- "¿Me preparas otro gin?" - Me preguntó.
Asentí. La noche estaba fría, helando como cualquiera de mayo. Recién comenzaba.
Me dirigí a tomar su vaso y mientras servía el gin intentando no derramarlo fuera, así como quien sabe muy bien que quiere, me tomó por la cintura.
Hielo. No el del vaso, sino escalofríos, por toda mi espalda. ¿En que momento accedí a esto? ¿Te envíe alguna especie de "señal" sin querer, dándote a entender que podías agarrarme de la cintura? Incomodidad. Ganas de irme, de correrme, de desaparecer.
- "Necesito más limón" - dije inventando la primera excusa que se me ocurrió para intentar correrme de la situación, como si tuviera que literalmente escapar de un varón que no me deja tranquila.
Excusas. Nosotras siempre debemos inventar excusas. Ya hasta nos sale naturalmente, tanto que da miedo. Porque por mucha teoría feminista que una tenga encima, a veces aún cuesta decir que no.
-"Sos muy hermosa". Volvió otra vez. Basta. Basta, que termine. "Yo con el gin tonic me pongo cariñosa..." .
Silencio. Yo seguía preparando el gin y forzando una risa tan falsa que a lo lejos se notaba que más que gracia, me generaba rechazo. Estaba incómoda. Era desesperante, no sabía que decir, ni qué hacer.
- "Me gustaría darte un beso..."
No.
Pero una nunca es tan seria ni tan rotunda como quisiera, porque la confusión y la inseguridad del momento te bloquean y no sabes cómo hacer, por donde seguir. Apenas atinas a poder decir algo con el hilo de voz finita que sale con mucho esfuerzo.
- "Es que no me gusta chapar a quien no conozco tanto... emm yo soy complicada... emm" - De golpe me vi a mi misma dando explicaciones sobre por qué no quería darle un beso. Dando explicaciones. ¿En serio? ¿Por qué no pueden conformarse con un "no" y dejarnos tranquilas?
- "Me parece que lo estás pensando mucho, tenes que dejarte llevar por el deseo" - fue su respuesta.
Bronca. Bronca y más bronca. ¿Deseo? ¿Qué deseo? ¿Cómo es que asumís que siento deseo por vos? ¿No puede alguien no desear(te)?
¿Por qué en ese momento una no puede gritar con todo su ser, enojarse y romper el maldito vaso de gin contra el piso?
¿Por qué una tiene que tolerar la descalificación sobre lo qué siente en ese momento? ¿Por qué no basta con simplemente decir "no" sin tener que dar explicaciones ni asumir culpas?
Se suponía que era un espacio donde me tenía que sentir cómoda. Donde me entendían, porque son mujeres. Se suponía que pasaste por lo mismo, que sabes lo que se siente. ¿Por qué lo reproducís entonces?
- "Pero con ella podes hablar. Podes decirle que te sentiste incómoda y que estuvo mal. Va a estar abierta a entender" me dijeron.
No lo dudo. Seguramente pueda decírselo.
Todxs tenemos actitudes machistas, es cierto. Es difícil desarmar modos tan instaurados de dirigirnos a lxs demás, lo reconozco.
Pero lo que más enoja, muy en lo profundo de mi ser, es que nosotras tengamos que seguir tolerando situaciones de acoso a costa de otrxs que "están aprendiendo, que pueden equivocarse". Podes tener actitudes así una vez, dos veces hasta que alguien se anima a decírtelo (si es que sucede). Pero no porque seas una persona abierta al feminismo y a reconocer tus errores significa que puedas volver a cometerlos.
Estoy harta del acoso. Harta y no quiero dejar pasar más situaciónes de incomodidad. No importa que sea por parte de una mujer abierta a charlar y deconstruirse, no deja de ser acoso.
Quizás algún día pueda decirte como me siento. Seguramente entiendas, lo cual es bueno. Pero espero que para ese momento otrxs y otras no hayan tenido que pasar lo que me sucedió a mi, no hayan tenido que estar en mi piel, ni vivir algo similar a lo de aquella noche helada de mayo.
