Dignified #2

Dignified

PROLOGO

Abrí mis ojos luego de...no se cuánto tiempo, me había quedado dormido. Demonios, mañana tenia examen y no había estudiado nada. Mamá iba a matarme si reprobaba. Pero solo quería probar mi nuevo auto, Papá me había dicho que lo esperara para probarlo pero siempre estaba fuera y yo tenía la necesidad de probarlo ahora. Quería tenerlo ahora. Si iba a ser castigado al menos iba a morir feliz, ya había probado el auto nuevo/viejo que papá me había regalado por mis dieciséis años.

Tenía que chantajear para que me den mi licencia de conducir para que pueda conducir esta belleza.

Creo que me había enamorado por primera vez.

De un auto.

De mi auto.

Intente levantarme pero sentí un desagradable e insoportable dolor en mi pecho. No, no había abierto mis ojos, solo los movía por debajo de mis parpados. Abrí mis ojos era otro dolor, se escuchaban ruidos. ¿Qué mierda sucedía?

Al fin, si, pude abrir mis... ¿Qué demonios...?.

Estaba recostado en el asiento del auto, me dolía todo el cuerpo. Oh, dios. Sentía como si un camión me había pasado por encima con carga y todo. Miro hacia el costado, busco a Mamá.

¿Qué?

¿Dónde está?, hay mucho humo, mis manos arden. Siento algo clavado en mis palmas, las miro, forzó mi vista, el humo no me deja, hace calor, hay olor a mucha gasolina. Es demasiado fuerte, mi garganta se siente apretada, apenas puedo respirar, algo no me deja mover, pero ¿Dónde está ella?, perdón, no te encuentro, ¿Dónde estás? Siento mi pecho arder, vuelvo a intentar salir de este infierno, una explosión, cubro mis oídos, hay algo que se derrama por dentro de ellos.

¿Sangre?

Oh, dios mío.

¿Dónde mierda estas?

Mi mano, casi lo olvido, hay un vidrio clavado en mi palma de mi mano. Mirando mejor ahora a mí alrededor, hay vidrios por todas partes, rotos. Son demasiados, me abalanzo hacia adelante, no puedo, mierda, no puedo.

Miro al frente, mierda, mierda, mierda.

Entrecierro los ojos, esto debe de ser una mentira. La veo, dios.

— ¿¡Mamá, mamá!? Espera, ¡Mamá!

Grito, grito y grito.

No hay respuesta.

Tengo que salir de aquí.

Me abalanzo hacia varios costados, intento salir por abajo, cuando una punzada de dolor, me maltrata todo el cuerpo, chillo del dolor. Toco mi pecho, mi abdomen, más sangre. Duele, sí que, duele.

Tengo que salir, vamos, tengo que salir de aquí. Tengo que ir con ella, está sola.

Y lejos.

Tengo que salir. Tengo que salir. Tengo que salir.

— ¡Mamá! ¿¡Ayuda, ayuda, ayuda!?—  levanto de nuevo la mirada, solo para controlarla. El parabrisas del auto ya no estaba, estaba arrogado en el suelo destrozado en millones de pedazos en vidrios. Es un campo lleno de minas para llegar a ella. Su mano se mueve, mis labios se curvan hacia arriba, solo un poco. Los músculos de mi cara duelen como el mismo infierno. —   ¡No te muevas, ya voy! Perdón, mamá, perdóname.