperaba encontrarse.

¿Mikasa? —Pregunta un tanto extrañado y sorprendido al verle mientras la azabache le mira con aparente tranquilidad y las mejillas levemente sonrojadas.

Estaba a punto de agregar algo más, pero las palabras nunca salieron de su garganta, segundos antes de ello la joven asiática lo tomó de la mano y lo llevó adentro, fue entonces cuando se dió cuenta de la manta y que la lluvia había comenzado a aumentar.

Estaba a punto de agregar algo más, pero las palabras nunca salieron de su garganta, segundos antes de ello la joven asiática lo tomó de la mano y lo llevó adentro, fue entonces cuando se dió cuenta de la manta y que la lluvia había comenzado a au...

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El aroma suave y dulce del chocolate caliente inundó sus fosas nasales. El silencio reina a todo lo que da en la cocina sin llegar a ser incómodo. Unos momentos después de entrar Mikasa invitó a Levi a tomar una taza de chocolate caliente en la cocina con ella y con Armin, la cual aceptó con gusto.

Afortunadamente su ropa no se encuentra muy mojada por la lluvia, cosa que Levi agradecía, pues, obviamente no quería regresar a la pequeña fiesta donde no desea estar presente.

Transcurrieron un par de minutos antes de que se diera cuenta la nota pegada al plato de su taza que Mikasa le había servido con anterioridad. Eso le extraño mucho, y más cuando leyó el mensaje escrito en ella. Ya le parecía curioso que Arlet los haya dejado solos hace un buen rato.

Mikasa —Dirigió su vista a ella.— ¿Qué es esto?

No recibió respuesta alguna. En cambio la azabache le mostró otra nota más grande y con el mismo mensaje que la primera. Y soltó una risita traviesa, la cara de asombro de Levi no tenía precio.


Nota #15:

"Yo soy la autora de las notas."

Notas Para El Capitán | RivaMikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora