"𝐎𝐡, 𝐞𝐬𝐨 𝐞𝐬 𝐢𝐦𝐩𝐫𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧𝐚𝐧𝐭𝐞."

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En algún parte, en cierto edificio, ubicado cerca del CentralPark, en uno de los pisos altos, se encontraba un cenizo;  terminando su rutina de ejercicios para meterse a la ducha y darse un baño, para empezar un día más de trabajo y en su vida diaria.

Tan solo con 26 años ya había logrado lo más increíble e impensable por sus padres; Editor en jefe de una de las mejores empresas de un país siendo inmigrante, sin duda era algo de admirarse.

Una vez terminada su ducha tranquilamente hizo su rutina de higiene y fué hasta su cuarto para vestirse a juego con una camisa de cuello alto negro, pantalones y un chaleco largo del mismo color siendo que le sentaba bien. Agarró su maletín despreocupado y salió de su departamento cerrando con llave.

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Mientras un peliverde se despertaba a duras penas por que su reloj no había sonado más fuerte, haciéndo que torpemente lograse cepillarse los dientes, y dando saltos de lado a las poderse colocar correctamente sus pantalones de vestir, con una tostada en la boca intentando comer algo antes de salir.

Algo desarreglado salió de su pequeño departamento apresurado por el tiempo, no sería la primera ni la última vez que llamaba tarde, pero mínimamente esperaba no logar después que su jefe; una mañana sucedió eso, y no le había ido bien por el resto del día.

Y ahí estaba, a sus 24 años pasando entre la gente amontonada en un Starbucks para retirar su pedido de cada mañana.

¿Lo tienes? – preguntó ignorando las quejas de las personas detrás de él en la fila dado a que se había colado.

Claro. – la rubia le pasó dos cafés y le guiño un ojo al peliverde. – Sírvete Midoriya.

¡Gracias Camie! – por estar apresurado no notó el gesto, y salió tan rápido como entró del local; corriendo hasta la empresa.

Llegó por casi nada de tiempo límite; casi lo atropellaban dos bicicletas y un taxi, saltándose dos semáforos en su contra, más logró llegar hasta el ascensor que por poco lo dejaba atrás.

Una vez llegado a su piso, más tranquilo se encaminó hasta su puesto, pero en le camino a este, el clásico carrito con papeleo y correos se interpuso en su camino; chocando se entre sí, y perdiendo un café sobre su camisa blanca manchandola.

¡Mineta! – reprochó viendo al más bajo molesto.

Lo siento Midoriya. – huyó rápido antes de llevarse una represalia ante su accidente por no ver a donde iba con el carro.

El pecoso chasqueo la lengua resignado y se dirigió a una pelirosada. – ¿Llegó? – preguntó simplemente, más la chica sabía a que o a quién se refería.

No. – respondió rápidamente e Izuku siguió su camino hasta el pequeño puesto de un rubio de ojos ámbar.

Tu camisa, ahora. – ordenó con clara impaciencia en su rostro.

¿Te manchaste...? – preguntó lo obvio.

Denki, dos entradas a tu partido de football favorito, una suscripción a tu canal de twitch y un cupón de almuerzo por un mes en la cafetería. Ahora; tu camisa. – ofreció en un habla rápida y el rubio no pudo negarse ante tal oferta.

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Un ceniza entró relajado ante aquel piso donde trabajaba, mientras varios empleados corrían a sus puestos ante su paso relajado.

La misma pelirosa apenas lo vió, escribió un me sabe ante el grupo de trabajadores, con el texto de: "Está aquí." para luego volver a su trabajo y fingir que no hacían nada a parte de este.
Múltiples personas al leer tan solo esas dos palabras; captaron el mensaje y se apresuraron en aparentar hacer su trabajo debido, antes que mostrar lo que hacían previamente de que su jefe llegará a las oficinas de la editorial.

𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚. | • 𝐊𝐚𝐭𝐬𝐮𝐃𝐞𝐤𝐮 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora